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Política

Habla Carlos Barba, el agente especial que infiltró a Pedro Castillo: “Quería que dirigiera un equipo de espionaje”

En primera persona. Entrevistado por La República, el oficial de Inteligencia Naval en retiro relata la cita secreta que tuvo con el expresidente y que organizó el Español para que dirija operaciones de espionaje contra la fiscal Marita Barreto, el coronel Harvey Colchado y los opositores al Gobierno. “Era un personaje desesperado”, afirma.

Otra cita. Después de la reunión con Castillo, Barba se encontró con el Español. Foto: difusión | Foto: difusión

Carlos Barba Daza le siguió la cuerda al español Jorge Hernández Fernández cuando le escribió por WhatsApp para decirle que se reuniría en secreto con el expresidente Pedro Castillo. Experimentado oficial de la Dirección de Inteligencia Naval, Barba pensó que Hernández era un aficionado a los juegos de espías, que encantan a los espíritus megalómanos. Sin embargo, constató que se equivocó en el momento en que Castillo ingresó en la parte posterior del vehículo presidencial que manejaba su asesor de inteligencia, Henry Shimabukuro Guevara, y le extendió la mano para saludarlo.

Eran alrededor de las 9 a.m. del martes 13 de setiembre del 2022. A pesar de tenerlo al frente, Barba no salía de su asombro. ¿Cómo un jefe de Estado aceptaba reunirse clandestinamente con alguien a quien nunca había visto antes en su vida? Y más grave todavía, ¿por qué le ofreció a ese desconocido, como Barba, la jefatura de la Dirección Nacional de Inteligencia (DINI)? ¿Cómo se le ocurrió pedirle la formación de un equipo ilegal de espionaje? ¿Qué estaba pasando?

Solo había una respuesta.

"Pedro Castillo en ese momento experimentaba una situación de desesperación. Yo no vi a un presidente de la República. Yo vi a un hombre desesperado que buscaba ayuda de cualquiera", relató a La República el agente José Medina. Medina es el alias que escogió Carlos Barba cuando aceptó colaborar con los fiscales contra la corrupción del poder y el equipo especial que los apoya. Era la primera vez que las autoridades infiltraron el entorno más íntimo de Castillo, en el que cumplía un papel excepcional —e incomprensible— el español Jorge Hernández, el hombre que organizó la cita a Pedro Castillo con Barba.

Ubicación. El encuentro fue en Provisur, en Santa María del Mar. Foto: SEPRES

Esto es lo que Carlos Barba, el agente José Medina, relató a La República del increíble encuentro con el exmandatario Castillo:

“Cuando entra el presidente al carro, lo saludo e inmediatamente le digo: ‘Señor, usted está muerto’. Le expliqué que le dije eso porque me llamó la atención la poca seguridad que tenía. A mí nadie me revisó. Es más, al Español, quien fue el que armó la reunión, yo no lo conocía en persona, sino por chat de WhatsApp. Y a Shimabukuro no lo conocía ni Shimabukuro me conocía tampoco. Nadie me revisó si yo tenía pistola o tenía grabadora. ‘Mire, presidente, yo pedí que nadie se acercara a 10 metros y así lo hicieron. ¿Por qué, si yo no soy nadie?, ¿Por qué me hacen caso a mí?’.

Empezamos a conversar de sus malas decisiones; por ejemplo, la mala elección de sus ministros. El presidente agachaba la cabeza. ‘Sí, sí, yo tengo la culpa’, me respondía. Entonces le dije: ‘Bueno, presidente, ¿en qué lo puedo ayudar?’. Y allí es donde me dice que lo ayude como jefe de la DINI a interceptar las comunicaciones de la fiscal de la Nación, Patricia Benavides, y del coronel PNP Harvey Colchado Huamán y de todos aquellos que están en contra del Gobierno”.

El capitán de corbeta AP en retiro Carlos Barba Daza no salía de su asombro.

Lo que estaba pidiendo Pedro Castillo era algo muy parecido a lo que Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos hicieron con el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN): destinar recursos y fuerzas con los opositores al régimen. Desviaban fondos del Ministerio de Defensa y del Ministerio del Interior para financiar las actividades ilícitas.

Continuó su narración a La República:

“Le respondí: ‘Hoy en día por qué no usaba la DINI o la Digemin (Dirección General de Inteligencia del Ministerio del Interior) para hacer eso’. Me contestó: ‘No, prefiero hacerlo aparte’. Allí me di cuenta de que el presidente no tenía la llegada o confianza para pedirle (hacer espionaje contra los opositores) al jefe de la DINI, José Fernández, y al otro que estaba en la Digemin. Entonces, le dije que no, que para hacer ese tipo de cosas soy invisible. Además, con mis antecedentes iba a durar un día en la DINI. Es más, yo me iba a quemar, no obstante que estoy absuelto.

