Existe un plan para construir 20 megahidroeléctricas en el cauce del río Marañón en Perú. En Celendín y Cajamarca están en contra de estos proyectos y dicen que entregarán su vida por este río. Recorrimos sus alrededores, conocimos a la gente y hablamos con los expertos en el tema. ¿Conviene estancar uno de los ríos más importantes del Perú?,Mongabay Latam Jack Lo Conservamos por Naturaleza SPDA Después de terminar su plato de yuca, arroz y plátano frito, César Chávez recibió una llamada que no pudo contestar por tener la boca llena. Cuando se tragó lo último con esfuerzo, el timbrado acabó por gastar lo que quedaba de batería. Chávez está a punto de cumplir 40 años y es el presidente de la ronda campesina de Tupén Grande, un caserío del departamento de Amazonas, ubicado a un lado del río Marañón, en el norte del Perú. Como todos ahí, tiene que cargar su celular con un generador de energía que funciona con petróleo. Los pobladores de esta antigua hacienda ubicada a cinco horas a pie de la carretera más cercana, son parte de los más de dos millones de peruanos que siguen sin servicio de electricidad, según cifras del Ministerio de Energía y Minas (MINEM), y lo único estable aquí es un panel solar del tamaño de una mesa para cuatro personas que recarga el laptop del único profesor del colegio. En Tupén Grande el sol parece haber secado todo, pero basta caminar más cerca al río para ver chacras llenas de naranja, yuca, camote, coca, plátano, mango, ciruela, palta, mandarina y hasta cacao. Tierra fértil la del Marañón, como describió el escritor peruano Ciro Alegría en su obra la Serpiente de Oro. Mientras tanto, bajo la sombra y parado en la puerta de su casa, César Chávez intenta en vano prender una vez más su teléfono, con la resignación de quedarse incomunicado en un lugar del Perú donde sorprende que exista señal. PUEDES LEER: Producción de energía eléctrica se incrementó en 8,3% en lo que va del año En la fachada de la casa de César Chávez dice: “No a Chadín”, así como en muchas paredes del lugar. Chadín II es una megahidroeléctrica de 175 metros de altura que sepultará en agua 32.5 kilómetros cuadrados de territorio, una dimensión equivalente a los distritos limeños de Lince, Pueblo Libre, Miraflores, San Isidro, Magdalena y Breña. Como si inundáramos 28 veces el área del Parque de El Retiro en Madrid. Este proyecto es uno de los veinte que se piensan construir en la cuenca del río Marañón gracias a un Decreto Supremo emitido en abril de 2011, en el segundo gobierno de Alan García, época en la que producir energías renovables, como la solar o las eólicas, costaban hasta cuatro veces de lo que cuesta hoy en día. Sin embargo, fue en el gobierno de Ollanta Humala que se entregó, con un Estudio de Impacto Ambiental (EIA) muy criticado, la concesión definitiva de Chadín II a la empresa brasileña Odebrecht, que tiene a su presidente Marcelo Odebrecht sentenciado en Brasil a diecinueve años de prisión por delitos de corrupción, lavado de dinero y asociación criminal. Además de Chadín II, se ha entregado la concesión definitiva de la megahidroeléctrica de Veracruz (ENEL-ENERSIS) y están en trámite las concesiones de otros dos proyectos: Río Grande I y II (Odebrecht). Juntas las cuatro, convertirán al Marañón en una piscina de 112 kilómetros de largo y desplazarán a más de cuatro mil personas. Impresionante río En el distrito de Balsas, en Amazonas, a las dos de la tarde te da la sensación que es posible hervir agua bajo el sol. Veinte personas con cascos, chalecos salvavidas y remos, se alistaban para subirse a botes inflables para convivir en el río Marañón durante una semana. El grupo de viajeros era variado. Activistas estadounidenses de Water Keeper Alliance, que vinieron a conocer la defensa del río. Universitarios, artistas, deportistas y turistas extranjeros que viajan por todos lados buscando experiencias únicas y poco conocidas. Y representantes de ONGs que se unirán en una campaña en defensa del Marañón. Nos esperarían noches de luna llena, playas de arena blanca y suave, e imponentes rocas con millones de años siendo erosionadas por este río que kilómetros más adelante creará el Amazonas, el mismo que lleva la quinta parte de agua dulce del planeta, tanta como el Nilo, el Yangtsé y el Misisipi juntos. El río Marañón nace en Huánuco, pasa por Áncash, La Libertad, San Martín, Cajamarca, Amazonas y en Loreto se une con el Ucayali para formar el río Amazonas. Es el principal afluente del río más caudaloso de la Tierra. A su vez, los bosques secos del Marañón son de los más especiales en el mundo por su diversidad y endemismo. Observadores