Hallan que el virus del ébola puede esconderse años en el cerebro y volver a infectar
El ébola, una enfermedad potencialmente letal para el ser humano, puede resurgir años después incluso en aquellas personas que recibieron un tratamiento eficaz.
El virus del ébola, causante de una de las enfermedades más letales para el ser humano, puede persistir escondido en el cerebro y resurgir después de años para causar una infección grave. Esto ocurre incluso en pacientes que se recuperaron con un tratamiento eficaz, sugiere un reciente estudio realizado en primates.
Estos animales fueron escogidos ya que tienen una respuesta fisiológica contra el ébola muy similar a la de los humanos.
Desde 1976, los brotes del virus del ébola han sembrado gran preocupación en el mundo debido a su alta tasa de mortalidad, cuyo promedio es del 50%, según la OMS. Para algunos expertos, padecer esta infección es como “morir por mil cortes internos y externos”, ya que se producen hemorragias letales en los órganos, los vasos sanguíneos, las encías y hasta en las heces, además de generar diarreas y vómitos.
En Guinea-Conakri no se había detectado ébola desde el fin de la gran epidemia que sacudió África Occidental entre 2013 y 2016. Foto: referencial/AFP
El brote más letal y complejo, sucedido entre 2013 y 2016, se cobró más de 28.000 vidas humanas, especialmente en Guinea y la República Democrática del Congo. Sin embargo, durante este tiempo, los científicos observaron que el virus del ébola parecía persistir en algún lugar del cuerpo, ya que infectados durante las primeras olas volvían a recaer después de ser inmunizados y así generaban un nuevo brote.
Informes anteriores sugerían que el virus podía resistir al tratamiento guareciéndose en los testículos, los ojos o la médula espinal. No obstante, los autores de esta reciente investigación, publicada en la revista científica Science Translational Medicine, parecen haber encontrado su verdadero refugio: el sistema ventricular cerebral, que es más difícil de alcanzar para el sistema inmunológico.
Para averiguar el escondite del virus, los investigadores infectaron con el virus del ébola a 36 macacos Rhesus, a quienes luego trataron con una terapia de anticuerpos monoclonales. En la búsqueda de señales del virus en todos sus órganos, descubrieron que siete de ellos poseían un reservorio significativo del virus en las cavidades del cerebro y el tronco encefálico.
“Encontramos que alrededor del 20% de los monos que sobrevivieron a la exposición letal al virus del ébola después del tratamiento con anticuerpos monoclonales, todavía tenían una infección persistente por el virus del ébola en el sistema ventricular del cerebro”, declaró Xiankun Zeng, autor principal del estudio.
Tras este descubrimiento, los investigadores han llamado la atención de que los convalecientes de ébola deben requerir un mayor monitoreo a nivel mundial para contener los futuros brotes. Además, sugieren que se realicen más ensayos de terapia combinada para tratar la enfermedad, es decir vacunas más anticuerpos monoclonales.
El ébola se propaga a través del contacto con la sangre, las secreciones u otros fluidos corporales entre humanos y otros animales infectados, como chimpancés, gorilas, murciélagos, entre otros.