Una reciente encuesta del Instituto de Estudios Peruanos (IEP) confirma la profunda desconfianza que los peruanos tienen hacia sus instituciones, como el Congreso o la Presidencia de la República. En la siguiente entrevista, el politólogo Gonzalo Banda reflexiona sobre los principales desafíos de nuestra democracia precaria.
—¿Cree posible que se mantenga el statu quo hasta el 2026?
—Hay muchos más estímulos para que la situación se mantenga como está. Boluarte ha resistido el periodo de mayor violencia y crisis, el establishment político y económico ha perdido incentivos para pedirle una renuncia, tiene los votos en el Congreso para asegurarse una continuidad. Entonces, creo que el escenario más probable en estos momentos es que ella consiga sobrevivir.
—Sobrevivir es un verbo que lo define bien.
—Es que todo sigue siendo muy frágil. Depende de una denuncia política que pueda ponerla en aprietos (a Boluarte), de algún testigo que la comprometa con algo grave. Además, haciendo cálculos, estos políticos tienen que entender que deben llegar con algún tipo de chance de ganar algo en el 2026, y esos que ahora apoyan a la presidenta en el Congreso no van a querer salir con ella en la foto a meses de una campaña, porque les costaría votos. Por eso, con el tiempo vamos a ver divorcios, peleas. Keiko Fujimori intentó poner en aprietos a Boluarte exigiendo que sacara a unos ministros, aunque luego la atención se desvió por otros temas. Igual, creo que Keiko fue la primera en darse cuenta de que apoyar políticamente a alguien tan impopular les iba a perjudicar.
—Lo que a mí más me preocupa, fuera de esta discusión de si se van o se quedan, tiene que ver con el estado de nuestro sistema político. ¿Usted qué piensa?
—Creo que hay un cortoplacismo en el establishment político peruano. Los estímulos para pensar muy en el corto plazo les han hecho olvidar que las condiciones que impulsaron la emergencia de alguien como Pedro Castillo –un populista antisistema– se han agravado.
—¿En qué sentido?
—Que al día de hoy tienes más pobreza de la que tenías en el 2020-2021. Tienes mucha más desconfianza en las instituciones, en el Gobierno, en el Congreso, en los medios de comunicación. Esto es algo que ha reportado por ejemplo el Instituto de Estudios Peruanos (IEP), pero también Reuters, de Oxford. Es decir, hay un montón de cosas que andan peor que en el 2021. El problema es muy grande porque la crisis quizás no se haya desencadenado en una renuncia de la presidenta o en un adelanto de elecciones, pero las condiciones sociales sobre las que descansa el país son muy precarias. Entonces, no tienes ninguna demostración empírica que te haga ser optimista respecto del destino del Perú. Simplemente se está pateando el problema. Pero ese problema va a salir apenas estemos en elecciones. Los ciudadanos en el mundo están cansados de sus políticos, de sus partidos, están optando por outsiders radicales…
—Hay varios ejemplos.
—Es cierto. Pero en el Perú lo que en estos momentos preocupa es que hay una completa desconexión de la sociedad política organizada, de los partidos y del Congreso con la ciudadanía. ¿Sabe cuál es una de las cosas que más me preocupa? Antes tenías a presidentes o congresistas que querían comunicarte su relato, que querían que tú les creyeras. Incluso podían mentirte. Tenían aparatos clientelares, de propaganda, para buscar convencerte de sus mentiras.
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—¿Ahora ya no hay ni eso?
—Hoy día los políticos ya ni tratan de convencerte de algo. Esa situación de anomia es alarmante. Otro punto importante es que en el Perú estamos preocupados por la economía que se está enfriando. Algo que se decía mucho entre inversionistas, en calificadoras de riesgo, entre economistas, era que si bien las condiciones políticas en el Perú se habían deteriorado, la economía iba bien. Había un consenso sobre eso.
— Sí, claro, esta lógica de las cuerdas separadas.
—Bueno, en los últimos meses, eso ha cambiado. Ya tienes reportes de instituciones que te dicen: “ojo, que todo eso que decíamos que no iba a pasar, en realidad ya está pasando”. No es que todos los países en América Latina estén enfrentando un retroceso económico. No. En el mundo se ha empezado a dinamizar en algo la cosa. La literatura académica te lo dice: en algún momento la inestabilidad empieza a contagiar a la economía. Ya está ocurriendo.
—Cuando señala que el problema que no queremos ver se presentará en las siguientes elecciones, ¿se refiere a la posibilidad de un proyecto autoritario?
—Hay varios riesgos. El autoritarismo, el coqueteo con algo así, con la mano dura, siempre es posible. Tú tienes votantes dispuestos a cualquier cosa. El grupo preocupado por la inseguridad ciudadana va a querer una solución. Y también tienes al otro grupo que salió a protestar, que los gasearon, que les mataron gente, y que está muy molesto. Todo en paralelo a un deterioro institucional que avanza. Van por el Jurado Nacional de Elecciones, por la ONPE…
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—Van ahora por la Junta Nacional de Justicia.
—Claro, yo sé que las personas no están tan preocupadas por el balance de las instituciones porque están sufriendo por otras cosas. Sin embargo, eso que tú dabas por sentado -como la democracia-, se va perdiendo. Hay democracias que se pueden empezar a morir por no cuidar cosas elementales. Los procesos por los cuales la nuestra se podría erosionar son diversos.
—Anoto: la democracia peruana ya está erosionada.
Claro. Publicaciones como Freedom House o The Economist Intelligence Unit advierten que el deterioro democrático a régimen híbrido o a parcialmente libre es porque hemos perdido no solo estabilidad política sino condiciones de gobernabilidad, con presidentes que no duran, ministros que no se sostienen en sus cargos, represiones a la protesta, escándalos de corrupción cada nada. Todo eso abona a que, en algún momento, dejes de ser una democracia seria.