de aves y naturalistas viajan miles de kilómetros para conocerlo y ver animales y plantas que están en peligro y que solo viven en este lugar del planeta, como el Incaspiza watkinsi, la paloma y perico del Marañón o la Melanopareia maranonica, que viven acompañados por el oso de anteojos, el puma y reptiles como el jergón shushupe. En sus partes más bajas viven comunidades indígenas Awajún y Wampis que obviamente dependen del río. La Sociedad para la Conservación para la Vida Silvestre (WCS por sus siglas en inglés) realizó una investigación en la que se determina que existen 156 tipos de peces en el cauce del Marañón a la altura del Pongo de Manseriche. Todos estos necesitan la conectividad del río para transportarse y alimentarse. Si se construyen paredes, terminarán muriendo. En Tupén Grande todos desconfían de los extraños. Antes de responder cualquier pregunta, se aseguran de que la persona no venga de parte de Odebrecht. Acusan a la empresa de dividir a la comunidad con su dinero y de ser poco clara en sus comunicados. Dicen que les han ofrecido una carretera para que puedan transportar todas sus frutas y productos si aceptan la represa. Generoso ofrecimiento si tuvieran cacao, mandarinas y naranjas que crezcan bajo el agua. Tan solo Chadín II, afectaría a los distritos de Chumuch, Cortegana, Celendín, Pisuquia, Ocumal y Cocabamba, que se dividen entre los departamentos de Cajamarca y Amazonas. En los últimos días de junio de 2014, la ronda de Tupén Grande intervino a tres trabajadores de Odebrecht que llegaron a la zona para levantar información. Como fueron vistos en tierras de Yagén, llamaron a sus ronderos para entregárselos. Los retuvieron cuatro días haciendo ejercicios físicos hasta que los entregaron a la policía. Por esa situación, los ronderos de Yagén siguen en un juicio por secuestro en el que estos empleados de Odebrecht piden una pena privativa de la libertad no menor de 30 años para catorce de ellos. La Constitución Política del Perú, en su artículo 149, reconoce la impartición de justicia de parte de las Rondas Campesinas. En su defensa, ellos dicen que no les hicieron ningún daño y que solo cumplían con la labor que les permite la ley. Sin embargo, el juicio continúa y esperan salir absueltos. Según Mirtha Vásquez de la ONG Grufides, esta pena es exagerada ya que se encontraban en territorio de las comunidades y tal como detallan en los partes médicos, las tres personas no evidenciaban haber sido maltratadas. Vásquez afirma que se están denunciando y llenando de juicios a todo aquel que muestre su oposición a la megainversión, cuando lo único que hacen es proteger sus vidas. En las oficinas de Odebrecht en Lima, afirman que no han empezado a trabajar en la zona de influencia y que cuando lo hagan, cumplirán con todos los requerimientos del Estado y de las comunidades del Marañón, las mismas que culpan a la empresa brasileña de falta de transparencia. En Youtube hay decenas de videos de talleres participativos y audiencias que organiza Odebrecht en las que no se permite el ingreso a las personas de las comunidades. Estas reuniones informativas tienen que ser realizadas por ley en cada una de las comunidades afectadas para pedir la licencia social a los pobladores. Según Milton Sánchez, secretario de la Plataforma Interinstitucional Celendina (PIC), organización que junta a distintos movimientos, colectivos y personas que defienden el medio ambiente en la provincia de Celendín, llenan los salones con gente de otros sectores que firman las actas a cambio de regalos. Hugo Cabieses, exviceministro de Ambiente del Perú y asesor del Gobierno Regional de Cajamarca, confirma lo dicho por Sánchez y dice que todo es un chiste en donde la realidad impacta más que cualquier tipo de ficción. Para Cabieses, desde que las industrias extractivas llegaron a Cajamarca, hace más de veinte años, no han ayudado en nada al desarrollo de esta región. Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática del Perú (INEI), más del 50 % de su población es pobre, reconfirmándolo como el departamento más necesitado del país. En las oficinas de Lima, los representantes de Odebrecht prefieren no dar entrevistas cara a cara pero responden todo por correo electrónico. “Odebrecht siempre se ha preocupado en mantener a los pobladores y comunidades informados. Los talleres y audiencias son eventos públicos, divulgados en los medios locales y regionales con la anterioridad legal y accesible a cualquier ciudadano que desee asistir. Inclusive, en más de una oportunidad, grupos con intereses distintos al de la efectiva participación ciudadana han ingresado