“La vida es bella” y la muerte de Guido: el sacrificio de un padre y una desgarradora escena
Dirigida, escrita y protagonizada por Roberto Benigni, “La vida es bella” nos presenta a una familia italiana llevada a un campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial.
Este 2022 se cumplen 25 años desde que “La vida es bella” llegó a la pantalla grande. Dirigida, escrita y protagonizada por Roberto Benigni, esta película presenta una de las tramas más conmovedoras en la historia del cine, que le sigue valiendo reconocimientos al mencionado artista, quien fue honrado en la última edición del Festival de Venecia por su destacada trayectoria.
Sin duda, la trama de la cinta removió fibras profundas en el corazón del público y de la crítica especializada, por lo que traspasó su natal Italia para llegar a los Oscar de 1999 hasta en siete categorías, incluida mejor película. Sin embargo, solo se llevó el premio en tres de ellas: mejor actor, mejor música y mejor película extranjera.
La vida es bella ganó un Premio Oscar a mejor película a 'Mejor película' extranjera - Fuente: difusión
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Una tragicomedia con guerra de fondo
Pese a que el título “La vida es bella” puede sonar muy inspirador, la historia de este aclamado largometraje está lejos de ser un cuento de fantasía. Es una tragicomedia que nos sitúa en la Italia de los años 30, cuando la Segunda Guerra Mundial estaba en pleno apogeo.
En este contexto, Benigni interpreta a Guido Orefice, un hombre judío que se enamora perdidamente de una profesora llamada Dora. Ambos viven su amor y tienen a su hijo Giosue. Al formar su familia, se mudan a la casa de Eliseo Orefice, tío del protagonista, para disfrutar de días felices sin darse cuenta de que una guerra se desarrolla como telón de fondo.
Lo inadvertido se vuelve un escándalo mayor poco tiempo después, cuando tropas alemanas detienen a Guido y al resto de sus parientes para llevarlos a un campo de concentración. Hasta este punto, todo dibuja un panorama tan oscuro como suena, pero no para el niño.
Roberto Benigni es conocido mundialmente por La vida es bella de 1997. Foto: composición/Miramax
El amoroso padre no va a permitir que su primogénito sufra, por lo que inventa que toda la confusión en las tierras de Hitler es parte de un ambicioso juego global. De ese modo, el señor le dice a Giosue que debe completar ‘tareas’ para los ‘moderadores’ del campo, mientras evita un peligroso destino.
Es así como, con astucia e ingeniosos tintes de comedia, puede salvar a su hijo. Incluso, le toca ser traductor de un oficial alemán a pesar de que él no habla ni una sola palabra del idioma. Con todo ello, no tarda en asumir que el tiempo es escaso.
Giorgio Cantarini grabó La vida es bella cuando tenía 5 años - Crédito: Miramax
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El sacrificio de un incomparable amor
Hacia el final de “La vida es bella”, Benigni nos regala lo que, probablemente, es una de las escenas más tristes en la historia del cine. A poco de la llegada de las fuerzas aliadas al campo de concentración, Guido logra esconder a Giosue en una especie de caja de metal. Para continuar con su chispa de aventura, le dice que no haga ruido porque todo mundo está buscándolo, ya que podría ser el ganador absoluto de este juego mortal.
Sin embargo, el señor sabe que está más cerca de la muerte que de reunir a su familia y huir del lugar. Todo empeora cuando un guardia lo retiene antes la atenta mirada del niño, quien observa todo desde una reducida rendija en su refugio momentáneo.
Roberto Benigni es Guido Orefice - Crédito: Miramax
Al hacer una burlona marcha de soldado y sin prestar mucho caso a lo que le decía el guardia, el protagonista es conducido a la muerte en un oscuro callejón, del que solo se escucha el sonido de una metralleta accionada para quitarle la vida a un hombre que se sacrificó para asegurarse de que su hijo pueda crecer y pueda conocer que la vida es bella.
A la mañana siguiente, Giosue sale de su escondite y se topa con el tanque de Estados Unidos: ha ganado el juego que su padre inventó para él y está ansioso por contárselo a su madre, a quien logra ver poco después. Un cierre que, sin duda, permanece en el recuerdo de miles de espectadores.