Por MARITZA ESPINOZA.- H ace unos días, el ex presidente Bill Clinton dijo que los planteamientos económicos de Hernando de Soto son los mejores en el mundo de hoy. El prestigioso economista peruano, que se encuentra en una larguísima gira mundial coordinando programas de cooperación internacional, aceptó hacer un análisis de la coyuntura nacional. Fue entrevistado telefónicamente, desde Nueva York. - ¿Considera que el presidente Alejandro Toledo, cuya capacidad para gobernar usted ha puesto en duda, lo convoque algún día? - No, yo lo dudo. Lo dudo por varias razones, pero la primera es que Alejandro escribió un libro -o mejor dicho, una colección de artículos- cuyo objetivo es discrepar con nosotros. Es un libro que salió hace diez años y que se llama "La otra cara del sector informal". Entonces, no creo que tenga simpatía por nuestras ideas. Lo veo bastante improbable. - ¿Haber dicho que Alejandro Toledo no tiene capacidad para gobernar no es darle extremaunción temprana? - Lo que yo decía era que el problema peruano -cuando aún no había cambio de gabinete- era un presidente que todavía no lograba dar un mensaje ni demostraba ser una persona que sabe organizar un gobierno. Incluso hice algunas propuestas concretas para que se delegue hacia abajo, lo que hasta cierto lugar ha tenido efecto porque el primer ministro Luis Solari es un primer ministro más fuerte que el anterior. Por otro lado, según lo que veo de las últimas encuestas, yo no estoy en una posición de minoría. Hay una buena cantidad de peruanos a los que todavía hay que demostrar que el presidente tiene una idea de lo que quiere hacer. Pero yo no he perdido esperanzas. Un día de estos podría sorprendernos, aunque todas las indicaciones van en sentido contrario. - Hay un sector de la oposición que piensa que, dada la baja popularidad del presidente Toledo, debería adelantarse su salida del poder. - No creo que todavía hayamos llegado a ese punto porque, a pesar de que evidentemente no está satisfaciendo a más de ocho de cada diez peruanos, es también claro que el país no está desordenado. Es un país que, siguiendo las políticas del gobierno anterior -porque en lo macroeconómico no ha cambiado- va a lograr una tasa de crecimiento de 3.5 por ciento. También es claro que el presidente Toledo tiene apenas un año de gobierno. Creo que hay que darle tiempo. Lo que hay es un desorden civil y la falta de una orientación. - Si los indicadores macroeconómicos son positivos e incluso el gobierno dice que somos el país de América Latina que más crece, ¿por qué la popularidad de Toledo sigue en picada? - Porque, en primer lugar, el crecimiento no debe estar concentrado en un solo sector que es la minería y algunos sectores del comercio. Dos, todo el mundo sabe que esto es esencialmente el resultado de inversiones que se han estado negociando y que se han concretizado hace ya varios años. También se sabe que las políticas económicas que permiten una estabilidad monetaria, un control sobre el déficit fiscal, son herencias. No hay medidas de transformación, como cuando uno comienza a plantar árboles, que pueden ser chiquitos pero uno sabe que, en el futuro, le van a dar frutos. Nadie está viendo que se planten árboles. En otras palabras: puede ser que las plantas que dejó el gobierno anterior estén permitiendo seguir un rumbo de estabilidad económica, pero aquí no hay un proyecto a futuro. El gobierno se está beneficiando de políticas de estabilidad macroeconómica que arrancaron en los años 90. - Sabemos que los resultados de este tipo de políticas se dan a largo plazo, ¿pero qué podría hacer Alejandro Toledo, en el corto plazo, para revertir esta situación? - Desgraciadamente, quizá le resulte a usted repetitivo. El crecimiento de cualquier país es el resultado del trabajo de sus ciudadanos y los ciudadanos para producir se organizan en empresas. Y lo que deben tener estas empresas no es solamente una estabilidad macroeconómica sino la posibilidad de hacer negocios: información clara, poder