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Sociedad

Ollas comunes se quedan vacías por la crisis económica

Reclamo. Iniciativas surgieron para paliar el hambre de miles de personas que perdieron el empleo en la pandemia. Con el encarecimiento de los productos tienen problemas para funcionar. Le piden al presidente Castillo reglamentar ley para que reciban presupuesto.

larepublica.pe
Las ollas comunes se han vuelto comunes ante las carencias alimentarias de buena parte de la población. Foto. difusión

Ollas vacías y cucharones que se estrellan contra el aluminio de los recipientes. Un grupo de mujeres protesta en Pallpata, en la parte alta de Cayma (Arequipa). La manifestación es encabezada por presidentas de las ollas comunes de la zona. Piden al gobierno reglamentar la norma que les permitirá acceder a presupuesto para seguir funcionando. De lo contrario, temen cerrar, pues la inflación global cada día dificulta conseguir los insumos para las sopas o segundos.

El número de ollas comunes ha ido en declive en la provincia de Arequipa. Se estima que para combatir el hambre que trajo la pandemia de Covid-19, se formaron más de 200 de estas iniciativas solidarias. Ahora según el registro de Mankachay - Ollita Perú del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (MIDIS), hay 123 inscritas, de las cuales 29 aparecen como canceladas (aunque podrían reactivarse). Funcionarias de las municipalidades distritales, señalan que durante el 2022 el número de ollas activas se mantiene estable, aunque algunas ya no atienden todos los días por la dificultad para conseguir insumos.

Por ejemplo, la olla Forjadoras de la Esperanza de Cerro Colorado, funciona los lunes, miércoles y viernes y solo con los desayunos, según informó su presidenta Yovana Hancco. Similar caso ocurre con la olla Covida 54, que ahora funciona los jueves, viernes y sábado para ahorrar recursos. Su presidente Abel Capira relata que incluso hasta abril preparaban dos platos, pero el encarecimiento de los productos obligó a retroceder. Capira estima que el 30% de ollas vigentes funciona de forma intermitente. Ambos dirigentes también esperan la reglamentación de la ley 31458, que les garantizará financiamiento.

Ayudas y autogestión

Los dirigentes señalan que las ollas vigentes atienden a población que quedó golpeada tras la pandemia: huérfanos, gente sin trabajo o que perdió sus ahorros, ancianos. Las iniciativas subsistentes se apoyan con donaciones que canalizan sus municipios, también de colaboraciones directas de las ONG o parroquias. Bertha Yuca, presidenta de la olla común Utupara-Ángel Benavente de Yura, dice que las ayudas pueden cubrir hasta un 50%, el resto sale de su autogestión.

Pero es complicado que la venta de platos sostenga una olla común, pues el precio simbólico de la ración varía de S/ 1 y S/ 1.50. “Hemos conversado con nuestras socias para subir el costo del plato, pero me dicen que ya no se solventaría”, indica Anace Chaca Collque, presidenta de la olla común Residentes de Pallpata, que atiende a 120 personas.

La olla de Pallpata todavía cocina de lunes a sábado. Disminuir los días de funcionamiento sería un golpe para la población vulnerable que atiende, como Benedicta Gutiérrez Champi (65), quien tiene como único ingreso la venta de chicha y cuyo esposo ya no trabaja por una dolencia a la cadera. Similar caso de Tomasa Quispe Coaquiara (56), quien tampoco trabaja al estar mal de salud, además socorre a su madre de 80 años, para quien también lleva la ración de comida.

“Quisiéramos que el gobierno cumpla con lo que nos ha prometido”, remarca Anace, recordando la visita que hizo la ministra de Desarrollo e Inclusión Social Dina Boluarte en noviembre pasado, quien arribó hasta Yura y se reunió con varias dirigentes de las ollas comunes, donde el apoyo periódico quedó como una promesa pendiente.

Como paliativo gubernamental, esta semana llegaron canastas de Qali Warma para las poblaciones vulnerables en Arequipa, que también incluyó a los empadronados de las ollas comunes, aunque se trata del primer envío durante el 2022. En los siguientes días, las municipalidades distritales deben encargarse de repartir estos alimentos.

Tal vez venga lo peor, porque dicen que va haber hambruna. Por eso queremos tener esa ley, para tener un respaldo”, menciona con preocupación Anaís Soto, presidenta de la olla común Sumaq Mikuna Wasi, que atiende a 60 comensales. En medio del terral de Pallpata, sus compañeras evitan pensar en ese futuro sombrío, pues ni siquiera las raciones actuales están seguras.

Esperan bono Fise

En las ollas comunes no solo esperan la reglamentación de la ley, también que se haga efectivo el bono Fise de 25 soles para la compra de balones de GLP de 10 kilogramos. Este descuento ya tiene luz verde mediante el Decreto Supremo 004-2022-EM del 5 de abril, pero no se materializa. Varias ollas tienen cocinas a gas fruto de donaciones, pero que permanecen almacenadas por el alto valor del combustible, que en Arequipa se cotiza en promedio 55 soles.

Mientras se aguarda el bono, la mayoría utiliza fogones a leña. El material se consigue comprándolo o con donaciones, ya sea de los talleres de carpintería o incluso de la poda de las áreas de parques y jardines de las comunas distritales.