Al presidente del Congreso de la República, Alejandro Soto, lo protegen —todavía— la fuerza de los votos. Ya existe una moción redactada para censurarlo del cargo, expuso el legislador Roberto Sánchez Palomino, pero no se presentaría hasta que desde la izquierda encuentren los consensos suficientes para no gastar una primera bala de salva contra el integrante de Alianza para el Progreso. Las denuncias en su contra vuelven su presencia en la cabeza de la Mesa Directiva insostenible ante los ojos de un sector del Legislativo. Los próximos días serían cruciales para el futuro del político cusqueño.
Con el documento para censurar a Soto Reyes sobre la mesa de Roberto Sánchez, La República analizó cuál sería el camino que seguiría esta moción hasta llegar al Pleno, donde sería votado. Las tendencias muestran que actualmente solo tienen una postura a favor las bancadas de Cambio Democrático-Juntos por el Perú y Bloque Magisterial, el resto de legisladores de izquierda aún siguen evaluando la postura que tomarían. Renovación Popular podría sumarse. En tanto, las bancadas de derecha optan porque las denuncias se canalicen por la Comisión de Ética antes que hablar de censuras.
De acuerdo al Reglamento del Congreso, en su artículo 68, se indica que el procedimiento se realiza a través de una moción de orden del día presentada por cualquiera de los 130 congresistas. El documento se presenta ante la Oficialía Mayor del Congreso, actualmente dirigida por Giovanni Forno, y apelando al concepto de “pedidos de censura o proposición de confianza a los miembros de la Mesa Directiva del Congreso”.
En diálogo con La República, el constitucionalista y experto en temas parlamentarios César Delgado Guembes advirtió que —durante el 2022— se realizó una modificación por la cual se dispone que las mociones se presenten con el respaldo del 15% de congresistas a través de sus firmas, en la práctica son 20 rúbricas. El documento tiene carácter de urgente y se discute al iniciar la sesión. Para la admisibilidad de la moción, se requieren como mínimo 56 votos.
Tras ello, se procede con el debate y votación: “Las mociones de orden del día pueden ser fundamentadas por su autor por un tiempo no mayor de cinco minutos, y los grupos opositores tienen un minuto cada uno con un máximo de cinco minutos entre todos. Sin embargo, en función de la cantidad de asuntos pendientes en la agenda, el presidente puede señalar un tiempo menor”.
En tanto, para la aprobación de la moción de censura contra Alejandro Soto se requiere “el voto favorable de la mayoría de congresistas hábiles; salvo disposición constitucional diferente”, entiéndase una mayoría simple de 66 votos de encontrarse todos presentes.
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Finalmente, de aprobarse, el cargo quedaría vacante y se convocaría a unas nuevas elecciones en el Poder Legislativo para elegir al reemplazante, pero esto no afecta a los tres vicepresidentes de la Mesa Directiva ya elegidos. Quien presidiría esta sesión sería el fujimorista Hernando Guerra García, en su calidad de primer vicepresidente.
En cuanto a los tiempos, Delgado Guembes explica que Guerra García tendría que convocar a unas nuevas elecciones. Estas solo tienen como requisito que el día elegido cuente con un plazo de 24 horas antes para que las bancadas puedan presentar a su candidato, tal y como ocurrió tras la censura a Lady Camones y la posterior elección de José Williams para el periodo 2022-2023.
En casi 23 años, desde la primera década del milenio, solo dos presidentas del Congreso de la República fueron censuradas por el Pleno. El caso más reciente es el de Lady Camones, congresista de Alianza Para el Progreso (APP), quien solo duró en el cargo 42 días (entre julio y septiembre del 2022) tras ser cuestionada tras la filtración de un audio en el que se le escuchaba hablar con César Acuña sobre agilizar la aprobación de un proyecto de ley que envió el Ejecutivo para crear el distrito Alto Trujillo.
El segundo caso se dio en noviembre del 2000. Martha Hildebrandt fue elegida presidenta del Congreso en 1999 y reelecta para el siguiente periodo. Fue en este que terminó siendo censurada por el Pleno. En su reemplazo fue elegido Valentín Paniagua Corazao, quien luego asumiría la presidencia de la República del Perú tras la caída del Alberto Fujimori y su escape a Japón.