Yen toca mínimos de ocho meses por incertidumbre sobre política fiscal
El yen japonés se debilitó a 152,65 por dólar, su nivel más bajo desde febrero, acercándose al umbral de intervención de 155, tras la victoria de Sanae Takaichi en el PLD.
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El yen japonés se debilitó nuevamente esta semana, tocando 152,65 por dólar, su nivel más bajo desde febrero, y acercándose al umbral psicológico de 155, que históricamente ha motivado la intervención de las autoridades.
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La depreciación se produce tras la sorpresiva victoria de Sanae Takaichi en las elecciones a la dirección del Partido Liberal Democrático (PLD), lo que ha generado incertidumbre sobre la política económica futura del país.
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Política interna y reacción inmediata del mercado
Según Carlos Aquino, director del Centro de Estudios Asiáticos de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), la caída del yen obedece principalmente a factores internos.
Y es que Sanae Takaichi señaló que, si llegaba a ser la primera ministra, planeaba reducir impuestos y aumentar el gasto del gobierno para ayudar a la gente, lo que naturalmente debilita la moneda japonesa. Por eso el yen, que estaba a 145 por dólar, ahora se ubica cerca de 152.
El movimiento ha encendido las alarmas en los mercados de divisas y en el Ministerio de Finanzas. El titular Katsunobu Kato advirtió que el Gobierno “vigilará de cerca cualquier movimiento excesivo en el mercado”, lo que los operadores interpretan como una advertencia a una posible intervención.
En apenas tres días, el yen perdió más de un 3% frente al dólar, reflejando tanto la reacción política como el deterioro de sus fundamentos económicos.
La victoria de Takaichi también frenó las expectativas de una próxima subida de tasas del Banco de Japón (BoJ), prevista originalmente para octubre. Según reportaron medios internacionales, uno de sus asesores económicos más cercanos admitió que una medida de ese tipo “sería difícil” este mes y podría aplazarse hasta diciembre.
Como consecuencia, los swaps indexados a un día reflejan ahora una probabilidad de solo 25% de aumento de tasas, frente a más del 60% hace una semana. Esta percepción ha impulsado nuevamente las operaciones de carry trade —vender yenes para comprar activos en monedas de mayor rendimiento— alimentando la presión bajista sobre la divisa nipona.
Contexto macroeconómico y factores globales
Este retroceso ocurre mientras los principales bancos centrales han reducido o pausado sus tasas, mientras que el Banco de Japón se mantiene como el único que aún evalúa incrementarlas.
"Desde marzo de 2024, el BoJ ha elevado su tasa de referencia en tres ocasiones, saliendo finalmente del terreno negativo donde permanecía desde 2016. Sin embargo, la elección de Takaichi redujo las probabilidades de nuevas subidas de tasas del 60% al 20%, provocando ventas de yenes y un repunte del USD/JPY", relató Felipe Mendoza, analista de ATFX Latam.
A nivel macroeconómico, Japón mantiene fundamentos relativamente sólidos: la inflación subyacente se ubica entre 2% y 2,4%, y el desempleo se mantiene en mínimos históricos de 2,2%. No obstante, desafíos externos, como los aranceles de Estados Unidos y la apreciación del dólar, podrían limitar cualquier ajuste adicional del BoJ.
Riesgos y escenarios futuros
El debilitamiento del yen también refleja factores internos más amplios: los salarios reales cayeron 1,4% interanual en agosto, su octavo descenso consecutivo, mientras los precios suben impulsados por energía, depreciación de la moneda y costos globales. Analistas señalaron que la inflación japonesa es mayormente importada, lo que deja al BoJ atrapado entre sostener la recuperación y proteger el valor del yen.
El tipo de cambio actual se acerca a niveles en los que Japón intervino en 2024, alrededor de 158–161 yenes por dólar, operaciones costosas y de efecto limitado que hacen a las autoridades actuar con cautela. Bank of America redujo su proyección del yen para fin de año de 153 a 155 por dólar, y Deutsche Bank pasó de alcista a neutral, reflejando la expectativa de debilidad prolongada.
El yen japonés resume un dilema clásico de política económica: estimular el crecimiento o proteger la moneda. Por ahora, el Banco de Japón parece inclinarse por lo primero, pero cada día que pasa sin señales de endurecimiento aumenta el costo de mantener ese equilibrio.
A corto plazo, la posibilidad de intervención oficial sigue sobre la mesa, mientras que a largo plazo el desafío será restaurar la confianza en una divisa que refleja el agotamiento del modelo japonés de estímulo permanente y la postergación de una normalización monetaria efectiva.






















