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Sociedad

Las familias que viven cerca al volcán Ubinas y le perdieron miedo

Querapi. Está a apenas 4 km del volcán. En 2006, pueblo tenía 154 habitantes, solo quedan siete familias. Refieren que no se irán porque no les ofrecen alternativas de reubicación.

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Casi abandonado. Tomás señala que no le tiene miedo al volcán y no se moverá hasta que haya un plan de reasentamiento. Foto: La República

A cuatro kilómetros del volcán Ubinas. Moquegua, 5 de julio.

"En el 2006, botaba piedra y candela. Igualito a un castillo de fuegos artificiales", rememora Tomás Quispe. Él y su familia son testigos de primera fila en los últimos 50 años de los avatares del Ubinas, también conocido como San Pedro. Sus padres llegaron en los años setenta a Querapi, el pueblo del distrito de Ubinas, el más cercano al gigante de roca y magma más activo de este país.

Tomás de 51 años debe levantar bien alto la mirada para apreciar el cráter, porque estamos a una corta distancia, 4 kilómetros en línea recta. Por momentos hay la sensación de que el coloso se podría venir encima de uno. Las emisiones de ceniza desde Querapi se avizoran colosales.

Al principio este agricultor y ganadero tuvo miedo de la actividad violenta del Ubinas. "Ahora, la verdad, estoy acostumbrado", confiesa en su hogar que comparte con su hijo Rendiuk y tiene como vecinos a sus padres Jorge y Florencia. Fue testigo de la erupción del 2006, 2013, 2019 y ahora señala que graba videos y toma fotos con su celular de las nuevas explosiones. "Hace pum, un sonido pausado. Expulsó piedras y arena días atrás. Más bien, el viento condujo la ceniza a otros centros poblados", relata.

Ubinas. El cráter está a cuatro km de Querapi. Foto: La República

El centro poblado de Querepi es el primero que se topa cuando viaja de Arequipa hacia el montañoso valle de Ubinas en la región Moquegua. Hace 75 años, "floreció" de habitantes. Aunque había caseríos, recién en los setenta creció. En el 2006, tenía 154 pobladores. Pero la mayoría emprendió su éxodo en la erupción de 2013 a las pampas Jahuay por un proceso de reasentamiento emprendido por el Gobierno Regional de Moquegua. Unos escaparon a Arequipa, pero otros se quedaron. Apenas existen siete familias. La plaza está abandonada, al igual que su local social. Varias casas de adobe y quincha lucen descuidadas y a punto de desbaratarse. Solo algunas "almas" recorren Querapi, como un agricultor que se niega a decir su nombre: "el Ubinas otra vez nos quiere botar", dice y se va.

¿Por qué estas familias se niegan a irse pese a los peligros del volcán?. "Los que no tenemos terrenos en Jahuay, seguimos acá", admite una madre de familia. Se casó hace 16 años con el padre de sus hijos. Sus suegros se fueron a Jahuay, pero ellos señalan que sin terreno agrícola no pueden sobrevivir.

"Nos quisieron dar un lote de vivienda, pero qué vamos a hacer solo con eso. Seguiremos un tiempo más y ya nos retiraremos", indica.

Tomás, con su hectárea de tierra que compró su padre, produce papas, habas y otros productos de pan llevar. Años atrás, le ofrecieron también irse a Jahuay. "El gobierno regional (de Moquegua), a través de la comisión reempadronadora, solo me dio dos topos. No compensa. ¡Qué hago con dos topitos allá en el desierto! No me voy a mover si no hay compensación", advierte.

Felix Coaguila, alcalde de Querapi, indica que muchos reasentados en Jahuay siguen habitando Querapi, poniendo en riesgo su salud. "No podemos decir que Querapi es un pueblo fantasma porque todavía vive gente. Pero, se tiene que reiniciar el reasentamiento en Jahuay también para pueblos afectados como Ubinas, Tonohaya y San Miguel", sostuvo.

El 29 de junio, día de San Pedro y San Pablo, los pobladores realizaron un pago a la tierra para que el volcán los proteja. "Se llama San Pedro (el volcán) porque está todo viejito, sus rocas colgantes. Siempre ha tenido ese nombre", refiere Tomas. Su padre viajó a Arequipa para que un médico le vea los pulmones. Es probable -sostiene- que producto de la ceniza se enfermara. Estima que cuando sacuden el alimento de los animales para quitar la ceniza, las partículas son aspiradas por sus cuerpos. "En anteriores erupciones me dio conjuntivitis y también creo que estoy mal de los pulmones. Es una muerte lenta", admite.