Cualquier pasquín me haría leña. Así que le dije: ‘Acá hay que hacerlo de forma aparte’. Me dijo: ‘Ah, ya sí, una inteligencia paralela’. Le dije que ‘sí, esta vaina incluso la hacemos desde otro país, porque hoy en día se puede interceptar de cualquier parte y los equipos y todo hay que comprarlos’. ‘Ya, todo eso coordina con el amigo’, en referencia al Español, me decía. Terminó la conversación en 20 minutos.

Identificado. Pasaporte del español Jorge Hernández Fernández. Foto: La República

Es más, no quería bajarse del carro porque decía: ‘Ahora qué digo para bajar’. ‘Si es el presidente, baje no más’, le dije. Me daban ganas de abrir la puerta y decirle bájate. No quería bajar del carro. No sabía qué hacer. Estaba nervioso, como diciendo: ‘Baja tú’. ‘Usted es el presidente, no tiene por qué decir nada, baje no más’. ‘No, pero qué digo’. ‘Usted no tiene que decir nada. Usted es el presidente’. Entonces, como su carro estaba adelante, le dije ‘baje, no mire a ningún lado y de frente métase al otro carro’, y entonces recién bajó”.

Además de oficial calificado en Guerra de Superficie e Inteligencia Naval, Carlos Barba estudió Psicología con especialización en el análisis de riesgo de personas. Por lo tanto, estaba en condiciones de interpretar la conducta del expresidente Castillo. Estaba desbordado de emociones. ¿Cómo se le ocurre pedirle a un desconocido que dirigiera la DINI o la Digimin para espiar a las autoridades que lo investigaban y a sus opositores políticos? Carlos Barba ofreció una evaluación psicológica de Castillo cuando se reunió con él:

“Castillo buscaba un salvavidas del tamaño de un buque. No era consciente de que tenía el poder. De lo que sí era consciente es que había hecho cosas malas, porque cuando llamo la atención de que su problema es que ha escogido mal a sus ministros, sobre la gente de la que se rodea, el presidente no me dijo: Usted qué tiene, no, nada. No replicó. Escuchaba, nada más. Muchos piensan que yo he grabado esa conversación, pero no la grabé. Digo, por qué no grabé. No llevé ni un alambre porque si se daban cuenta por un tubo me enviaban a la cárcel.

Tenía mucho que perder y aparte no sabía que la seguridad iba a ser tan ridícula. Estaba nervioso. Hablaba con dificultad. Castillo es una persona que sabe cuáles son sus limitaciones y cuando se da cuenta de eso él prefiere no hablar mucho porque no quiere exponerse como un torpe. Hablaba muy poco, despacio, tímido y, en cambio, yo ya estaba en otra posición. Pedro Castillo en ese momento era manipulable al 100%.

¿Cómo explicar que un jefe de Estado se reúna con una persona que no conoce, a la que no ha revisado sus antecedentes, y ofrecerle cometer varios delitos?, le pregunto a Carlos Barba. La sola propuesta de armar un equipo de espionaje y de comprar un sistema de interceptación telefónica son varios graves delitos a la vez. Barba, que ha enfrentado acusaciones similares, de las que ha salido absuelto, sabía perfectamente a lo que se refería Castillo.

Así lo declaró Barba a La República:

“Exacto. Me puse a pensar esa vaina. Ni bien se fue Castillo, en el camino de retorno yo me decía que lo que me había planteado es un ilícito. Me estoy metiendo en un problema y yo no tengo respaldo de nadie. He venido solo acá. Trataba un poco de darle respuesta a todo lo sucedido. Esos patas, el Español y sus amigos, me han abierto las puertas, pero necesitaba respuestas. La primera persona que me iba a dar respuesta a eso era el Español. ¿Quién era el Español? ¿Cómo un presidente confía en esta persona que no está dentro de su lista de asesores, o al menos no es oficial, y a ojos cerrados me da ese crédito para ser el jefe de la inteligencia nacional? Porque el Español le pudo haber presentado hasta otro agente secreto de otro país.

Sería la mayor infiltración de otro país al Perú. Es por eso que lo llamo al Español en caliente, allí mismo, saliendo y le digo: ‘Tenemos que vernos sí o sí’. Yo estaba en Chorrillos y he ido hasta La Molina. Llegó, y allí es donde recién lo conozco. Un pata de 35 años más o menos, alto, tatuado, hablaba como centroamericano. Parecía un reguetonero. Comenzamos a hablar y me di cuenta porque le pedía explicaciones al Español. Entró al entorno de Castillo por los sobrinos. El Español es amigo de Fray Vásquez Castillo. El Español y Fray Vásquez se conocieron en el Callao. Así fue. Así entró”.

Continuará.