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Economía

BRICS en Kazán: multilateralismo y desdolarización

¿Cambios? En la cumbre de los BRICS no se llegó a presentar una moneda digital alternativa al dólar ni otros instrumentos financieros, pero lo cierto es que la desdolarización avanza. Es un proceso al parecer irreversible. Ya unos 40 países realizan sus operaciones comerciales con China en yuanes.

Multilateralismo. El crecimiento en las economías de los BRICS, con recientes incorporaciones y nuevos socios, refleja la paulatina pérdida de hegemonía de los Estados Unidos. Foto: difusión
Multilateralismo. El crecimiento en las economías de los BRICS, con recientes incorporaciones y nuevos socios, refleja la paulatina pérdida de hegemonía de los Estados Unidos. Foto: difusión

Uno de los aspectos de mayor importancia de la última cumbre de los BRICS, realizada en Kazán, del 22 al 24 octubre pasado, ha sido la claridad de su apuesta por el multilateralismo mediante la utilización de la misma estructura institucional de la gobernanza global actual: organismos de las Naciones Unidas, en particular el Consejo de Seguridad; las instituciones de Bretton Woods (FMI y Banco Mundial); la Organización Mundial del Comercio, entre otras.

Es decir, se busca preservar la actual institucionalidad y un orden multipolar basado en el derecho internacional y en la Carta de las Naciones Unidas, pero a la vez se exige reformarlas para hacerlas más representativas y democráticas. Esta exigencia no es nueva, pero esta vez proviene de un bloque con creciente capacidad de convocatoria y poderío económico.

Esta es la razón fundamental por la que, además de los 35 países participantes de la reunión, 20 de los cuales fueron representados por sus presidentes, estuvo también presente el secretario general de la ONU, António Guterres, lo que generó críticas de muchos Gobiernos, en particular del presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski. Funcionarios de ese organismo se vieron obligados a señalar que se trataba de una reunión de autoridades que representaban a la mitad de la humanidad para tratar temas que, entre otros, involucraban el quehacer de la ONU.

Transcurridas casi ocho décadas desde la creación de la mayoría de ellas, el mundo ha cambiado y las relaciones de poder no son las mismas. La participación de la economía estadounidense en la economía global se ha reducido ostensiblemente en los últimos veinte años. Los crecientes niveles de endeudamiento y déficit fiscal en Estados Unidos debido en gran parte a su gasto militar, el uso de sanciones económicas como arma política y el fortalecimiento de las relaciones en el sur global han dado lugar a un proceso de desdolarización en varias regiones del mundo. Ello ha traído como consecuencia la pérdida relativa del dólar como moneda de reserva mundial y como medio de pago en el comercio internacional.

El propio presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, señala que las finanzas públicas estadounidense son insostenibles y el FMI considera que el dólar se ha convertido en una moneda de riesgo. El nivel del déficit fiscal (equivalente al 7,5% del PBI promedio durante el Gobierno de Biden) y un nivel de endeudamiento que se ha incrementado en un 50% desde 2020 imprimen un halo de inestabilidad a la economía mundial.

La mayoría de los Gobiernos del mundo, aunque no todos lo expresen abiertamente, consideran que la actual globalización financiera es precaria y que se sostiene sobre una ruma de papeles que imprime el Tesoro estadounidense sin mucho respaldo, salvo la demanda por dólares de parte de los países para comerciar. Por eso, muchos Gobiernos como los de Japón, China, Brasil, India, entre otros, se están desprendiendo de dichos bonos en su poder, compran oro y promueven el uso de sus monedas nacionales en el comercio bilateral.

En la cumbre de Kazán, no se presentaron formalmente nuevos instrumentos financieros como un mecanismo de mensajería financiera paralelo al SWIFT, de reaseguros, ni una moneda digital de los BRICS con algún tipo de respaldo, sobre los cuales hubo muchos estudios durante la presidencia rusa. Ello podría explicarse por la consideración de algunos miembros de que es preferible que el grupo gane presencia en el marco del multilateralismo, en lugar de anunciar nuevos mecanismos que podrían profundizar la fragmentación de la economía mundial.

Sin embargo, la desdolarización es un proceso que se está extendiendo. Este tiene lugar básicamente en el comercio con monedas locales entre países miembros, en particular entre Rusia y China y entre Rusia e India, e inclusive en el comercio intrarregional de bloques ajenos a los BRICS, como la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN). Otros evitan el uso del dólar vía el trueque. Es el caso entre Irán y Tailandia, que intercambian alimentos por petróleo. O el de Pakistán, que ha autorizado el trueque con Irán, Afganistán y Rusia. China está construyendo un aeropuerto de última generación en Irán, que se pagará con petróleo.

La creciente desdolarización podría afectar al valor del dólar vía la reducción de su demanda en el mercado internacional, lo que podría provocar una depreciación de la moneda estadounidense frente a otras divisas. Esto tendría un impacto negativo en su poder adquisitivo y podría debilitar su capacidad para imponer sanciones económicas. Si bien se trata de un proceso lento, el banco JP Morgan admite que se observan señales de desdolarización en la economía global. Este proceso es irreversible por los factores señalados.

China es el principal socio comercial de la mayoría de los países del mundo y es inevitable que ese comercio mutuo se realice gradualmente sin utilizar el dólar. De hecho, en abril de este año, el yuan se ha convertido en la moneda más utilizada para sus transacciones transfronterizas, y supera al dólar por primera vez. Se estima que unos 40 países realizan sus operaciones comerciales con China en yuanes.

En cualquier caso, las medidas que intentan desvincular las monedas nacionales de la estadounidense son la forma, de facto, que han encontrado algunos países para presionar por transformar la arquitectura financiera internacional, con miras a hacerla más democrática y representativa del peso específico de sus economías. El crecimiento en las economías de los BRICS —el FMI señala que en los próximos cinco años el principal aporte al crecimiento de la economía global lo harán los BRICS, más que el Grupo de los Siete—, su ampliación con la incorporación de Irán, Egipto, Etiopía, los Emiratos Árabes Unidos (Arabia Saudita participa, pero aún no definió su incorporación oficial) expresa la paulatina pérdida de hegemonía de Estados Unidos.

Por otro lado, de los 35 países que participaron, 13 han pasado a ser considerados países socios, una nueva categoría anunciada en Kazán. Estos son Argelia, Bielorrusia, Bolivia, Cuba, Indonesia, Kazajistán, Malasia, Nigeria, Tailandia, Turquía (miembro de la OTAN), Uganda, Uzbekistán y Vietnam. Venezuela quiso entrar como miembro pleno, pero fue vetada por el Gobierno de Brasil. El presidente Putin dijo en la última conferencia de prensa en Kazán que no estaba de acuerdo con Lula —a quien considera un hombre muy decente y honesto— en que Venezuela está luchando por su supervivencia, que espera que pueda darse una solución bilateral, pero que las decisiones se tomaban por consenso.

El camino para reformar las instituciones de la gobernanza global no es fácil porque la Unión Europea ha perdido dinamismo, en parte por su subordinación a la economía estadounidense, que, a su vez, pierde importancia relativa en la economía global. Es evidente que si se democratizaran o reformaran dichas instituciones, esos países perderían su actual hegemonía. Por eso se resisten a las reformas tendientes a construir un multilateralismo con una participación equitativa que represente el poderío económico de los países. En este escenario, los BRICS se han convertido en una línea del frente para reformar las instituciones de la gobernanza global, con miras a que primen la cooperación y la convivencia pacífica basada en el respeto mutuo.

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