¿Quién fue el ‘Petiso Orejudo’, el siniestro asesino serial que mató a 4 niños antes de cumplir 16?
Con 8 años empezó a matar niños, fue denunciado por su padre y estuvo arrestado en ‘La cárcel del Fin del Mundo’, donde intentaron cortarle las orejas para reducir sus “instintos criminales”. Esta es la historia del primer niño asesino serial de Argentina.
Cayetano Santos Godino fue el protagonista de uno de los capítulos más sangrientos de la historia criminal en Argentina. Con apenas 8 años había comenzado a asesinar niños, algunos menores de 2 años, y pronto comenzaría a incendiar edificios.
Era insensible, no entendía lo que era sentir remordimiento, tenía la cabeza pequeña, la frente hundida y las orejas irregularmente grandes, por lo que la prensa lo bautizó como el ‘Petiso Orejudo’ y solo fue descubierto porque se presentó en el velorio de una de sus víctimas.
No solo fue el primer asesino en serie del país, sino que fue el primer niño asesino del que se tiene registro en Argentina y sacudió a toda la sociedad a inicios del siglo pasado.
¿Quién fue el ‘Petiso Orejudo’?
Nació el 30 de octubre de 1886 en Buenos Aires, Argentina. Sus padres fueron Lucía Ruffo y Fiore Godino, quienes eran procedentes de Italia.
Cayetano, desde el día de su nacimiento, tuvo a la muerte mordiéndole la espalda: casi fallece en el parto y estuvo grave por una enfermedad estomacal mal curada.
Tuvo una infancia marcada por la relación tormentosa que mantenía con su padre, quien era alcohólico, con síntomas de demencia (provocados por la sífilis) y abusador: solía golpearlo, junto a su madre y a su hermano que sufría epilepsia.
En cuanto pudo, salió de la casa y empezó a vagar por las calles de Buenos Aires, entre terrenos baldíos y grandes quintas de inmigrantes. En el colegio lo echaron varias veces por su poco interés en las clases y su comportamiento violento.
Foto: Perfil
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Los primeros crímenes del ‘Petiso Orejudo’
Le faltaba apenas un mes para cumplir los 8 años cuando intentó cometer su primer crimen. El 28 de septiembre de 1904 llevó a un niño con engaños a un terreno baldío, rodeado por espinas, donde lo golpeó y lo empujó. Los gritos del niño alertaron a un policía que caminaba por la zona. El ‘Petiso’ solo fue entregado a sus padres.
Meses después, nuevamente, engañó a una niña y la llevó a un lugar desolado donde intentó matarla. Pero la Policía volvió a evitar la tragedia, sin realizar averiguación alguna, por lo que Cayetano solo era regresado a sus papás.
Sin embargo, el 29 de marzo de 1906, cuando Cayetano tenía apenas 9 años, asesinó por primera vez a una niña de tres años y la enterró cerca a una zanja. La familia desesperada denunció el hecho, pero no se sabría nada hasta años después, cuando el propio Cayetano reveló los detalles.
El ‘Petiso’ empezó a ser intratable, todos los vecinos de su calle se quejaban de agresiones e insultos, incluso su propio padre lo denunció, luego de que lo encontrara degollando a una gallina en su casa. Cayetano fue llevado a un internado, pero a los dos meses lo devolvieron a casa.
La corta ausencia no hizo más que incrementar la violencia, continúo con los intentos de asesinatos de niños: a uno intentó ahogarlo y a una niña le quemó un párpado con un cigarrillo.
Hasta ese momento, el ‘Petiso’ no había sido descubierto, pero su comportamiento problemático era insoportable para su familia, por lo que su papá volvió a denunciarlo y, con 12 años, fue llevado por orden de un juez a la Colonia de Menores de Marcos Paz. Estuvo tres años en ese lugar, donde aprendió a leer y escribir, y sufrió agresiones por otros internos.
Fue liberado el 23 de diciembre de 1911 por sus padres, que pensaron que su hijo ya había aprendido la lección.
Petiso Orejudo. Revista Caras y Caretas N° 741, 14 de diciembre de 1912. Foto: Archivo General de la Nación Argentina
Siete incendios en Buenos Aires y el asesinato final
Con 15 años, el ‘Petiso’ fue llevado a una fábrica para que trabaje, pero duró menos de un mes porque solía faltar, llegaba borracho y era ineficiente en el trabajo. Durante esta breve etapa, el joven empezó a quemar bodegas y edificios, y solo fue descubierto porque él mismo confesó y decía que le gustaba “ver trabajar a los bomberos, es lindo ver cómo caen en el fuego”.
Luego, comenzó una escalada de violencia: estranguló a un niño de 13 años, quemó a una niña de 5 años que luego murió en un hospital, golpeó en la cabeza a otro niño de 3 años que por poco muere e intentó ahorcar a una niña.
El 3 de diciembre de 1912, Cayetano cometió su último crimen. Engañó a un niño de 3 años, le prometió darle dulces si lo seguía. Lo llevó a quinta y lo ahorcó, luego le metió un clavo en la cabeza. Cuando se iba se chocó con el padre de la víctima, quien por poco lo descubre.
Esa misma noche, el ‘Petiso’ fue al velorio del niño. Estuvo parado mirando el cajón, cuando estalló en llanto y huyó corriendo. El papá del niño muerto recordó que había visto a Cayetano por la mañana, luego de que encontraran el cuerpo de su hijo.
Al día siguiente allanaron la casa del criminal y lo detuvieron. Cuando le preguntaron las razones que lo llevaron al velatorio, respondió que “quería ver si todavía tenía el clavo en la cabeza”, según declaró a la policía”.
Cayetano confesó cuatro muertes, siete incendios y varios intentos de asesinato. Era un caso que fascinaba y horrorizaba a la sociedad de la época. Un psiquiatra forense que lo entrevistó le preguntó: “¿Siente usted remordimientos por lo que ha hecho?”.
“No entiendo”, respondió Cayetano.
El 'petiso orejudo' durante su estancia en 'El Fin del Mundo'. Foto: @AGNArgentina/ Twitter
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Su estancia en ‘La cárcel del Fin del Mundo’ y los experimentos que le hicieron
En 1953 fue trasladado al Penal de Ushuaia en la tierra de fuego, conocido como “El Fin del Mundo”. Allí los médicos intentaron cortarle las orejas y achicárselas para reducir sus instintos asesinos, basándose en las teorías de Lombroso que sostenían que los crímenes están ligados a causas físicas y biológicas.
Pasó 21 años en Ushuaia, donde finalmente murió el 15 de noviembre de 1944. Las autoridades reportaron que su fallecimiento se dio en “confusas circunstancias”.