Sergio Ramírez, Nicaragua en la piel
El escritor nicaraguense fue despojado de su nacionalidad junto a decenas de opositores al régimen de Daniel Ortega. Afirma que eso es un absurdo porque el país es la memoria, la infancia, los sentimientos.
El escritor Sergio Ramírez fue una de las 94 personas que el 16 de febrero perdieron “sus derechos ciudadanos de forma perpetua”, según una sentencia de las autoridades judiciales de Nicaragua. Él se enteró durante la madrugada, mientras iba al baño y vió que la pantalla de su celular se iluminaba por la llegada de varios mensajes. Al leerlos se enteró que ya no era ciudadano nicaragüense.
Según ha contado en una entrevista con la BBC “eran las 2 de la mañana, nadie sabía que estaba despierto, no iba a despertar a mi mujer por esto, así que me volví a dormir”. Después, reflexionó sobre lo ocurrido: “la barbarie de que me están quitando la nacionalidad, acusándome de traición a la patria. Es un delito que no existe, es un delito rocambolesco”.
Para Ramírez, que en el pasado compartió los ideales sandinistas con Daniel Ortega -el hoy presidente de Nicaragua- venimos de países donde nada está escrito, donde las leyes son reescritas cada día o borradas cada día, y esa es una gran anomalía de nuestros países. Sus posiciones críticas hicieron que debiera partir a España, al exilio, donde hoy vive.
“Con Ortega estamos frente a alguien que tiene una capacidad de invención más poderosa que la mía que soy escritor. Es alguien que inventa leyes, disposiciones y que usa el arbitrio absoluto para castigar”, ha dicho.
-¿Cómo te afecta todo esto?- preguntó BBC.
“En medio de las tormentas es esencial estar tranquilo. (…) Durante la dictadura de Somoza fueron tiempos difíciles (…). Tuve que abandonar a mi familia en Costa Rica para regresar a Nicaragua a la lucha. Mi vida clandestina en Nicaragua también fue difícil, era la zozobra, era la incertidumbre frente a la posibilidad de la muerte. Hoy el exilio y la despatriación me encuentran ya en otra edad, cuando la meditación es posible y sustituye a la acción”.
Ramírez combate hace años al régimen dictatorial de Ortega (al lado) y denuncia el drama nicaraguense. Foto: La República
Para Ramírez, estas medidas, que incluyeron también a la reconocida poeta Gioconda Belli, demuestran que Ortega se siente más débil que nunca y que además está aislado porque otros mandatarios de izquierda como Gustavo Petro, Alberto Fernández o Lopez Obrador le plantearon salidas dialogadas a su conflicto con la oposición y acabó peleándose con ellos.
A la pregunta de qué es ser nicaragüense, Ramírez contestó: “El país es la memoria, los sentimientos, la infancia, mi pueblo natal, los volcanes, es lo que no me pueden quitar. Quitarle el país a alguien es una cosa completamente absurda. Te pueden hasta despellejar, pero tú país no te lo quitan ni aunque te dejen en carne viva. El país está bajo la piel, está en los huesos, en la sangre. Creo que ni siquiera si te quitan la vida te quitan el país”.
El escritor también señala que Ortega –que ya va por su quinto mandato consecutivo- no tiene reparos en exiliar o dejar que los nicaragüenses se vayan de su país porque le conviene económicamente: el país recibe hasta 3,000 millones de dólares de remesas de aquellos que se fueron a Estados Unidos, Costa Rica o Europa y envían ese dinero a sus familiares. Con eso la economía se sostiene.
La represión y las condiciones en que viven miles de nicaraguenses son difíciles, pero la política de Ortega es acallar cualquier disidencia. Por eso para Ramirez es importante que la comunidad internacional, como ha ocurrido ahora, mantenga los focos puestos sobre lo que está pasando en su país.
“¿Ha valido la pena esa lucha?”, preguntó el medio inglés. “Claro que sí. (…) A mi me avergonzaría mucho ser un escritor al margen, sentado a la vera del camino, desatendido de lo que ocurre en mi país”. A la pregunta “¿sigues siendo nicaragüense?”, respondió: “Claro que sí. Nacido el 5 de agosto de 1942 en Masatepe, departamento de Masaya, en una familia de músicos pobres”.