¿Cuál es la historia del sargento Gander, el perro que dio su vida para salvar a su batallón?
Con tan solo meses de nacido, el perro con apariencia de oso combatió en la Segunda Guerra Mundial. Demostró que el perro es el mejor amigo del hombre e hizo una hazaña increíble que salvó la vida de todo su batallón.
La Segunda Guerra Mundial dejó en la historia a varios héroes que dieron su vida por salvar a sus compañeros de batalla, pero no todos fueron personas, y es que más de un animalito ha recibido un reconocimiento especial por su labor heroica durante la guerra.
Este es el caso del sargento Gander, un perro canadiense de raza terranova que se sacrificó para salvar la vida de todo su batallón cuando se enfrentaron a las tropas japonesas en Hong Kong.
Gander junto a su batallón, los Royal Rifles de Canadá en 1941. Foto: Asociación Conmemorativa de Veteranos de Hong Kong
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¿Cómo fue que Gander llegó al ejército?
Inicialmente recibió el nombre de Pal y fue la mascota de una familia que vivía en el pueblo de Gander en Canadá. Sin embargo, un día, accidentalmente, lastimó a un niño mientras jugaba, por lo que pensaron en sacrificarlo.
Para evitar eso, fue regalado a la unidad de los Royal Rifles de Canadá. Ahí fue rebautizado con el nombre de Gander, volviéndose la base militar su nuevo hogar.
El sacrificio de Gander por su batallón
En octubre de 1941, mientras la Segunda Guerra Mundial se desarrollaba, la unidad de los Royal Rifles y los Granaderos de Winnipeg fueron enviados juntos a la guerra para defender a la colonia británica de Hong Kong de las amenazas japonesas.
Al llegar al lugar designado, la tranquilidad les duró poco y en diciembre un grupo de japoneses desembarcó acompañado de un intenso bombardeo contra la base naval de Estados Unidos en Hawái, así como al norte de Malasia, Filipinas, Guam, la isla Wake y Hong Kong, donde se encontraba Gander con su batallón.
Gander y los Royal Rifles de Canadá a bordo del H.M.C.S. Prince Robert rumbo a Hong Kong, 15 de noviembre de 1941. Foto: Library and Archives Canada
El 19 de diciembre del mismo año, el primer batallón de los Royal Rifles quedó atrapado y con pocas oportunidades de responder la ofensiva. Durante uno de los ataques, una granada cayó junto al grupo de soldados y Gander, de forma valiente, tomó el explosivo con su hocico y se alejó rápidamente. La granada le explotó y murió al instante, pero logró salvar a su tropa.