Exponerse a la contaminación del aire te deprimiría, según un nuevo estudio
Científicos vinculan la contaminación del aire a largo plazo, especialmente el dióxido de azufre, con un mayor riesgo de depresión, e instan a implementar controles para proteger la salud mental.
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Un estudio publicado en la revista Science and Ecotechnology revela una relación directa entre la exposición prolongada a la contaminación del aire y un mayor riesgo de depresión. El trabajo, liderado por científicos de Harbin Medical University y Cranfield University, se basó en datos del China Health and Retirement Longitudinal Study (CHARLS), que monitoreó a más de 12.000 personas durante varios años.
El dióxido de azufre (SO₂) surgió como el contaminante más perjudicial para la salud mental, seguido por el material particulado fino (PM2.5) y el monóxido de carbono (CO). La investigación destaca que la combinación de estos agentes tóxicos potencia los efectos nocivos sobre el bienestar emocional, agravando síntomas asociados a trastornos depresivos, especialmente en adultos mayores.

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¿Cómo afecta la contaminación en la salud mental?
La contaminación del aire no solo compromete los pulmones y el corazón. Este estudio científico identificó que las partículas contaminantes, al ingresar al organismo, pueden afectar el cerebro, deteriorando funciones cognitivas clave como la memoria, la atención y la capacidad de razonamiento.
Los investigadores explicaron que estos deterioros en la salud cognitiva y el deterioro físico actúan como factores intermediarios que incrementan el riesgo de depresión. De hecho, quienes viven en zonas con altos niveles de SO₂ y PM2.5 experimentaron una reducción significativa en su desempeño mental y bienestar emocional. Los científicos advierten que los efectos no son inmediatos, sino acumulativos, lo que convierte a la exposición prolongada en un factor de riesgo silencioso pero poderoso.
Urge una respuesta global para proteger la salud
Frente a estos hallazgos, los autores del estudio hacen un llamado urgente a implementar políticas ambientales más estrictas. Proponen una intervención ambiental coordinada que apunte especialmente a reducir las emisiones de dióxido de azufre, ya que su presencia en el aire representa una amenaza creciente para la salud pública.
“Nuestros hallazgos subrayan la necesidad crucial de una gestión integrada de la calidad del aire para mejorar la salud física y mental”, concluyen los expertos. La investigación sugiere que mejorar la calidad del aire puede disminuir la carga global de trastornos mentales, sobre todo en países con elevados índices de polución como China. Este estudio refuerza la necesidad de actuar con urgencia para prevenir crisis sanitarias derivadas del entorno contaminado.