a las reuniones con el objetivo de no permitir su normal proceso, interrumpiéndolas hasta con el uso de violencia y otros métodos de coerción hacia las comunidades efectivamente interesadas en informarse y participar. Observamos que en estas oportunidades estos grupos eran ajenos al Área de Influencia del Proyecto”, niega todas las acusaciones Sonia Donayre, Gerenta de Relaciones Institucionales. Ella también confirma que recién empezarán a construir Chadín II cuando el Estado lo requiera, ya que en estos momentos el país cuenta con mucha reserva de energía. Pura necesidad Lo único que sabe César Chávez con respecto a la energía, es que no le llega a su casa y que convertir al Marañón en una bañera no hará que se haga la luz en Tupén Grande. En la actualidad, el Perú está consumiendo 6500 megavatios (MW) de máxima demanda al año. Cuenta con un parque de generación de más de 10 mil MW. En palabras más sencillas, nos sobra casi el 50 % de energía que producimos. Estamos generando tanta energía, que para el 2018 incluso esta reserva alcanzará un 70 %, aseguran proyecciones del MINEM. Es decir, hablamos de una producción que excede ampliamente la demanda. Pero ni así el Estado ha logrado que todos los rincones del Perú vean la luz. “Tenemos un problema de planeamiento estratégico a mediano y largo plazo. Tenemos serias deficiencias en la prestación de servicios básicos. No puede ser que haya millones de peruanos sin electricidad en sus casas. Dependemos mucho del petróleo cuando tenemos un gran potencial en energía solar y eólica”, dice Pedro Gamio, viceministro de Energía y Minas en el segundo gobierno de Alan García. El 48 % de la energía que consume Perú proviene del gas de Camisea, recurso que según expertos como Gamio, se terminará en menos de 20 años, y otro 48 % de hidroeléctricas. Alrededor del 4 % es cubierto por tecnologías renovables como la solar o la eólica. De las centrales hidroeléctricas, una de cada diez usa tecnología con volúmenes de agua reducidos y en lugar de inundar grandes espacios, utilizan alturas y caídas de agua para generar energía. Para el Marañón, por el contrario, los dos últimos gobiernos han mostrado su predisposición para empozarlo como tantos ríos que ya han sido impactados en el mundo. Entre los gobiernos de Estados Unidos y México, construyeron cinco represas en el río Colorado que han desaparecido aves y felinos, y hasta pueblos indígenas que vivían de la pesca y agricultura. Uno de los ríos más importantes de Norteamérica llega al mar con la presión de una manguera. En el río Columbia, catorce presas están terminando con el salmón. En Tailandia, la represa Pak Mun eliminó 51 especies de animales. La construcción de dos represas en el río Senegal y sus empozamientos de agua para generar cerca de 300 MW de energía, han hecho proliferar la malaria, esquistosomiasis urinaria, diarreas, enfermedades parasitarias, además de haber perdido 11 250 toneladas de peces. Ninguna inversión justifica tanta muerte. Con esos precedentes, en las últimas semanas en Chile, la empresa Endesa Chile acaba de cancelar cinco proyectos hidroeléctricos en las cuencas de los ríos Chillán, Futalefú, Cautín, Puelo y Huechún por considerar innecesarios los impactos sociales y ambientales que estos producirían. En Brasil, se acaba de negar la concesión de la licencia ambiental a la mega hidroeléctrica de Sao Luiz do Tapajós del estado de Pará, por las mismas razones que en Chile y por la fuerte resistencia de las comunidades a ser aplastadas con agua. La generación de energía es una buena excusa para construir y ganar dinero. Tan solo Chadín II tendrá una inversión de al menos 1650 millones de dólares, números que según un estudio de la Universidad de Oxford sobre megarepresas, son costos subestimados que en la práctica duplicarán la cifra inicial. Transportar turbinas, camiones, abrir caminos con gigantescas máquinas y llevar todo ese concreto hasta el Marañón, suena a la producción de una aventura moderna de Werner Herzog y su Fitzcarraldo. Para José Estela, Gerente General de Sami Energy Consulting y con décadas de experiencia en manejo de hidroeléctricas y energía, estas futuras proezas son un despropósito cuando la realidad es otra. En su reciente estudio realizado para WWF Perú, “Estrategia de Energía Hídrica Verde en el Perú”, muestra al detalle cómo las alternativas eólicas y solares son mucho más competitivas en estos momentos y cómo se pueden hacer hidroeléctricas medianas y pequeñas aprovechando las caídas de agua y sin afectar el entorno. Él mismo dice que el Perú tiene un potencial de generación eólica de al menos 22 mil