constituirse con gran rapidez, poder hacer sus transacciones sin problemas, cerrar contratos en la forma más veloz posible, ejecutar esos contratos sin problemas en el sistema judicial. Yo no veo, en ese sentido -que facilite la creación de una empresa, incluso de los más pobres-, que se esté haciendo en una forma que dé lugar a tener esperanzas. Yo no veo grandes cambios. Al contrario, veo incluso algunos pasos hacia atrás. - Eso es bastante desalentador. - Por supuesto que lo es. Y eso es lo que, sin entrar en detalle, siente la mayor parte de los peruanos. Evidentemente, el presidente Toledo todavía no se da cuenta de esta fórmula y no la puede articular. Al margen de que, y eso es una cosa que hay que decir a su favor, escoge gabinetes interesantes. El premier Luis Solari es evidentemente una persona a la que se le ve seria, fuerte. Tiene un excelente ministro de Relaciones Exteriores, un ministro de Economía experimentado y con una gran muñeca política. Es decir, no está mal rodeado en lo que se refiere a sus gabinetes. El problema es que tiene grandes instrumentos pero no tiene proyecto para utilizar estos instrumentos. - Como ya lo dijo antes, ¿el problema sigue siendo Toledo? - Ah, sí, me parece clarísimo. Si fuéramos Suiza, donde el país está gobernado por un consejo federal compuesto por siete personas, yo le diría que el problema es el consejo federal. Pero el Perú es un país presidencialista, donde el presidente marca el tono. Evidentemente, yo diría que el primer problema es él. "Postularé si se trata de un deber" - ¿Qué opina del renacimiento político de Fujimori? - Supongo que hay un porcentaje de la población que extraña el hecho de que anteriormente sí había un presidente que parecía marcar rumbo a pesar de todas sus fallas. Y eso, evidentemente, es preocupante para todos aquellos a los que no nos gusta la corrupción. Es obvio también que una buena parte del país no sé si votaría por Fujimori, pero está dando la señal de que quiere una dirección, un rumbo. Yo creo que es más bien, de nuevo, un reflejo del presidente Toledo. Yo le aseguro que en el momento en que él sea capaz de delegar el rumbo del país a un primer ministro fuerte, o a un grupo de consejeros que sepa apuntar y dar confianza, la intención de voto de Fujimori va a bajar. Es nada más un síntoma de la falta de dirección de la Presidencia de la República. - Cuando dice que Fujimori es un reflejo de Toledo, coincide con Alan García, quien ha dicho que los errores de Toledo están resucitando a Fujimori. - No sabía qué había dicho, pero no me extraña porque el presidente García es un hombre inteligente con una buena capacidad de análisis. Y no se olvide que yo dije que el problema es el presidente bastante antes de que lo dijera el presidente García. Con ochenta por ciento y pico de desaprobación, tampoco hay que ser un genio para coincidir en cosas como esas. - En algún momento, usted también tuvo la tentación por la presidencia. ¿No ha pensado en terciar la competencia del 2006? - La verdad es que la razón por la que yo fui tentado, lo cual es absolutamente cierto, fue que habían salido unas encuestas que decían que, en segunda vuelta, yo le ganaba en Lima a Toledo por dos a uno. Evidentemente, con encuestas así, ¿quién no va a estar tentado? No se pudo realizar porque el gobierno de Paniagua nos dio escaso tiempo para recoger firmas. Después de eso, ya era bastante claro que, en un campo no político sino técnico, las ideas y programas que nosotros habíamos estado creando a nivel internacional estaban saliendo y estoy abocado a ellos. Por eso no tengo en mente ninguna participación política peruana. - Pero todavía el trecho es largo. - Evidentemente, las cosas pueden cambiar con el tiempo, pero no es mi prioridad. Tendríamos que llegar a una situación en la que realmente yo pudiera dejar mis responsabilidades internacionales para comenzar a concebir eso. O ver realmente que en el Perú no hay alternativas interesantes. Entonces, ya comenzaría a ser un deber participar.