Juan Carlos Soto-Alexis Choque
Lo único que pide Don Everardo Zapata Santillana es que le hablen fuerte. No escucha bien. En su escritorio tiene un vaso con un líquido amarillo. ¿Es wiskhy? Le intento jugar una broma. Él, ágil de reflejos mentales, desmiente y aclara que es vitamina C para defenderse de los resfríos.
Me confiesa que no se ha contagiado de Covid-19 ni de la viruela del mono.
Después de mucho tiempo recibe periodistas en su librería de Arequipa. En este tiempo de la pandemia ha aceptado con resignación el encierro, con sus familiares y una enfermera que lo asiste. Ella, a veces lo regaña para prevenir una mala pasada del reuma: “Don Everardo no se pare, se puede caer”, le dice la mujer cuando él intenta mostrarme todas las ediciones de “Coquito” que tiene ordenadas en una estantería de vidrio.
La primera edición de “Coquito”, el libro que enseñó a leer a más de 35 millones de peruanos, se publicó en 1955. La portada es casi la misma, un niño echado de panza en el césped con su perro, repasa el libro.
El nombre “Coquito” tiene un origen de ensueño. Don Everardo vuelve a contar la historia una y otra vez y no quiere que le interrumpa. Su editor le sugirió un nombre comercial y criollo. Zapata soñó que una mujer le mostraba a un simpático mozalbete llamado Coquito y que era su hijo.
Cuando le comentó al editor que ya tenía nombre para el libro este le dijo “que no le gustaba”. Don Everardo respondió: “lo siento ya está bautizado”.
Si el nombre fue una inspiración preparar el contenido demoró siete años. Recién egresado de la escuela normal superior San Juan Bautista de la Salle, lo destacaron a Islay.
El país era gobernado por José Luis Bustamante y Rivero. Este presidente propuso crear mil escuelas por año. Zapata Santillana fundó una en el Arenal, distrito de Punta Bombón.
Con su dinero, alquiló una casa de adobes y techo de pajas. Allí enseñaría al primer año de primaria. Tuvo 26 alumnos que tenían como asientos una pira de adobes y tablas como carpetas. Su frustración, solo seis aprendieron a leer. Entre los precoces estaba un menor de cinco años que tiempo después se convertiría en ministro de Educación. Era Javier Sota Nadal. ¿Cómo pueden aprender a leer los niños sin sufrimiento? En ese entonces, el método de enseñanza copiaba modelos extranjeros, donde los niños aprendían a leer por oraciones. Eso demandaba mucha memoria.
PUEDES VER: Incendio en Arequipa EN VIVO: últimas noticias del siniestro en las faldas del volcán Misti
¿Cuál cree que haya sido éxito de libro y porqué aún se mantiene vigente?, le preguntó a este maestro nacido en Cocachacra, el 15 de agosto de 1926, entre cañaverales de la costa de Arequipa.
Zapata sostiene que Coquito va de lo simple o lo complejo. Primero las vocales, letras, palabras y luego oraciones. Paola pela una lima es una oración memorizable también por la similitud de sonidos.
El maestro destaca que el castellano es una lengua transparente, se escribe como se pronuncia. Resulta ideal para la lecto-escritura. En cambio el francés, la vocal “e” tiene seis sonidos y en el inglés 32. Esas conclusiones fueron las bases para Coquito, confiesa.
Quería imprimir una edición de mil ejemplares, le pidieron S/ 20.000, un dineral. Luego se apareció Juan Antonio Cuzzi, quien le ofreció crédito. El profesor Zapata se le metió en la cabeza 20.000 ejemplares. Naturalmente Cuzzi se rio en su cara. Para hacer conocido Coquito, Zapata tuvo una idea. Escribió tres mil cartas con dos lecciones del libro a igual número de maestros. Le respondieron dos mil con un adelanto.
Desde ese entonces, “Coquito” hizo tiradas extraordinarias. Don Everardo me dice que un año alcanzó el medio millón de ejemplares. Es un libro famoso, incluso Disney compró los derechos para hacer su versión pero con sus dibujos.