En la ruta a Huaraz se encuentra el centro poblado Cachipampa (Yaután, Casma), un valle ancashino donde la producción agrícola es abundante. , Luis Pérez / Revista Rumbos Es una pampa de sal, pero –mucha atención– no existe ni una pizca de ella ni en ninguno de sus rincones. Pero no crea que se trata de un engaño ni un recurso para llamar la atención. Nada de eso. Es solo la traducción del nombre en quechua de un lugar resguardado por imponentes cerros y bajo un cielo inmaculado. PUEDES VER: Casma: relato de un almuerzo memorable con sabor a mar Cachipampa, le dicen, Cachipampa la conocen, no de ahora, desde siempre, cuando aquí detenían sus pasos quienes iban y venían de la costa y la sierra, para intercambiar diversos productos. En esas andanzas de ida y vuelta, se fue formando un gran montículo de sal; entonces, Cachipampa, la llamaron; Cachipampa quedaría para siempre. Las paltas son uno de los productos estrellas de Cachipampa. Foto: Ángel Chávez Hoy sus pobladores aceptan que sal no hay. Y, como quien no quiere la cosa, le preguntan a los visitantes como podrían llamar a su tierra, entonces, se escuchan propuestas de todo tipo. Algunas son graciosas, otras disparatadas, pero hay una bastante entusiasta: Cachipampa, la despensa agrícola de Áncash y el norte del Perú. Así de simple, así de rápido surge una frase que le rinde honores a la producción agrícola que se oferta en los mercados de Trujillo, Chiclayo y un etcétera de ciudades, aunque las grandes comercializadoras jamás mencionan el lugar de procedencia de esas frutas que se imponen por su buen sabor. Es la pura verdad porque esas enormes paltas hass que vemos ahora, son las mismas que están en las mesas de un sinfín de hogares. Ocurre lo mismo con los jugosos mangos, carambolas, ciruelas, maracuyás y tantas otros frutas que se descubren al recorrer los campos, mientras un agricultor da cátedra sobre surcos y sembríos. Plantaciones de uva en sistema de cordeles. Foto: Ángel Chávez Así se conocen las variedades de uvas (quebranta, italia, red globe, entre otras) y se aprende que el suelo es tan prodigioso que la vid se cosecha dos veces al año, lo que permite producir el doble de vinos y néctares. Y es que aquí se aprovecha hasta la última gota. Habrá pasado lo mismo con la última pizca de sal, esa que ya no existe aunque este valle siga siendo la pampa de la sal, así le dicen, así la conocen. Bodegón agrícola con los frutos de la Pampa de Sal. Foto: Ángel Chávez En Rumbo Dónde: Cachipampa (Yaután, Casma), kilómetro 61 de la carretera Casma-Huaraz.