Naya Rivera, el fin de una joven estrella
La entrañable Santana López, de la premiada serie ‘Glee’, se fue a los 33 años en un acto heroico que le salvó la vida a su pequeño de cuatro años.
Redacción Fama
Cuando, el jueves, se reportó la desaparición de la actriz Naya Rivera, luego de que se encontrara a su pequeño hijo, Josey Hollis (4), en el bote que alquiló en el lago Piru; el mundo del entretenimiento se paralizó para lamentar y pedir por su pronta ubicación.
Dadas las condiciones del hallazgo de la nave y su niño, el panorama no era muy alentador. El lunes, su cadáver fue encontrado y llevado a tierra, en medio de indescriptibles escenas de dolor de su madre al lado de su padre, hermanos y su expareja, el también actor Ryan Dorsey.
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Naya había muerto a la temprana edad de 33 años. La fama la alcanzó cuando interpretó a Santana López en la serie televisiva ‘Glee’, del 2009 al 2015, producción que, por cierto, carga una lista de trágicos episodios entre su elenco, que no hacen más que avivar una especie de ‘leyenda maldita’ sobre sus actores.
Justo el 13 de julio, día en que apareció su cadáver, se conmemoraba la muerte de Cory Monteith, de 31 años, quien interpretaba al atleta Finn Hudson y fue hallado muerto en su habitación de hotel, en Vancouver, el 13 de julio del 2013.
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Cinco años después, el 30 de enero del 2018, Mark Salling, quien interpretaba a Noah “Puck” Puckerman, fue hallado muerto. Tenía 35 años. En el 2016, había enfrentado cargos por recibir y tener pornografía infantil. Se declaró culpable y la sentencia, que no llegó a escuchar, estaba programada para el 7 de marzo de ese año.
Su última foto en Instagram.
Naya, estadounidense de origen puertorriqueño, vivió intensamente. Se enamoró, tuvo un hijo, se separó y hasta fue arrestada en el 2017. Enfrentó cargos por un delito menor de violencia doméstica.
El día que se hizo pública su desaparición, su cuenta de Instagram contaba con 2 millones 700 mil seguidores. Ayer, superaba los 3 millones.
Su muerte trágica ha despertado curiosidad y tristeza. Viendo su red social, queda claro que amaba el agua, el mar, y de ello quedan sus postales. “La forma perfecta de comenzar el día”, reza una de sus fotografías en una catarata.
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La última imagen que dejó fue besando a su pequeño. Publicó: “Solo nosotros dos”. ¿Cómo murió, ¿qué pasó? Es parte de la investigación aún. La policía presume que ambos nadaron y que ella, al sentir peligro por la corriente, decidió subir al pequeño; sin embargo, las fuerzas le fallaron y no le permitieron salvarse. Lo extraño es que en la embarcación se encontró un chaleco salvavidas. El mar, al que tanto amaba, fue su tumba.
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