El misterio del agua salada: científicos explican por qué el mar es salado si se alimenta de ríos
Aunque el agua de los ríos es dulce y desemboca en el océano, este contiene altas concentraciones de sal. ¿Por qué?
El agua del mar, con su característico sabor salado, representa una paradoja a primera vista: proviene de ríos y arroyos que transportan agua dulce. Sin embargo, esta aparente contradicción tiene su origen en procesos naturales que han moldeado los océanos durante millones de años.
Desde las lluvias que disuelven minerales en tierra firme hasta los fenómenos volcánicos submarinos, cada gota de agua en el mar cuenta una historia de transformación química y geológica. "El agua dulce que llega al océano no está completamente libre de sales y minerales", afirma, en un artículo publicado en The Conversation, Antonio Figueras, investigador del Instituto de Investigaciones Marinas.
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¿Por qué el agua del mar es salada?
La salinidad del mar se debe principalmente a dos fuentes: los minerales transportados por ríos y la actividad volcánica en el fondo oceánico, según explica Figueras. Las lluvias, al contener pequeñas cantidades de dióxido de carbono, generan un ácido débil que erosiona las rocas y libera iones como sodio y cloruro. Estos elementos, arrastrados por los ríos, llegan al mar, donde se acumulan progresivamente.
En las profundidades marinas, los respiraderos hidrotermales también juegan un papel central. Estas fisuras en la corteza terrestre liberan agua caliente cargada de minerales disueltos tras interactuar con el magma subterráneo. Los volcanes submarinos, por su parte, emiten gases y sales que enriquecen aún más el contenido salino del agua.
El resultado de estos procesos es un equilibrio químico notable: el ion sodio y el cloruro constituyen el 85 % de las sales disueltas en el océano. Su combinación, el cloruro de sodio, no solo aporta salinidad, sino que regula propiedades como la densidad y la conductividad del agua.
¿El mar ha sido tan salado desde siempre?
En los primeros milenios de la Tierra, los océanos eran considerablemente menos salados, de acuerdo a investigaciones. Durante la formación de los continentes, las lluvias comenzaron a erosionar las rocas, lo que inició el transporte de minerales hacia los mares primitivos. Con el tiempo, este proceso acumulativo elevó gradualmente la salinidad oceánica.
A pesar de que cada año los ríos vierten miles de millones de toneladas de sales al mar, la salinidad se mantiene estable gracias a un equilibrio dinámico. Parte de las sales se precipitan y forman sedimentos en el fondo marino, mientras que los organismos acuáticos absorben minerales para sus procesos biológicos. Este ciclo asegura que la composición del agua salada no cambie drásticamente a lo largo de los siglos.