La historia real de Alfredo Ballí, el asesino mexicano detrás del personaje de Hannibal Lecter en "El silencio de los inocentes"
Alfredo Ballí, un médico de Monterrey, cometió un crimen atroz en 1959 que impactó a todo México. Años más tarde, su mente brillante y su inquietante dualidad inspirarían al escritor Thomas Harris a crear a Hannibal Lecter, uno de los villanos más icónicos del cine.
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A fines de 1959, la ciudad de Monterrey vivía una psicosis colectiva tras una serie de crímenes violentos que sacudieron a la ciudad. Uno de los más impactantes fue el asesinato de Jesús Castillo Rangel, un joven de 20 años cuyo cuerpo apareció desmembrado y oculto en un consultorio médico del barrio Talleres. La conmoción creció aún más cuando se descubrió que el autor del crimen era el joven y respetado médico Alfredo Ballí Treviño. Poco después, otro hecho violento remeció a la ciudad: la masacre de tres hermanos que regresaban de Texas. Aunque ambos casos no estaban conectados, el terror que causaron dejó huella en la sociedad regiomontana de la época.
Décadas más tarde, se sabría que el personaje de Hannibal Lecter, creado por Thomas Harris en 'El silencio de los inocentes', se inspiró en Alfredo Ballí. Harris, entonces un joven periodista, viajó a México para entrevistar a Dykes Askew Simmons, un reo estadounidense condenado por la matanza de los hermanos Pérez Villagómez. Fue en la prisión de Topo Chico donde Harris conoció a un médico de apellido 'Salazar', que atendía a los presos. Lo que el escritor no sabía era que ese doctor, refinado y observador, era en realidad un convicto condenado por asesinato.
El médico mexicano que inspiró a Hannibal Lecter: un asesino brillante que salvaba vidas en prisión
En una conversación con Harris, Ballí mostró un agudo interés en el perfil psicológico de Simmons, sugiriendo teorías sobre cómo las cicatrices físicas pueden influir en la conducta violenta. Al salir de la cárcel, Harris preguntó por la identidad del médico y recibió una respuesta desconcertante: “El doctor es un asesino”. La imagen de ese personaje elegante, lúcido y peligroso quedó grabada en la mente del periodista y, años después, dio vida al icónico Hannibal Lecter. El nombre 'Salazar' fue un seudónimo que Harris usó por años, hasta que en 2013 reveló públicamente que el verdadero hombre detrás del personaje era Alfredo Ballí.
Ballí, pese a su crimen atroz, fue una figura contradictoria. En prisión, se ganó el respeto de reclusos y autoridades por su labor como médico. No solo atendía a los internos heridos, sino también a pobladores humildes durante los días de visita. Según el periodista Diego Enrique Osorno, que investigó su caso, Ballí ofrecía un retrato inquietante: un asesino pulcro y brillante, capaz de salvar vidas en el mismo lugar donde pagaba por haber quitado una. Su crimen fue atribuido a un posible móvil pasional, en un contexto donde la homosexualidad era profundamente estigmatizada.

El diario 'El Norte'fue el primero en reportar el brutal asesinato de Jesús Castillo. Foto: El Norte
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El verdadero Hannibal Lecter: Alfredo Ballí inspiró al villano literario con su mente brillante y oscura
Harris quedó impresionado por el nivel de análisis psicológico que Ballí aplicaba en sus conversaciones. Sus preguntas incisivas y su aparente capacidad para entender la mente criminal inspiraron al autor a crear un personaje que no solo asesinaba, sino que también era capaz de diseccionar emocionalmente a sus interlocutores. Así nació Hannibal Lecter, quien debutó como personaje secundario en 'Dragón rojo' antes de volverse legendario en 'El silencio de los inocentes'. Osorno afirma que Ballí dejó una marca duradera no solo en la literatura, sino en el imaginario colectivo sobre el mal.
Tras pasar cerca de 20 años en prisión, Ballí fue liberado y retomó su vida como médico en la misma colonia donde cometió el crimen. Aunque confesó el asesinato de Castillo, siempre quedaron dudas sobre su motivación real, y algunos sospechan que pudo estar involucrado en otros homicidios nunca comprobados. Murió en 2009, dejando tras de sí un legado inquietante.


















