Ciencia

El océano cuyas corrientes van en sentido contrario y podrían colapsar por el cambio climático

Investigadores alertan sobre un posible colapso de las corrientes marinas del Atlántico, un cambio con consecuencias globales.

El derretimiento de los glaciares está afectando en las dinámicas de las corrientes marinas. Foto: NASA
El derretimiento de los glaciares está afectando en las dinámicas de las corrientes marinas. Foto: NASA

El océano Atlántico, el cual ocupa la quinta parte de la Tierra, enfrenta una amenaza sin precedentes debido al cambio climático. Su sistema de corrientes marinas, que ha mantenido el equilibrio del clima en el planeta durante milenios, se dirige hacia un punto de inflexión, según un reciente artículo de investigación publicado en la revista Science Advances.

"Uno de los elementos de inflexión climática más destacados es la circulación meridional de vuelco del Atlántico (AMOC), que potencialmente puede colapsar debido a la entrada de agua dulce en el Atlántico Norte", se indica en el estudio.

El complejo entramado de corrientes del Atlántico, que transporta calor y nutrientes a través del globo, podría sufrir un colapso que alteraría drásticamente el clima mundial, con consecuencias impredecibles para la humanidad y los ecosistemas naturales.

¿Por qué las corrientes del Atlántico pueden colapsar?

El cambio climático, impulsado por el aumento de gases de efecto invernadero —emitidos, principalmente, por el uso de combustibles fósiles en las actividades humanas—, amenaza la estabilidad de AMOC. La principal causa de preocupación es el incremento del agua dulce en el Atlántico Norte, que se deriva del acelerado derretimiento de los glaciares y las capas de hielo del Ártico.

El aporte de agua dulce disminuye la salinidad y la densidad del agua marina, lo que obstaculiza el proceso de hundimiento que impulsa la circulación de AMOC.

La investigación indica que —de acuerdo a otros estudios consultados—, desde 1950, AMOC ha experimentado una reducción del 15% en su fuerza, lo cual lo sitúa en el estado más débil de los últimos milenios.

 Recientemente, se descubrió que la interacción entre las corrientes oceánicas era más compleja de lo que se estimaba hace años. Foto: NOAA

Recientemente, se descubrió que la interacción entre las corrientes oceánicas era más compleja de lo que se estimaba hace años. Foto: NOAA

Las corrientes del Atlántico

Las corrientes del Atlántico forman parte de un vasto sistema de circulación oceánica que transporta agua, calor, sal y nutrientes y afecta a los climas regionales y globales. En este proceso, influyen corrientes superficiales —impulsadas principalmente por el viento—, y corrientes profundas —movidas por diferencias de densidad a raíz de variaciones en la temperatura y la salinidad del agua—.

Este sistema, conocido como AMOC, incluye la corriente del Golfo, vital para el traslado de aguas cálidas desde los trópicos hacia el norte, lo que influencia significativamente el clima de Europa Occidental y Norteamérica.

Una de las corrientes que también interviene es la del Atlántico Norte, la cual es una continuación de la corriente del Golfo y se extiende hacia el noreste, a través del Atlántico Norte hacia Europa.

A su vez, la corriente del Atlántico Sur transporta agua fría hacia el norte desde el extremo sur del océano Atlántico, en la región antártica, hacia el ecuador. Esta incluye la corriente de Brasil, que fluye hacia el sur, a lo largo de la costa este de Sudamérica; y la corriente Benguela, que va hacia el norte a lo largo de la costa oeste de Sudáfrica.

¿Por qué se dice que van en sentido contrario?

Se dice que las corrientes del Atlántico Norte y del Atlántico Sur van en sentido contrario debido a la orientación de la circulación oceánica en cada hemisferio, influida por varios factores, entre ellos el efecto Coriolis, resultado de la rotación de la Tierra.

En general, la circulación oceánica sigue patrones giratorios conocidos como giros, que se mueven en sentido horario en el hemisferio norte y en sentido antihorario en el hemisferio sur. Ello da lugar a corrientes superficiales que, en efecto, fluyen en direcciones opuestas en los dos hemisferios cuando se observan a través del océano Atlántico.

 La corriente del Atlántico norte y del Atlántico sur gira en movimientos contrarios. Imagen referencial. Foto: I Stock

La corriente del Atlántico norte y del Atlántico sur gira en movimientos contrarios. Imagen referencial. Foto: I Stock

Efectos del punto de inflexión

La investigación, publicada en Science Advances, destaca el uso de modelos climáticos globales para simular el comportamiento de AMOC bajo el estrés del cambio climático. Los resultados afirman que un incremento continuo de agua dulce podría llevar a su colapso en menos de un siglo. ¿Cuáles serían las consecuencias?

  • Enfriamiento del hemisferio norte. Una de las consecuencias más inmediatas sería un notable enfriamiento del hemisferio norte, incluyendo regiones de Europa y Norteamérica. A pesar del calentamiento global, este efecto localizado podría disminuir las temperaturas en varios grados centígrados, con inviernos más fríos y prolongados.
  • Alteración de patrones climáticos. El colapso de AMOC afectaría la distribución del calor en el planeta, modificando patrones climáticos establecidos. Esto incluye cambios en las precipitaciones, con posibles sequías en algunas áreas y lluvias excesivas en otras, afectando la agricultura, la disponibilidad de agua dulce y los ecosistemas naturales.
  • Incremento del nivel del mar. La redistribución del agua en los océanos, a raíz del cambio en las corrientes, podría provocar un aumento en el nivel del mar en algunas regiones atlánticas. Esto expondría a ciudades costeras a mayores riesgos de inundaciones.
  • Impacto en la biodiversidad. La alteración de las corrientes marinas impactaría directamente los ecosistemas oceánicos y la biodiversidad. Las corrientes oceánicas son cruciales para transportar nutrientes y oxígeno, fundamentales para la vida marina. Un cambio en estas condiciones podría resultar en la pérdida de hábitats y especies, tanto marinas como terrestres.
  • Cambios en el hemisferio sur:. Mientras el hemisferio norte enfrentaría un enfriamiento, algunas regiones del hemisferio sur podrían experimentar un calentamiento adicional. Esta asimetría en la respuesta climática global complicaría aún más los esfuerzos por adaptarse y mitigar los efectos del cambio climático.

El equipo de investigadores a cargo del estudio enfatiza la necesidad de monitorear las corrientes del Atlántico y desarrollar estrategias para mitigar los posibles impactos del cambio catastrófico que se advierte.