Perú estuvo cerca de ganar en La Paz, pero no aprovechó las múltiples oportunidades que generó. Mariño adelantó a la blanquirroja, pero Chumacero puso el 1-1 final. El resultado obliga a ir por los tres puntos a Paraguay.Tuvo altura., Angelo Torres Zevallos En la altura de La Paz, estás más cerca del cielo. Perú tocó las nubes cuando Juan Carlos Mariño adelantó a la selección con un potente disparo desde fuera del área –parecido al que le hizo a Uruguay en la Copa América 2007–, cuando la parábola perfecta que dio el balón descendió en el ángulo y encendió la ilusión del hincha que aún cree en la clasificación al Mundial. La historia había cambiado, la bicolor podía ganarle por primera vez de visita a Bolivia, sobre todo porque tuvo más oportunidades de anotar donde el arquero Hugo Suárez se hizo figura, pero toda la adrenalina se fue en el instante que Alejandro Chumacero aprovechó que Perú, para variar, regaló diez minutos donde estuvo presente de cuerpo, pero ausente de mente. Con un balón que agarró la velocidad de un misil, nos bajó de las nubes para volver al suelo, a la dura realidad. El equipo de Sergio Markarián hizo un gran primer tiempo donde tuvo despliegue y rapidez en ataque, el dominio fue nuestro gracias a una sublime actuación del ‘Burrito’ Mariño que supo manejar los tiempos, cuándo acelerar y frenar. Juan Cominges volvió a su mejor versión pegado a la banda izquierda y William Chiroque era la explosión por el otro lado, incontrolables para la débil respuesta de los altiplánicos. Sin embargo, las chances de anotar hay que aprovecharlas y Perú no lo hizo. En el complemento, la historia tuvo un giro de 180 grados. La selección se empezó a ahogar en sus propias imprecisiones, en la falta de intensidad en el mediocampo que fue solo una zona de tránsito. Marcelo Martins causó miedo con su fuerza, pero fue Chumacero con un preciso tiro el que frustró el robo del tesoro. Porque esos tres puntos iban a ser casi como oro para Perú. Colombia y Chile ya vencieron a los bolivianos y probablemente también lo hagan Ecuador y Venezuela, todos rivales directos. La selección suma una unidad que en otra circunstancias hubiera sido importante. Con la presión de estar relegado en la tabla, lejos de la pelea por los cupos, el empate sabe amargo. El merecer ganar –como contra Argentina– no se transforma en puntos, que es lo que le falta al cuadro bicolor. Y en La Paz también nos faltó altura para definir. Los cambios no fueron efectivos. Wilmer Aguirre ingresó por Irven Ávila –el más flojo de la blanquirroja– y no fue solución en ataque, mientras Andy Pando –goleador de Garcilaso– se quedó en el banco. Álvaro Ampuero y Christian Cueva intentaron con más ganas que talento. Paolo Hurtado tampoco entró. Decisiones que también influyen en el resultado final. Ahora toca Paraguay, donde tampoco hemos ganado, a buscar la heroica de nuevo.