Bruno Seminario: una vida dedicada a educar para una mejor economía
Lumbrera. El destacado economista partió hacia la eternidad, pero deja a su paso un importante legado entre generaciones. Su cátedra en pos de una estadística más humana ha significado una página imperecedera para todo estudio de nuestra realidad.
De aguda reflexión sobre la realidad peruana, Bruno Seminario será recordado como una de las voces más prominentes del academicismo peruano, cuyas obras fluían entre la historia, la estadística y la economía. Crítico de la evolución de nuestro mercado en los últimos treinta años, el otrora docente del Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico (CIUP) ha propugnado, incluso antes de la pandemia, un cambio del modelo económico para el Perú, siempre precedido por la recopilación, en su haber, de una de las estadísticas económicas más extensas de la que se tenga registro en la historia reciente.
“Innovó de forma adelantada a su época con métodos para estimar los ingresos y su distribución, utilizando la electricidad y transporte, valorando servicios y producción que muchas veces no se han visibilizado”, recuerda María Amparo Cruz Saco, investigadora asociada del CIUP. Y es que, además de lumbrera para generaciones, halló en la publicación magistral de libros como “El desarrollo de la economía peruana en la era moderna: precios, población, demanda y producción desde 1700″, “La economía en el Perú republicano” y “El porvenir de la vejez: demografía, empleo y ahorro” la oportunidad de decantar su talento en altos cargos públicos y privados de la talla del Banco Mundial.
Economistas e investigadores de diferentes vertientes han coincidido en lamentar la partida de quien fuera maestro en las aulas o referente a la distancia. Así, el ministro Waldo Mendoza aseguró que Seminario fue “de los pocos economistas que escribía como un literato”, al tiempo que el investigador Bruno Thorne anotaba su labor para “entender nuestra la historia”. El politólogo Fernando Tuesta Soldevilla advertía en su muerte la pérdida de “una voz disonante y lúcida” para la vida académica del país, mientras el economista Pedro Francke, con una certera y humana definición, reconocía en su paso por el mundo a “un genial pensador de la economía peruana”. Así también lo añora Roberto Rodrich Mannucci, compañero de colegio y, mejor aún, amigo:
“Fuimos muy unidos con Luis Bruno en el colegio. Siempre juntos en los recreos, muchas veces aislados y sumidos en los vericuetos verbales en que nos enfrascaba su ilimitada imaginación, su sabiduría y su imperiosa voluntad de analizar y sintetizar. Él, absorto llevando la batuta esquivando interrupciones y yo, maravillado entendiendo apenas. Aunque nos vimos poco en los últimos años por razones de distancia, esa situación sobrevivió hasta viejos. Como una noche en el Haití, donde Bruno ya era parte del mobiliario, en que me explicaba haciendo dibujos en el aire con el dedo, la forma aleatoria en que una computadora almacena un procedimiento en curso en su memoria RAM, cosa que yo, que vivía años de desarrollar software, no le entendía. Él, absorto como siempre que me explicaba para que entendiera, me callaba y chistaba cuando le gritaba: ‘¡El café, el café!’, tratando de advertirle que en la otra mano sostenía, moviendo en el aire, la taza junto al plato cubierto de café que se había pegado. Ni él ni nadie daba importancia a mis gritos, hasta que el plato se desprendió y cayó sobre la mesa, salpicándonos y a las mesas circundantes, cuyos comensales voltearon, vieron que era Bruno, se sacudieron como quien limpia una medalla y siguieron conversando. Luis Bruno, al ver su café regado en nuestra mesa, me dijo: ‘Tenías razón, ¡el café!, y continuó su explicación dibujando con el dedo en el café de la mesa.
Me contó uno de sus alumnos de Macroeconomía, que siempre le dejaban los cursos más difíciles, que al final de una clase Bruno se puso a inventar unas fórmulas que iba escribiendo y borrando a toda velocidad en la pizarra mientras todos los alumnos intentaban escribir en sus cuadernos, hasta que a la media hora Bruno voltea, los ve y les dice: ‘Noo, la clase ya terminó, esto es para mí, ya váyanse’. Luis Bruno Seminario de Marzi, mi amigo, mi padrino”.
Vuela alto, Bruno Seminario.
Reacciones
Waldo Mendoza - Ministro de Economía
“De los pocos economistas que utilizaba con igual maestría la macroeconomía, la econometría y la historia; y escribía como un literato. Modesto como ninguno: pocos sabían que era de los mejores. Nos harás mucha falta”.
María Amparo Cruz Saco - Investigadora del CIUP
“La riqueza de trabajo interdisciplinario de Bruno y su mirada, no solo económica, sino histórica y humanista, le ha valido el respeto en diferentes sectores, tanto de quienes conducen la política, como del público en general”.
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