El árbol que ha sobrevivido 200 millones de años desde el periodo Jurásico y ahora es el más protegido del mundo
Esta misteriosa especie de árbol ha permanecido intacto durante millones de años y su follaje distintivo se vinculan directamente con fósiles del Jurásico.
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Bajo las formaciones rocosas del parque nacional Wollemi, en Nueva Gales del Sur, Australia, crece una especie que ha desafiado al tiempo. El pino de Wollemi, considerado un fósil viviente, fue redescubierto en 1994, pese a que su linaje se remonta a hace más de 200 millones de años, en pleno periodo Jurásico. Su hallazgo fue tan inesperado que los botánicos lo calificaron como el equivalente a encontrar un dinosaurio con vida.
Desde su identificación por Servicio de Parques Nacionales de Nueva Gales del Sur, este árbol ancestral ha capturado la atención de científicos y ambientalistas. Con menos de 100 ejemplares adultos en estado silvestre, su supervivencia depende de estrategias rigurosas de conservación.

El pino de Wollemi fue redescubierto en un cañón al oeste de Sidney, en Australia. Foto: Earth.com
El pasado olvidado del pino de Wollemi
El pino de Wollemi pertenece a la familia de las Araucariaceae, un linaje vegetal que compartió ecosistemas con reptiles gigantes. A lo largo de las eras, muchas especies de esta familia desaparecieron, y se creyó extinto hasta que una caminata fortuita reveló su existencia en un estrecho cañón del parque nacional Wollemi.

Pinos de Wollemi formando un bosque con 200 ejemplares en Australia. Foto: EFE
Este árbol prehistórico destaca por su corteza con textura similar a burbujas de chocolate y un follaje inusual, rasgos que coinciden con fósiles hallados en sedimentos del Jurásico. Las instituciones botánicas, como el Real Jardín Botánico de Sídney, han liderado los estudios para determinar su origen y adaptación, confirmando que se trata de una especie única que sobrevivió aislada durante millones de años.
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Cuidando a un ‘fósil viviente’
Catalogado como en peligro crítico de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), el pino de Wollemi enfrenta múltiples amenazas, entre ellas los incendios forestales y enfermedades letales como el hongo Phytophthora cinnamomi, que afecta el sistema radicular de numerosas plantas.
Para proteger a este árbol más protegido del mundo, las autoridades implementaron medidas extremas de bioseguridad. Cualquier persona que accede a su hábitat debe someterse a un proceso de descontaminación. Además, se instalaron sistemas de vigilancia y se restringió la localización exacta de los ejemplares silvestres para evitar el saqueo de especímenes por parte de coleccionistas ilegales.
En 2020, durante una oleada de incendios que arrasaron gran parte del este australiano, brigadas especiales lograron evitar que el fuego alcanzara al pequeño grupo de pinos de Wollemi en estado natural, en lo que fue considerado una operación histórica de defensa ecológica.
Conservando un tesoro botánico
Para reducir el riesgo de extinción, el gobierno australiano y jardines botánicos de todo el mundo impulsaron un programa de propagación legal del pino de Wollemi. Gracias a esto, hoy existen ejemplares cultivados en instituciones científicas y hogares particulares, lo que ha permitido disuadir el mercado negro y aumentar la conciencia global sobre su importancia.
El interés por esta planta prehistórica también ha crecido por su notable resiliencia climática. Científicos investigan su capacidad para soportar condiciones extremas como sequías prolongadas y cambios térmicos, lo que podría ofrecer pistas clave para la adaptación de especies forestales en un planeta en calentamiento.
¿Cómo se preserva el futuro del pino de Wollemi?
El banco de semillas del Millennium Seed Bank, en el Reino Unido, ha almacenado ejemplares genéticos del pino de Wollemi como parte de un plan global para conservar especies únicas. A este esfuerzo se suman proyectos de clonación y cultivo in vitro, con el fin de mantener la diversidad genética y evitar cuellos de botella evolutivos.
Estas técnicas complementan el monitoreo ambiental constante que se realiza con sensores remotos y análisis de ADN ambiental (eDNA), herramientas que podrían facilitar el descubrimiento de otros organismos ancestrales en áreas inexploradas. El caso del pino de Wollemi ha impulsado una nueva era de exploración científica centrada en la conservación de especies únicas.
















