Óscar 2024: apariencias y contradicciones

Por Sandro Mairata

Este domingo 10 de marzo habrá un nombre más comentado que Óscar: Barbie. Las bromas, las puyas, los memes fluirán sin cesar. Por si el lector anduvo en una isla, el tema es así: siendo Barbie una cinta que desde su feminismo –aunque le digan blanco, errado o acertado, ese no es el punto– cuestionaba el patriarcado, resultó que ni su actriz principal, Margot Robbie, ni su directora, la laureada Greta Gerwig, fueron nominadas en sus categorías. El nominado fue Ryan Gosling por su rol de Kenneth Sean Carson, Ken.

Gosling publicó de inmediato un comunicado expresando su “decepción” por el ninguneo a Robbie y Gerwig, quienes, por otro lado, recibieron todo tipo de palabras de apoyo, incluyendo a Hillary Clinton, quien usó el hashtag #HillaryBarbie para escribir: “Aunque puede molestar ganar en la taquilla, pero no llevarse a casa el oro, sus millones de fans las amamos”.

El tema Robbie-Gerwig es interesante porque resalta cómo este Óscar 2024 será un vodevil de apariencias y contradicciones que merecen explicarse. Lo primero es entender que la Academia tiene unos 10.000 miembros de los cuales unos 9.500 están aptos para votar en el Óscar. El sistema, en sencillo, es un voto por mejor película y un voto por el rubro al que pertenece el votante: directores votan por directores, actores votan por actores, etc. Siguiendo esta explicación, fueron los propios votantes directores y actores quienes dejaron fuera a Robbie-Gerwig, sus pares. ¿Por qué?

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En principio, porque aunque la Academia haga grandes alharacas proclamando su diversidad, “los que votan siguen siendo en su mayoría hombres”, explica Fabián Waintal, periodista argentino afincado en Los Ángeles que lleva unos 35 años cubriendo el Óscar in situ. “Está claro que los directores y los actores no quisieron a Margot Robbie ni a Greta Gerwig, son las cosas de estas votaciones. Para entender los resultados hay que entender cómo se vota”.

 En la línea de esas tendencias, para Waintal, estarían claros algunos premios: Robert Downey Jr. como mejor actor de reparto y Christopher Nolan como mejor director por Oppenheimer. Lo mismo que Lily Gladstone por Los asesinos de la luna. Ahí lo interrumpo porque no estoy de acuerdo; de hecho unos días antes puse en mis redes “No nos hagan perder el tiempo y denle el Óscar a mejor actriz de una vez a Emma Stone por Pobres criaturas” y Waintal comentó: “Mmm..., no estás pensando como los que votan en la Academia”.

¿Cómo piensan los que votan en la Academia?

Francisco Lombardi, nuestro director más conocido, fue invitado como votante de la Academia el año pasado y este año ha ejercido por primera vez su voto: uno para mejor película, otro para mejor director (su rubro). “Lamento mucho que no se haya incluido a Alexander Payne (director de Los que se quedan) o tampoco a Leonardo DiCaprio (protagónico en Los asesinos de la luna), fueron dos que me gustaron mucho”.

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Lombardi reitera lo dicho por Waintal: “Los actores han tomado otras opciones, los directores han tomado otras opciones”. Cuando se habla del Óscar y “la Academia”, el término “la Academia” parece evocar a una mano todopoderosa –quizá sobornable o al menos susceptible a maquinaciones a puerta cerrada– que inclina de forma antojada los resultados. “No es un voto de crítica, es un voto de mayorías”, dice Lombardi, aunque precisa que para una categoría como mejor película internacional sí hay un comité que vela por selecciones más estrictas. El resultado ha sido una tanda de filmes formidables por segundo año consecutivo, con La zona de interés (Reino Unido), compitiendo con Yo capitán de Italia y Perfect Days de Japón junto con la popular La sociedad de la nieve de España o Sala de profesores de Alemania. La queja más sonada es la omisión de la magnífica Hojas de otoño de Aki Kaurismäki (Finlandia) en el grupo.

Volviendo a lo dicho por Waintal, Gladstone sería una ganadora más que fija debido al mentado pensamiento de la Academia. “La gente que vota en el Óscar no piensa en ‘si me gusta’ solamente; piensa en todo”, afirma. “Gladstone ya lo ganó. Es una india estadounidense y en su rol está perfecta: habla poco, habla con la cara, habla con el rostro, no necesita de más. La actuación de Emma Stone está recontra exagerada; al final su actuación va mejorando de la mitad para adelante, y los que votan son gente de cine. Cuando llega la comparación, ¿a quién le vas a dar? ¿A alguien que por primera vez es nominada, una nativa estadounidense y que quizá no vuelva a estar nominada, o a Emma Stone que ya tiene un Óscar en su casa? Eso no quita que quizá lo gane, pero son tres cosas distintas: lo que yo quiero que gane, lo que la gente quiere que gane, y lo que va a ganar”.

Por otro lado, el reparto de nominaciones y los premios precedentes tienen impacto directo en el mercado: Oppenheimer ha vuelto a los cines y Nolan aprovechó, además, para reestrenar Tenet —que tiene sus fans– y hay una lluvia de felicitaciones de los estudios a sus producciones. Se espera, asimismo, que la acumulación de nominaciones (13 para Oppenheimer, 11 para Los asesinos de la luna) no reste interés en producciones excelentes como Vidas pasadas o Secretos de un escándalo que ya se anuncian pronto en cines locales. Una primera muestra de la crueldad del mercado es lo que ocurre con Anatomía de una caída, Pobres criaturas o Los que se quedan, excelentes filmes relegados a un puñado de funciones en nuestras salas.

Le pregunto a Lombardi qué se siente votar por primera vez para el Óscar (me dice de antemano que no irá este año): “No se siente nada especial. Yo soy cinéfilo y lo sigo a pesar de que a veces pueda estar en desacuerdo con las decisiones; igual siempre me despertará curiosidad porque yo amo el cine en general”.