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Ciencia

Hallan abejas momias de hace 3.000 años tan bien conservadas que se puede ver qué comieron

Los insectos quedaron preservados dentro de sus capullos por milenios, como en una cápsula del tiempo.

La abeja del género Eucera de hace 3.000 años. Foto: Andrea Baucon
La abeja del género Eucera de hace 3.000 años. Foto: Andrea Baucon

Investigadores en Portugal descubrieron cientos de abejas fosilizadas que han permanecido perfectamente conservadas dentro de sus capullos, como momias, desde hace 3.000 años. El hallazgo se describe en un artículo de la revista Papers in Paleontology.

Los capullos de estas abejas fueron hallados en un yacimiento paleontológico cerca de la costa de Odemira, en Portugal, donde habían permanecido en madrigueras bajo tierra, sin que los científicos sepan inicialmente qué tipo de insectos los habían puesto ni si se encontraban intactos y sellados pese al pasar de los milenios.

Sin embargo, se llevaron una gran sorpresa cuando, tras escanear las muestras recogidas mediante tomografía computarizada, descubrieron que en el interior de los capullos todavía se encontraban las jóvenes abejas increíblemente intactas.

 Una radiografía de una abeja macho dentro de un capullo. Foto: Federico Bernardini/Universidad de Lisboa

Una radiografía de una abeja macho dentro de un capullo. Foto: Federico Bernardini/Universidad de Lisboa

Abejas momificadas

"El grado de conservación de estas abejas es tan excepcional que pudimos identificar no solo los detalles anatómicos que determinan el tipo de abeja, sino también su sexo e incluso el aporte de polen monofloral que dejó la madre cuando construyó el capullo", dice Carlos Neto de Carvalho, investigador colaborador del Instituto Dom Luiz de la Universidad de Lisboa.

Las abejas eran adultos jóvenes del género Eucera, un grupo que se caracteriza por sus antenas excepcionalmente largas. En su estómago, asimismo, los científicos encontraron restos del polen de la planta Brassicaceae, el cual su progenitor les proporcionó cuando todavía eran larvas y se encontraban desarrollándose.

Los expertos especulan que las abejas pudieron haber muerto al mismo tiempo durante una temporada de heladas o inundaciones. Aunque estos factores acabaron con las vidas de estos animales antes de que vean la luz fuera del capullo, también habrían creado un ambiente sin oxígeno que mantuvo alejadas a las bacterias que pudieron descomponer sus cadáveres.