La pobreza en la región Puno está marcada por la carencia de servicios básicos. Los habitantes del distrito de San Miguel, en la provincia de San Román-Juliaca, son los que más padecen la falta de conexiones de agua potable y desagüe. Ellos utilizan silos ubicados en la vía pública.
En el altiplano puneño, el 18,6 % vive con al menos una necesidad básica insatisfecha, señala el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) en el documento Perú: Evolución de la Pobreza Monetaria 2011-2022, elaborado con los resultados de la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO).
Los resultados del INEI reflejan una realidad como la que vive San Miguel. Esta localidad es literalmente la puerta de entrada a quienes llegan al altiplano puneño procedentes de ciudades de Cusco y quienes arriban al aeropuerto Inca Manco Cápac.
Al caminar por las calles de esta localidad, no son precisamente parques con lo que uno se cruza. En la vía pública, predomina la existencia de silos. Estas cabinas funcionan como servicios higiénicos para quienes residen en la zona.
Cada familia es dueña de uno de estos espacios cuadrangulares, a los que se otorga privacidad cercándolos con calaminas y cerrándolos con candado para que nadie disponga de ellos libremente. Solo el que lo construyó tiene derecho a su uso.
La opción por los silos nació de la carencia de redes de agua y desagüe. Según Seda-Juliaca, la entidad que provee agua potable, el 60% de la población de Juliaca tiene su baño público en la puerta de su vivienda o al frente de su inmueble. El problema de fondo, según los especialistas, es que Juliaca se pobló de manera desordenada y sin proyección. Tampoco hay proyectos para revertir este panorama.
“Esa es la realidad en la cual vivimos desde hace más de 20 años. Sin agua ni desagüe, la única salida son estos silos. Los usamos incluso a medianoche. A esa hora tenemos que salir de nuestras casas. En el camino, nos encontramos con ratas, pero ninguna autoridad ha hecho mayores esfuerzos para mejorar los niveles básicos de vida de la ciudadanía”, aseguró Reynaldo Quispe Ticona, presidente de la urbanización Horacio Zeballos, del distrito de San Miguel.
La población de la zona también carece de agua potable. Como alternativa, el líquido elemento se extrae del subsuelo por pozos tubulares. De acuerdo a varios estudios, el agua que se extrae para la preparación de alimentos está contaminada con arsénico, debido a la filtración de aguas servidas a consecuencia de la masiva instalación de silos. Se estima que existen 30.000 silos en 280 urbanizaciones cuyas viviendas no están conectadas a las redes de desagüe.
Con base en el monitoreo sobre la calidad del agua realizado por la oficina de salud ambiental de la Red de Salud San Román, entre 2020 y 2022, el 73% de la población de las zonas periurbana y rural de Juliaca consume este recurso sin estar debidamente clorado. Eso tiene expuesto a los juliaqueños a padecer de parasitosis, anemia, y desnutrición, entre otras enfermedades.
“A quienes llegamos de otras localidades a salir adelante, lo único que nos queda es sobrevivir y aceptar esta situación. A nosotros mismos nos duele esta situación. Creemos que el problema no es el lugar donde se vive, sino las políticas públicas, no llegan donde realmente lo necesitan las personas", sostiene Quispe Ticona.
"Este problema podría solucionarse de a pocos. Por sectores. Pero lo que hace el Estado, es unificar el proyecto para que sea un buen negocio para el que gane la licitación”, dijo Lino Mendoza, dirigente de la salida Cusco-Juliaca. Es el emporio comercial más importante del altiplano, pero con bajos niveles de calidad de vida.