Cultural

Una novela de culto y maldita: “El desierto y su semilla” de Jorge Barón Biza

La tradición narrativa latinoamericana es ecléctica en este tipo de escritores, cuyas ficciones dependen involuntariamente de sus tragedias personales.

Jorge Barón Biza.
Jorge Barón Biza.

Lo mejor sería empezar con una definición de El desierto y su semilla (1998), novela del escritor argentino Jorge Baron Biza (1942 – 2001): una patada en la boca del estómago y otra, de punta, en medio de las cejas. La lees y te preguntas si en realidad cabe tanta tragedia en una sola vida.

Se supone que El desierto y su semilla es una obra de ficción. Lo es, tanto en teoría y hechura, pero tampoco habría que caer en las meras taxonomías, porque el telón de fondo queda supeditado a la negrura personal de su autor (hay que hermanarlo con Horacio Quiroga). Hasta podría interpretarse como un testamento de alguien que ya no pudo más con el peso de haber quedado afectado por la desfiguración de su madre por cuenta de Raúl Barón Biza (escritor, millonario, excéntrico y pornógrafo, personaje de la sociedad argentina en la primera mitad del siglo XX), su esposo y padre de Jorge. Raúl, en una entrevista con sus abogados, en la que verían los pasos a seguir en el proceso de divorcio, no dudó en arrojarle ácido. Suceso real que motiva el inicio de la novela, con una descripción nerviosa del trayecto de Jorge y su madre rumbo al hospital para quemados. Por su parte, Raúl se suicida disparándose en la sien.

Sería una novela más si solo tratara de los muchos intentos que se hicieron para reconstruir el rostro de Clotilde Sabattini, de las esperanzas que le vaticinaban los médicos, sin lograr, en absoluto, resultado alguno. La esperanza entonces deviene en una decepción que degrada a su protagonista narrador. De esta manera la historia deja de ser un mero ajuste de cuentas con el pasado para convertirse en un duro intento por descender a los vericuetos del alma humana, a lo escondido y sucio de la misma. Por otro lado, se nos relata, abordando la figura del progenitor, la historia no oficial de los acontecimientos políticos e históricos de la Argentina del siglo XX. Este contrapunto es todo un cartucho de dinamita encendido llevado por una mano diestra que sabe administrar la información, no por nada Jorge Barón Biza fue un destacado periodista.

Jorge Barón Biza se suicidó (arrojándose del decimosegundo piso de un edificio de la ciudad de Córdoba) cuando su libro empezaba a recibir buenas críticas y la atención de los lectores. El desierto y su sumilla tuvo un largo camino para su reconocimiento. No fue nada fácil, no pocos leían la novela como si fuera un testimonio, una crónica, lo cual al autor no le gustaba nada, porque siempre hizo todo lo posible por ser un escritor de ficción, pero vemos que las intenciones de los hacedores no siempre sintonizan con la obra como tal. De esta novela, por sus señas ya expuestas, salen potenciadas todas las leyendas sobre Jorge Barón Biza y su padre Raúl. Ambos catalogados como autores malditos, igualmente sucede con Salvador Benesdra, de quien comentamos, hace poco, su mítica novela El traductor. La tradición narrativa latinoamericana es ecléctica en este tipo de escritores, cuyas ficciones dependen involuntariamente de sus tragedias personales.

Leer El desierto y su semilla como novela, da igual. Leerlo como hecho real, también. Reseñarla como novela, respetando el juego de disfraces de la ficción, no tiene sentido alguno, sobre todo cuando se trata de una de las más grandes obras de la narrativa contemporánea en castellano. No hay que quitarle la magia, menos la leyenda. Aquí, el género literario es lo que menos debe importar.

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La novela está disponible en librerías limeñas y en las plataformas de venta de libros.