Martín Vizcarra fue visto en la cevichería Mi Barrunto, en el distrito de La Victoria, el pasado 13 de julio. Los comensales y trabajadores del restaurante se precipitaron para pedirle una fotografía al tiempo que otros comenzaron a entonar “Mi bebito fiu fiu”, composición musical inspirada en la presunta infidelidad del expresidente con la abogada Zully Pinchi. Quien fue el candidato al Congreso más votado en abril de 2021 sonreía con mano arriba, saludando a quienes lo veían de lejos, con la reciprocidad del público asistente que lo despedía, como si el político nunca se hubiese inoculado en tiempos que las dosis de suero hacían falta.
El reciente 21 de julio la “cabeza visible” del partido político Perú Primero —según definió su jerarquía electoral en Hildebrant en sus trece— caminó hasta la sede del Jurado Nacional de Elecciones (JNE), en el Centro de Lima, para iniciar el proceso de inscripción electoral. Vizcarra se percibe “rehabilitado”, enmarcado en un rumbo distante de su pasado reciente, como dijo en una conversación pasada con La República. Volvió a ser llamado por la prensa y la televisión debido al viaje cuzqueño en el que se habría reunido con Pinchi, entonces candidata al Parlamento, y para opinar del gobierno actual.
Pese a que Vizcarra dijo que no utilizará “Mi bebito fiu fiu” con fines electorales, el primero de junio agradeció, en una transmisión online, con el colgante logo de la agrupación política detrás suyo, a Tito Silva Music, a quien enunció como seguidor de su prédica política.
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Hay una serie de condicionantes propios de la convulsionada coyuntura actual que permitirían que Vizcarra sea el próximo expresidente reelecto. Se sumaría así a la reincidencia histórica, cíclica y propia del electorado nacional de Manuel Prado, Manuel Odría, Fernando Belaunde, Alan García, Alberto Fujimori —cambio de constitución mediante—, entre otros. Para mayor conocimiento de la tendencia del votante peruano, este diario contactó a los politólogos Alonso Cárdenas y Marylia Cruz.
Cárdenas menciona un elemento anteriormente referido: la reincidencia en el sufragio del electorado peruano. Tan solo recopila los ochentas del primer García, su posterior elección en 2006 y la continuación del legado Fujimori con Keiko Sofía (primero congresista, luego fallida candidata presidencial) para decir que “nuestra memoria como ciudadanía es muy frágil”.
“La lucha por la semántica”, como diría Antonio Zapata, en el país está sometida a los grupos de poder, agentes decodificadores de narrativas binarias (por ejemplo, conflicto armado interno, con un Estado perpetrador y guerra contra terrorismo, con un aparato estatal luchador). “Si tú estás en el ojo de la memoria, eres terrorista. Es una simplificación”, agrega Alonso. Ese razonamiento, piensa, “se ha ido contagiando a otros aspectos de la política”. Cárdenas concluye que “eso habla muy mal de esta capacidad que nosotros tenemos para (...) construir procesos de memoria”.
Respecto a Vizcarra, el 19 de octubre de 2020 el fiscal Germán Juárez, miembro del equipo especial Lava Jato, ordenó abrir investigación preliminar en su contra por el presunto delito de colusión agravada. La declaración de un colaborador eficaz fue determinante para que proceda la indagación en el marco de los casos Lomas de Ilo y Hospital de Moquegua. El entonces gobernador regional de Moquegua habría hecho pagos ilícitos por ambas obras.
Para la politóloga Marylia Cruz, el éxito mediático de “Mi bebito fiu fiu” produjo que el público “pase por alto las denuncias de corrupción. Además, la aparición de una canción espontánea, de un chat no verificado —pero si atribuido—, lo enmarca más cercano a la población”.
En cambio, para Cárdenas el tema no pasará de lo anecdótico, “como es una moda de estas pasajeras”. Quizá, dice, si el proceso electoral aconteciera ahora mismo, sería otra la situación. Aun así, desde el análisis político, enfatiza en que Vizcarra muestra “capacidad y carisma para revertir una situación donde se burlan de él y convertirlo en algo positivo”, como aquella risa incómoda pero creíble en una cevichería de La Victoria.
Cruz identifica el encaje que tendría el expresidente en los comicios que sucedan al Gobierno de Castillo Terrones: “(Vizcarra) se está postulando como un candidato expresamente de centro, lo cual es significativo en un escenario en que la disputa entre la oposición (derecha) y el gobierno (izquierda) no llegan a un consenso de razonable”.
También el perfil de Vizcarra es, a su juicio, más tecnocrático que político, “y es justamente lo que carecemos ahora (...) en los cargos de ministros”. Cárdenas identifica un pasivo coincidente en el próximo candidato y el actual mandatario: la frecuente rotación en las carteras. “Lo que pasa es que lo de Castillo ha crecido exponencialmente, pero Vizcarra también tenía ese problema”, agrega. Pero en la misma línea que su colega, el politólogo dice a este diario que Vizcarra “tenía cuadros políticos con mucha mayor solvencia que los de ahora, por ejemplo, el premier Salvador del Solar”.
A futuro, argumenta Cárdenas, el escenario ideal para la candidatura de Vizcarra sería uno donde “no haya tanta polarización”, porque en esas situaciones semejantes a la guerra el votante se ampara en los extremos y Vizcarra, visto como alguien de centro, no tendría éxito.
Muestra del alicaído estado actual de la cultura nacional es la presentación del libro de Zully Pinchi en la entrante Feria Internacional del Libro de Lima. La frustrada candidata al Congreso en el 2021 presentará su libro “Pionono de vitrina” en el auditorio que lleva el nombre del escritor, novelista, poeta y etnólogo José María Arguedas. Una metáfora del pasado inspirador que tuvo el país y el presente, movido por la efímera viralidad de las redes sociales.