Ciencia

Universidad rechazó investigación de científica y ahora se adjudica el crédito por su Premio Nobel

Katalín Karikó, ganadora del Nobel de Medicina 2023, fue investigadora en la Universidad de Penn, pero renunció a su puesto hace una década porque la institución no apostó por su trabajo.

La bioquímica Katalín Karikó, ganadora del Nobel de Medicina 2023, recibió el respaldo de sus colegas tras lo ocurrido con la Universidad de Penn. Foto: composición LR
La bioquímica Katalín Karikó, ganadora del Nobel de Medicina 2023, recibió el respaldo de sus colegas tras lo ocurrido con la Universidad de Penn. Foto: composición LR

La comunidad científica de Estados Unidos ha alzado su voz contra la Universidad de Penn por adjudicarse el crédito del Premio Nobel de Medicina 2023, otorgado a la bioquímica húngara Katalín Karikó, quien fue docente en la institución, pero renunció por no poder continuar dentro de ella con la investigación que le ha merecido este importante galardón de la ciencia.

El martes pasado, Karikó ganó el Nobel de Medicina por sus aportes a la tecnología del ARN mensajero, que permitió desarrollar en tiempo récord una nueva generación de vacunas que salvaron millones de vidas durante la pandemia de COVID-19.

Katalín Karikó y su complicada relación con la Universidad de Penn

Según cuenta el periodista Conor Murray en el diario Forbes, Karikó fue contratada en 1989 por la Universidad de Penn como profesora adjunta e investigadora. Por entonces, ya llevaba dos décadas estudiando cómo el ARNm podría ser una ventana para crear un nuevo tipo de vacunas, pero sus proyectos no recibían financiación de inversores porque eran considerados ideas descabelladas.

En ese contexto, en 1995, la universidad de Penn le dio dos opciones a Karikó: renunciar o aceptar una disminución de su sueldo. Optó por la segunda alternativa.

 Katalín Karikó es la bioquímica húngara detrás de la creación de las vacunas contra la COVID-19, como las de Pfizer y Moderna. Foto: EFE

Katalín Karikó es la bioquímica húngara detrás de la creación de las vacunas contra la COVID-19, como las de Pfizer y Moderna. Foto: EFE

Durante toda su estancia en el recinto (donde, según cuenta, ganaba 60.000 dólares al año, poco más que un asistente de laboratorio), Karikó estuvo migrando de laboratorio en laboratorio como asistente de algún otro investigador que decidiera acogerla por un tiempo más. Uno de ellos fue el médico Drew Weissman, con quien comparte el Premio Nobel de Medicina.

En 2013, sin embargo, la científica húngara finalmente dejó su puesto de investigadora principal en la Universidad de Penn para convertirse en vicepresidenta de la empresa de biotecnología alemana BioNTech, cofabricante de las vacunas contra la COVID-19 de Pfizer.

"(Los de Penn) me dijeron que habían tenido una reunión y concluyeron que yo no era de calidad de la facultad. Cuando les dije que me iba, se rieron de mí y dijeron: 'BioNTech ni siquiera tiene un sitio web'”, contó la científica en una entrevista con Wired en 2020.

Indignación entre los científicos

Cuando Karikó y Weissman ganaron el Nobel, dicha universidad casi de inmediato felicitó a ambos científicos por X (antes Twitter) llamándolos "el equipo de investigación de vacunas de ARNm de Penn".

Sin embargo, dicha publicación está calificada como contenido engañoso, puesto que, como se explicó antes, Karikó renunció a su puesto de investigadora hace una década.

A través de redes sociales no faltaron las muestras de apoyo hacia Karikó por parte de otros científicos.

"El sexismo en el mundo académico es real", sostuvo Eric Feigl Ding, doctor en epidemiología en la Universidad Harvard.

"Una mujer que ganó el Premio Nobel por el mismo trabajo que Penn llamó de 'no calidad docente' y que ahora reclama el crédito es exactamente cómo funciona la misoginia en el mundo académico", escribió Kerry Pray, profesora asistente en la Universidad de Stevenson.