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Cultural

Mario Molina, el adiós en su trazo final

Homenaje. El ilustrador y humorista gráfico político de esta casa editora falleció a los 64 años de edad. Tuvo el arte de enrostrar las taras de nuestra sociedad y fauna política.

“Mario era, básicamente, un extraordinario historietista. También un feroz dibujante de humor político". Foto: Carlos Contreras/La República
“Mario era, básicamente, un extraordinario historietista. También un feroz dibujante de humor político". Foto: Carlos Contreras/La República

Las páginas de Domingo, el suplemento de este diario, ya no traerán el certero trazo urticante de Mario Molina. Los congresistas de nuestro parlamento, entre otros personajes de nuestra fauna política, estarán libres del azote de su tinta. El dibujante, el ilustrador, el historietista, acaba de fallecer víctima de un mal que hace tres meses lo emboscó, sorpresivamente. Sin embargo, Mario, trejo, se mantuvo de pie, con el pulso firme, siguió publicando y lo hizo hasta el domingo pasado. Su enfermedad no le daba tregua, pero él tampoco quiso ceder, como humorista gráfico se mantuvo atento, sin perder de vista la realidad política.

Ser ilustrador (también trabajó Aspavientos, libro de Alejandro Susti) y humorista político solo era un aspecto de Mario Molina, tarea que realizó en la revista Caretas y diarios La Crónica, Gestión, El Comercio y, como hemos dicho, últimamente en nuestra casa editora. En realidad, Mario era un artista, un historietista como lo demostró con la novela gráfica En la cara no (Ed. Reservoir Books, 2021), junto con el escritor Óscar Malca.

El curso de la vida

Mario Molina nació en Lima, en 1959. Como lo suyo era interactuar con su entorno, con la sociedad, decidió estudiar Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Lima. la vocación de dibujante la descubrió muy temprano, cuando estudiaba en el colegio Franco Peruano. Según contó al portal Libros a mí, allí  descubrió revistas francesa de humor gráfico. Y más todavía, cuando llegó un alumno nuevo francés que trajo consigo algunas revistas que le entusiasmaron y afirmó su devoción por el dibujo y las historietas.

 Y cuando estuvo en la universidad. seguía dibujando. Tanto así que un día su hermano, como quien lo empuja, le dijo: “Anda, busca trabajo como dibujante. Estás perdiendo plata”.

Y le tomó la palabra. Tocó las puertas de la revista Caretas y quien se la abrió fue Enrique Zileri que en un golpe de vista apreció el trazo del joven dibujante y lo incorporó a su redacción.

Arte. Una de sus últimas ilustraciones. Al lado, novela grafica que trabajó con Óscar Malca. Foto: difusión

Arte. Una de sus últimas ilustraciones. Al lado, novela grafica que trabajó con Óscar Malca. Foto: difusión

Allí comenzó su peregrinaje por los medios de comunicación. Sus trabajos de caricatura política también se publicaron en la revista El Idiota Ilustrado. Asimismo, sus primeras tentativas como historietas lo hizo en el diario La Crónica en 1986, donde creó el personaje “Fémina”. Más adelante, en 1992, publicó el libro de historieta Anita, trabajo que ganó el primer premio del concurso de historieta convocado por la revista La Tortuga, en 1990.

Pero su libro mayor es En la cara no, en la que grafica la sordidez de una ciudad como bien puede ser Lima, más todavía si esto se acentúa con sus dibujos en blanco y negro (y a veces en duotono, con azul). “Mario era, básicamente, un extraordinario historietista. También un feroz dibujante de humor político. Es una pena que no haya tenido el tiempo necesario para que hiciera sus proyectos de historietista, que en eso él estaba en un plano mayor”, dice el dibujante Omar Zevallos, amigo del entrañable Mario Molina.

Dato

Velatorio. Los restos mortales de Mario Molina se velan en el velatorio de la iglesia Virgen de Fátima (Malecón de la Reserva 924, Miraflores).