Autor: Emilio Bruce, coach deportivo, ejecutivo y de vida.
Todos conocemos la importancia de la salud física y cada vez se escucha hablar más de la salud mental y lo importante de cuidarla y mejorarla, pero de lo que no se habla es de la relación entre las dos. ¿Quién no ha conocido a la persona superintelectual, experta en economía y política que se ha leído todos los libros habidos y por haber, pero que no hace nunca ejercicio, incluso a lo mejor fuma o tiene una mala relación con el alcohol? Y, por otro lado, ¿quién no tiene un amigo o amiga que es superdeportista, va al gimnasio todos los días, siempre cuida su dieta, está en forma y goza de muy buena salud, pero no ha leído un libro en décadas y no es una persona muy interesante con quien se pueda tener una conversación? Puede que sean unos ejemplos un poco extremistas, pero sirven para demostrar el punto y estoy seguro de que al leer esas descripciones has pensado en alguien que conoces que se asemeja de una u otra forma a esos estereotipos.
Como todo en la vida, la clave está en el balance, estimular tanto a la mente como el cuerpo todos los días (mente sana en cuerpo sano), hacer ejercicio, tener una buena nutrición, dormir ocho horas al día para renovar las energías y, a la vez, leer un poco cada día (siempre estar leyendo un libro), estudiar, informarse, tener una conversación o debate enriquecedor con alguien.
Si bien es cierto que todo esto suena lógico y razonable, se podría inferir que ambos aspectos de la vida son importantes y necesarios, pero que uno es independiente del otro y simplemente es bueno hacer las dos cosas; no obstante, nada podría estar más lejos de la realidad. Por ejemplo, la ansiedad, una emoción muy desagradable que está cada vez más presente en nuestro día a día, de la cual hemos hablado mucho en este espacio. Cuando sentimos ansiedad, nuestro diafragma se contrae y se hace un nudo. El diafragma es un músculo que tenemos entre nuestro vientre y nuestro pecho, cuya función es de inflar y desinflar los pulmones para que podamos respirar. Cuando sentimos ansiedad, el diafragma se contrae, limitando nuestra capacidad pulmonar hasta un 25% de lo normal, es por eso que —cuando la ansiedad se sale de control y tenemos un ataque de pánico— sentimos que no podemos respirar. El hacer deporte nos obliga a maximizar la ingesta de oxígeno en los pulmones, lo que lleva a que respiremos más fuerte y, de esta forma, estiremos el diafragma, que provoca disminuir la ansiedad. He podido comprobar esto en numerosas oportunidades en mi vida personal, hay días que me levanto con una ansiedad terrible, abrumado por todos los problemas de la vida, pero luego de ir al gimnasio y entrenar, si bien es cierto los problemas siguen ahí y no he hecho nada para resolverlos, ya no estoy abrumado ni me siento tan ansioso. Puedo verlos desde una perspectiva más saludable y con actitud más proactiva, un claro ejemplo de cómo la salud física influye en la salud mental.
Y, a la inversa, la salud mental tiene una injerencia directa en la salud física. Por ejemplo, una persona con depresión o con baja autoestima puede tener una serie de creencias limitantes en su vida que le impiden hacer ejercicio: “Yo no puedo”, “Esto no es para mí”, “Yo nunca voy a estar en forma”, etc. De pronto empieza a aumentar de peso, su capacidad cardio pulmonar baja drásticamente —al igual que sus niveles de energías—, tiene sueño después de almuerzo, se va a dormir tarde y le cuesta levantarse temprano, empieza a desarrollar enfermedades y a tomar pastillas cotidianamente. Un claro ejemplo de cómo la salud mental afecta poco a poco la salud física y viceversa, se crea un círculo vicioso.
Pero, así como se crea un círculo vicioso, también es posible crear un círculo virtuoso al hallar el balance entre los dos opuestos: el yin y el yan. Empezar a disfrutar de los beneficios de una buena alimentación: sentirse ligero, con energía, de buen humor, bien descansado, con una buena salud mental —estimulada por una buena rutina de ejercicios, una buena alimentación y un buen ciclo de sueño—. Es decir, una buena salud física que a su vez es estimulada por esa capacidad de cuestionar las creencias limitantes y ese deseo de mejorar o superarse; o sea, una buena salud mental. Y he ahí el círculo virtuoso que les sugiero traten de alcanzar: y es que ninguna viene antes que la otra y ninguna es más importante que la otra, necesitamos de las dos y debemos buscar esa sinergia entre las dos.