Considerada la mujer más bella de Europa, tuvo una millonaria fortuna y murió en la pobreza
Después de influenciar en la aristocracia europea y ser musa de inspiración de famosos escritores y pintores, Carolina pasó sus últimos días rodeada de recortes de periódico que le recordaban un célebre pasado.
Toda Europa la conocía como ‘la bella Otero’. Ella decía que su único nombre era Carolina, aunque realmente se llamaba Agustina Carolina del Carmen Otero Iglesias. Fue considerada una de las mujeres más bellas y adineradas del siglo XIX y parte del XX, pero a pesar de tener tanto dinero acabó muriendo en la pobreza.
Nació el 4 de noviembre de 1868 en Galicia, al extremo noroeste de España. Sus primeros años estuvieron pegados a la pobreza y al infortunio. En 1879, cuando tenía 10 años, sufrió de abuso sexual en los exteriores de Valga, su pueblo. Un hecho que la marcaría de por vida.
Según el parte médico, quedó estéril tras sobrevivir al abuso. No recibió apoyo de sus familiares ni de los vecinos, por lo que, cansada del desprecio y machismo imperante en la época, se marchó de su comunidad. Hay diferentes versiones de lo que vino después, en lo único en lo que coinciden las diversas narraciones es que, pocos años después, apareció como bailarina en Barcelona y rebautizada como Carolina Otero.
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En la ciudad condal, en 1989, con 21 años, conoció al empresario estadounidense Ernest Jurgens. El hombre, que quedó impresionado con su belleza, invirtió parte de su fortuna en ella. Le contrató profesores de idiomas, danza y canto y la llevó a la cima del espectáculo. Su talento luego pasó a vislumbrar en París y en Nueva York.
“Es una condesa, pero algunas personas dicen que esta asombrosa joven española se llama a sí misma simplemente Otero y dejó su título a un lado”, consignó el diario Evening Sun en 1890. Luego pasaría a recorrer más capitales de Europa y Sudamérica. Agustina ya no era conocida como Carolina, ahora era ‘la bella Otero’.
La carrera de la bailarina española seguía en ascenso. En estas circunstancias, concluiría su relación laboral y sentimental con el empresario estadounidense. Jurgens, que se encontraba en la bancarrota, se quitó la vida.
La Bella Otero. Foto: Le Petit Journal
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Posteriormente, en distintas etapas de su vida, se le involucró con otras parejas más. Varios de ellos sufrieron similar destino que Jurgens.
‘La bella Otero’ siguió cosechando fama y obteniendo dinero; no obstante, encontraría una pasión que la destruiría: el juego. El Casino de Montecarlo se convirtió en su segundo hogar.
En 1900 poseía tres joyas únicas: el collar de la exemperatriz Eugenia de Francia, otro de la emperatriz de Austria y un collar de diamantes que había sido propiedad de María Antonieta.
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Otero fue musa para escritores como Gabriele D’Annunzio y pintores como Renoir y Toulouse-Lautrec.
El declive y un final en pobreza de ‘la bella Otero’
Después de influenciar en la aristocracia europea y haber alcanzado la cima del espectáculo durante muchos años, se retiró alrededor de 1916. Desde entonces se volcó a las apuestas en el casino, despilfarrando toda su fortuna en la ruleta del Casino de Montecarlo.
Con 86 años y sumida en la pobreza, se vio forzada a solicitar una pensión al Gobierno francés. Para la concesión de estas ayudas entregó su acta de nacimiento. Fue de esa manera que se conoció su verdadero nombre y su modesto origen.
Carolina Otero increpando a un fotógrafo en los últimos años de su vida. Foto: difusión
Murió el 12 de abril de 1965 en una pensión de Niza a los 96 años, rodeada de recortes de periódico que le recordaban su célebre pasado.