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Explotación sexual y trata de personas: la crisis fronteriza entre Colombia y Venezuela

Pese a las intenciones de las autoridades colombianas y venezolanas de reabrir el paso fronterizo, dicha zona sufre cada vez más las disputas territoriales entre grupos armados y guerrilleros.

Las organizaciones locales denuncian que los casos de trata y violencia sexual son más extremos que antes en la frontera entre Venezuela y Colombia. Foto: Marco Bello
Las organizaciones locales denuncian que los casos de trata y violencia sexual son más extremos que antes en la frontera entre Venezuela y Colombia. Foto: Marco Bello

La frontera de Venezuela y Colombia, que se cerró en 2015, se ha convertido en una zona de disputas territoriales entre grupos armados y guerrilleros. En ese contexto de inestabilidad y violencia, una de las principales víctimas son las mujeres.

Yuberthi es una migrante venezolana que tiene dos hijos: uno de 4 años y otro de 12. Debido a la crisis que vive su país, decidió cruzar a la ciudad fronteriza colombiana de La Parada. Allí inició su trabajo como cargadora de bolsas de los que cruzan la frontera, según le contó al medio Voz de América.

La migrante, que decidió no dar a conocer su apellido, señaló que los cientos de corredores fronterizos se convirtieron en sitios de frecuentes violaciones y otras formas de violencia de género.

La mujer, con el tiempo, se vio obligada a ejercer la prostitución para generar ingresos y así poder alimentar a su familia. Además, reconoció haber sufrido abusos y actos de violencia, e incluso llegó a correr el riesgo de ser víctima de la trata de personas.

“Llevo meses haciéndolo porque no me gusta que mis hijas se acuesten sin comer (...) Trabajar en las trochas es más sano, pienso yo, pero en las trochas también hay muchos peligros”, manifestó Yuberthi, quien cobra menos de cuatro dólares por persona.

En su relato, la migrante señaló que los varones a menudo la golpean, la obligan a realizar actos sexuales que ella no quiere y la agreden de forma verbal.

Yuberthi, quien vive en un pequeño departamento que comparte con otros nueve migrantes, no deja que su hija salga de la casa sola por temor a los guerrilleros y pandilleros que circulan por la zona.

Ana Teresa Castillo, una trabajadora humanitaria, explicó que la violencia aumentó durante la pandemia en la zona fronteriza y que los migrantes se han vuelto muy vulnerables ante el asedio de diversos grupos armados.

“La Parada siempre ha sido violenta, pero ahora la situación es una guerra económica (…) Hay falta de trabajo y de oportunidades”, detalla Castillo. La trabajadora añade que ahora se ve a niñas de 14, 13, y hasta 8 años en las calles prostituyéndose.

Guerrilleros colombianos del Ejército de Liberación Nacional (ELN), disidentes del grupo guerrillero desmovilizado Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), y la organización criminal venezolana Tren de Aragua mantienen fuerte presencia en la zona desde hace bastante tiempo.

Los grupos hacen uso de la frontera para traficar y escapar del control de la Policía colombiana.

“Simplemente se han acelerado las tasas en cuanto a la intensidad. Es una reconfiguración constante del control y una contienda constante por los corredores de tráfico (…) Eso es tráfico de mercancías, de drogas, de armas y, por supuesto, de personas”, dijo Elizabeth Dickinson, analista de Crisis Group.

Pese a los esfuerzos y constantes denuncias, las organizaciones locales denuncian que los casos de trata y violencia sexual son más extremos que antes. En ese sentido, es altamente preocupante lo que está ocurriendo con la prostitución infantil.