MW y, ostentando una de las radiaciones solares más altas del mundo en la costa y sierra sur, tiene un potencial de hasta 30 mil MW más. Energía que se lograría sin inundar ni destruir. Sin pensar en el futuro Alberto Ríos es un ingeniero peruano que trabaja entre Lima, Madrid y Quito. Ha estudiado sobre energías renovables y redes eléctricas en España, Bielorrusia, Ecuador y Perú y viaja por el mundo dando cátedras y charlas sobre el mejor consumo de energía. No conduce un auto, no tiene teléfono celular, se mueve en bicicleta y no compra ropa hace varios años para evitar gastar más energía. Para Ríos, desenchufar la computadora se vuelve un deber cuando muchos espacios naturales pueden desaparecer en nombre del interés nacional. A finales de mayo, Ríos presentó el estudio “La energía en el Perú”, realizado para Fórum Solidaridad e International Rivers, organizaciones no gubernamentales que promueven sociedades más justas y la protección de los ríos. Ríos dice con seguridad que “el reto del Perú es buscar el ahorro energético. Y todos nosotros tenemos la responsabilidad de hacerlo”, así como también habla de la necesidad de “un catastro de tierras del Perú. Tenemos que tener claro en dónde podemos hacer grandes construcciones y en dónde es inviable. El Marañón es un ejemplo. ¿Cómo vamos a permitir que sepulten este espacio único en el mundo?”, dice indignado. César Chávez se resignó a no cargar su teléfono. Sentado sobre una piedra redonda a orillas del Marañón cuenta que todas las comunidades no dejarán que estos proyectos se viabilicen por el bien del río y de sus familias. Chávez dice que el interés nacional debe lograr que la electrificación llegue a todos los rincones del país sin destruir nuestros bosques y patrimonios. No muy lejos de ahí, en medio de la selva de San Martín y Loreto, se quiere construir la Línea de Transmisión Eléctrica 220 KV Moyobamba – Iquitos, con una longitud de 600 kilómetros. “Este proyecto que en teoría busca el bien de los loretanos destruirá el Abanico del Pastaza, uno de los lugares con mayor biodiversidad en la selva peruana con más de 300 especies de peces, y el remanente de un gigantesco lago que existía en el centro del continente hace 10 millones de años. Cuando las comunidades indígenas achuar se dieron cuenta que esa línea no les dejaría ni un watt en sus pueblos, decidieron ponerse en contra de esta inversión que pretende pasar al lado de la Reserva Nacional Allpahuayo-Mishana”, nos cuenta el ingeniero eléctrico José Serra, consultor con estudios sobre hidroeléctricas y energías renovables en Perú, que se opone tajantemente a la construcción de esta línea y a los proyectos de megarepresas en el río Marañón. En abril de 2016, el Ministerio de Energía y Minas rechazó el Estudio de Impacto Ambiental (EIA) presentado por la empresa española Isolux que tiene la concesión de esta línea de transmisión. Les marcaron 131 observaciones y 70 no fueron absueltas. Sin embargo, a finales de julio de este mismo año, en el último día del mandato de Ollanta Humala, el viceministro de Energía y Minas Raúl Pérez-Reyes, canceló la anulación del EIA y admitió nuevas rectificaciones y aportes de la empresa, dejando abierta la posibilidad de empezar pronto con los trabajos. Por aquellos días, ni la por entonces ministra de Energía y Minas, Rosa María Ortiz, ni el mismo Pérez-Reyes, que continúa en el cargo, quisieron dar declaraciones para este reportaje. Semanas después se volvió a contactar a Pérez-Reyes pero su jefatura de prensa dejó de contestar las llamadas y los correos. José Estela dice que esta línea no es justificable cuando en Loreto existen mejores alternativas, como la hidroeléctrica de Mazán, la energía solar y la de biomasa que se podrían implementar en caseríos y comunidades donde hacer extensos cableados, que se tumbarán a la selva y a su gente, no tiene sentido. En el Perú, según el Organismo Supervisor de la Inversión en Energía y Minería(Osinergmin), producir energía eólica o solar cuesta casi la mitad de lo que nos cuesta la hidráulica. El último informe de Bloomberg New Energy Finance (BNEF), afirma que para el 2040, el 60 % de la capacidad mundial de energía provendrá de fuentes de energía eólicas y solares, las mismas que serán hasta 60 % más baratas. Para ese mismo año, Estados Unidos planea llegar al 50 % de energías renovables y Europa alcanzará en algunos países hasta el 70 %. Chile se ha puesto como objetivo tener el 20 % para el 2025 y bordear el 70 % para el 2050. En el Perú, como dice Pedro Gamio, “tenemos problemas de calidad de gestión pública, no estamos tan interconectados con el mundo