Especialista de Harvard sugiere consumir estos 4 bocadillos a la semana para revertir el hígado graso: simples de encontrar
Más del 25 % de la población en todo el mundo sufre la enfermedad del hígado graso no alcohólico. Un doctor de la Universidad de Harvard pide consumir manzanas con miel y avena para prevenirla.
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Nature Gastroenterology & Hepatology asegura que más del 25% de la población mundial sufre la enfermedad del hígado graso no alcohólico. Si eres sedentario y consumes alimentos ultraprocesados, tu cuerpo podría adquirir este mal y atravesar graves consecuencias, como complicaciones hepáticas de alta gravedad. Sin embargo, si modificas tu dieta, podrías combatir su aparición.
El doctor Saurabh Sethi, hepatólogo formado en la Universidad de Harvard y divulgador en salud digestiva, compartió recomendaciones concretas para combatir esta afección a través de la alimentación. En particular, sugiere incorporar semanalmente cuatro bocadillos funcionales, respaldados por evidencia científica y beneficiosos para la salud del hígado. Estas combinaciones no solo favorecen la reducción de grasa hepática, sino que también promueven un bienestar general.
Dátiles con nueces, el alimento crucial para el hígado
Esta dupla representa una estrategia simple y eficaz para favorecer el metabolismo hepático. Los dátiles, a menudo descartados por su dulzura, contienen fibra soluble que ayuda a reducir la absorción de grasas y azúcares. Este tipo de fibra tiene un efecto directo en la reducción de la acumulación de grasa en el hígado.

Las nueces son una de las pocas fuentes vegetales de ácidos grasos omega-3. Foto: IStock
Por su parte, las nueces aportan ácidos grasos omega-3 de origen vegetal, compuestos que han sido relacionados con una menor inflamación hepática y mejores niveles de enzimas hepáticas. Un estudio publicado en el Journal of Clinical Nutrition concluyó que un mayor consumo de nueces se asocia con un menor riesgo de NAFLD. Consumir dos dátiles acompañados de un puñado pequeño de nueces, dos veces a la semana, puede marcar una diferencia significativa en el equilibrio metabólico del organismo.
La importancia de incorporar el chocolate con nueces
Incorporar chocolate en una dieta saludable puede parecer contradictorio, pero si se trata de chocolate amargo con más del 70 % de cacao, el efecto puede ser positivo. Este tipo de chocolate contiene polifenoles antioxidantes, sustancias que contrarrestan el estrés oxidativo, uno de los factores que acelera el deterioro hepático.

El chocolate negro de calidad contiene antioxidantes. Foto: IStock
Al combinarlo con nueces como almendras o pistachos, se potencia la acción antiinflamatoria gracias a su contenido en vitamina E y grasas insaturadas, según un estudio de American Journal of Gastroenterology. Las dietas ricas en estos nutrientes contribuyen a mejorar marcadores hepáticos en personas con hígado graso. Un cuadrado de chocolate con un pequeño puñado de frutos secos, una o dos veces a la semana, puede integrarse fácilmente a la rutina sin afectar el equilibrio calórico.
Manzanas con miel y canela
Este refrigerio ofrece una combinación que beneficia tanto al sistema digestivo como al hepático. Las manzanas contienen pectina, una fibra soluble que mejora la salud intestinal y ayuda a eliminar grasas. Al agregar canela, se introduce un compuesto bioactivo con propiedades antiinflamatorias, útil para reducir los niveles de azúcar en sangre y mejorar la sensibilidad a la insulina.

Las manzanas contienen un tipo de fibra soluble que alimenta las bacterias intestinales y se une a las grasas. Foto: IStock
La miel cruda, en pequeñas cantidades, puede favorecer la microbiota intestinal, un factor estrechamente vinculado al metabolismo hepático. Esta preparación puede servirse fría o tibia, convirtiéndose en una opción saludable para distintas épocas del año. Es una elección accesible, funcional y sabrosa para quienes buscan mantener su hígado en buen estado.
Yogurt griego con frutos rojos
El yogur natural tipo griego destaca por su alto contenido de proteínas y probióticos vivos, esenciales para restaurar la flora intestinal. Un intestino saludable facilita la eliminación de toxinas y regula el almacenamiento de grasa en el hígado. A diferencia de otras variedades, el yogur griego no contiene azúcares añadidos y su consistencia cremosa favorece la saciedad.
Complementarlo con frutas como arándanos o fresas añade antioxidantes naturales y vitamina C, nutrientes claves para proteger las células hepáticas. Estudios recientes, como uno publicado en Liver International, han demostrado que el consumo regular de probióticos y polifenoles mejora la función hepática en personas con hígado graso. Una porción moderada de este bocadillo varias veces por semana puede integrarse como parte de una rutina de autocuidado nutricional.