Alan García está asustado. Al fin, tras décadas de acusaciones, fugas, prescripciones, sacrificios de militantes, patadas, cachetadas, cristos de lo robado, diositos narcoindultadores, su fin podría estar más cerca que nunca. Y la razón, para vergüenza del Perú, es que la justicia llegaría esta vez desde el exterior, allí donde sus tentáculos no alcanzan. Su preocupación empieza a tornarse en pesadilla. La denuncia del semanario de César Hildebrandt puso los reflectores sobre García y él respondió todo por twitter. Desde sus cómodos aposentos en Madrid tuiteó mentiras, medias verdades, amenazas veladas y culpas en otros. Pero con cada tuit García se hunde un poco más en el fango del descrédito, que hoy llega a su punto más bajo para quien alguna vez fue un dotado de la palabra, un artista del sofismo, un encantador de serpientes. Ya con los narcoindultos y pese a lograr una vez más salir impune de la justicia, el veredicto popular fue contundente. García fue aplastado en las elecciones presidenciales con un ínfimo 5% de preferencias. En estricto no le alcanzaba ni para mantener al partido vigente ni para tener bancada en el Congreso, pero todos sabemos cómo el JNE le dio una ayudadita y evitó su extinción. Al final AG la sacó barata porque Chinguel fue a dar a prisión, mientras él está en Madrid. La diferencia esta vez con Lavajato es que los jueces y fiscales que tienen la información originaria no son apristas, ni peruanos, ni alanistas. Quizás por eso su reacción acusa tal torpeza. Tras la contundente denuncia de Hildebrandt el viernes pasado, García lanzó un tuit diciendo: ¨Olmos fue contratado por otro régimen y ejecutado por el Gobierno Regional. A otros habrán comprado. A mí, no.¨ Me tomó exactamente 2 minutos encontrar y verificar en internet el twitt que García escribió al año de dejar la presidencia y en el que a modo de efemérides nos contaba: “Como hoy (11.6.10) Firmamos contrato del proyecto Olmos, en Lambayeque. USD222 millones.43 mil hectáreas”. Le copié el tuit, pero ya no respondió. Le siguieron videos donde García aparece entregando en Lamabayeque el documento que permitió firmar el contrato con Odebrecht sin rivales (https://goo.gl/dDDgi1). Gracias a que él lo declaró de interés nacional, Odebrecht ¨compitió¨ solito. Por eso el siguiente tuit de García: ¨AG es logo de Andrade Gutiérrez empresa que compitió con Odebrecht para Olmos¨ fue respondido en redes con sorna y desprecio. Y para coronar las desmentidas a chorro, salió este otro video (https://goo.gl/boLUKD) del día de la inauguración, en que García se refiere a la obra como colosal, como ¨la obra de irrigación más grande que puede hacerse en el Perú¨. Sus reacciones acusan por lo menos torpeza cuando no desesperación. Si bien los titulares sobre AG fueron rápidamente aplacados por los de OH y Madre Mía, Hildebrandt ha vuelto a la carga esta semana con más. ¨García volvió a mentir¨ titula el semanario que señala que la anotación ¨DGI¨ junto a las iniciales AG, son el código para dineros corruptos que usaba Marcelo Odebrecht, según ha constatado la policía brasilera. También muestra el Decreto de Urgencia que García sacó horas antes de Año Nuevo (2009-2010), declarando el proyecto de necesidad pública. Entonces, García mintió en twitter al sugerir que él no tuvo nada que ver con Olmos; viajó muchas veces al proyecto; se reunió con el representante de Odebrecht en el Perú más de una decena de veces; logró que no tuvieran que competir con otras empresas; calificó la obra como colosal y como ninguna en el Perú ¿y quiere que creamos que todo fue limpio? ¿Que OH es Ollanta Humala, pero AG no es Alan García en la misma agenda corrupta? ¿Que Odebrecht le pagó a Toledo, a Humala, pero en el caso de García prefirió pagarle a sus funcionarios? Es entendible que AG esté asustado. La gente ya no le cree y quiere verlo preso harta de su impunidad y jactancia. Y su final podría estar más cerca que nunca. Esta vez no depende del aparato fiscal y judicial peruano, que según vox populi la estrella tiene copado. Ni su dios narcoindultador, ni su cristo de lo robado. Esta vez, si por fin llega la justicia, vendrá gracias al cristo de Corcovado.