como corresponde y no nos hemos trazado objetivos”. Al 2016, el Perú apenas roza el 4 % en producción de energías renovables alternativas y se planea seguir construyendo megarepresas que inundan grandes espacios, condensan el mercurio y los minerales, envenenan la flora y fauna y, por la descomposición y putrefacción de la biomasa, producen metano, que es hasta treinta veces más contaminante que el dióxido de carbono, así como confirmaron estudios de la Comisión Mundial de Represas (CMR) y de la Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente – AIDA. “El Marañón trae sedimentos y nutrientes de los Andes a la selva baja, si lo cortamos afectará notablemente a las especies y a las personas que viven río abajo”, dice Carlos Cañas, biólogo y coordinador de la iniciativa de WCS, Aguas Amazónicas. El gas de Camisea, de donde se saca casi la mitad de la energía del Perú, se va a terminar en veinte años y no existen planes para cuando ello ocurra. La principal misión de este gobierno es buscar alternativas como más parques eólicos y solares, más investigación en geotérmica y promover hidroeléctricas medianas y pequeñas en ríos y quebradas. Esos dantescos bloques de concreto pasaron de moda. Por muchos años, organismos internacionales como el Banco Mundial promovían la construcción de megarepresas. Sin embargo, en la última Comisión Mundial de Represas (CMR), se determinó que nada justifica los impactos negativos que éstas dejan. La International Hydropower Asociation, la International Finance Corporation, el World Comission on Dams y el Environment and the OECD Guidelines for Multinational Enterprises señalan normas que estaríamos violando con estas construcciones monumentales: las paredes no deben de ser de más de 50 metros de altura; en zonas tropicales las represas no deben de construirse a menos de 1000 metros sobre el nivel del mar por su impacto en la vegetación; y tampoco se deben hacer en ríos muy caudalosos ni principales como lo es el Marañón. Mandatos que se deberían tomar en serio si se sigue pensando que las megahidroeléctricas son la mejor opción de energía renovable, y también si se espera disminuir en 30 % las emisiones del país al 2030, así como se firmó en el compromiso de París COP 21, a fines del año pasado. “Perú está entre los 10 países más vulnerables al cambio climático. Tenemos que construir infraestructura condicionada a estos escenarios. A su vez tenemos que descentralizar la generación y promover energías renovables. Tenemos un gran potencial y no lo estamos aprovechando”, dice Gamio. Lo que más miedo les da en Tupén Grande es quedarse sin casa, sin comida y sin trabajos. César Chávez tiene su chacra de frutales al igual que todos sus vecinos y los llevan a vender a Chachapoyas. Cuando no tienen dinero para pagar la mula y luego la movilidad que deben tomar en la carretera, se comen lo que cultivan. No tienen para comprarse una moto de segunda mano pero comida no les falta. La construcción de la hidroeléctrica de Chadín II aparece como una solución para la vida de Chávez y compañía. Generará tres mil puestos de trabajo y según Odebrecht la prioridad la tendrán los pobladores locales, quienes serán entrenados en su programa de capacitación profesional gratuito CREER. Tendrán talleres desde maquinaria pesada hasta carpintería. Capacitaciones que cobrarían más sentido si no tuvieran que mover a estas comunidades lejos de ahí. Te doy trabajo pero te dejo sin casa es el trueque que la gente no quiere tranzar. José Estela aspira a convertir su oficina en Lima en un laboratorio de energía sostenible, donde pueda generar su propia electricidad. Considera que no es saludable pagar tanto dinero cuando se puede tener paneles solares para cargar computadoras, ver televisión y prender las luces del baño. Un ejemplo que se podría ir replicando en todo el país. Apostando por las energías renovables en la industria y en la minería, que ya son más económicas que las tradicionales. Reformando el transporte que es la principal fuente de contaminación. Promoviendo los carros a gas y luego eléctricos. Y fomentando una cultura de la economía en las casas y empresas. Ahorro es progreso, un cliché que no nos debería costar ponerlo en práctica. El sol se terminó de ocultar y César Chávez camina despacio por la orilla del río Marañón. Va esquivando piedras lisas que parecen mármol. Señala el cielo mientras se oscurece, apuntando hasta dónde se levantaría Chadín II, frente al pueblo de Saquilillo. Se queda con el cuello doblado mirando un punto fijo y se pregunta: – ¿Acaso es necesario destruir todo esto? ¿Acaso no hay otras alternativas?