Cargando...
Política

Jennie Lincoln del Centro Carter a los peruanos: “Defiendan la verdad y estén alertas ante la desinformación y cualquier interferencia en el proceso electoral”

Entrevista a la doctora Jennie Lincoln, asesora senior para América Latina y el Caribe del Centro Carter. y jefa de misión de observación electoral en Venezuela. Conversa en exclusiva con La República sobre los desafíos de la democracia y lel panorama de la conflictividad electoral en el Perú, en la región y el mundo.

larepublica.pe
Jennie Lincoln, asesora senior para América Latina y el Caribe del Centro Carter. Fuente: La República

En medio de una jornada de intensos debates enmarcados en la conferencia internacional sobre conflictividad electoral en América Latina y el Caribe organizada por el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas y la Unión Europea, fuimos recibidos por la doctora Jennie Lincoln, asesoría senior del Centro Carter para América Latina y el Caribe.

Como recordarán quienes nos leen diariamente, la doctora Lincoln fue la jefa de la misión de observación internacional en las últimas elecciones en Venezuela. Fue ella, a nombre del Centro Carter, quien alertó sobre la falta de garantías existentes en dicho proceso y, posteriormente, confirmó el fraude cometido por el régimen hoy dictatorial de Nicolás Maduro contra Edmundo González, el último actualmente obligado a ser asilado en España.

Conversó con La República sobre su experiencia en dichos comicios, los desafíos para la democracia en la región, las amenazas contra la autonomía electoral que existen en el Perú y las oportunidades que pueden nacer desde la ciudadanía para luchar por las libertades.

-¿Cuáles son los indicadores más claros del fraude en Venezuela?

-Primero quiero mencionar que el sistema electoral electrónico de Venezuela es impresionante. Funciona y funcionó. Este sistema es llamativo en la región. Es un voto electrónico con comprobantes, por lo menos dos comprobantes. Un acta que se imprime en la mesa en la noche, después de calcular los votos en la mesa. La máquina imprime un resultado en papel. Se lo manda al CNE, pero cada testigo, cada miembro de mesa, tiene derecho de tener esta evidencia primaria. Número uno.

Número dos. Cada votante, al votar, recibe un papelito diciendo cómo había votado para verificar y depositar en una caja. Entonces, este sistema tiene dos comprobantes encima del voto electrónico. Su sistema es impresionante y funciona. Y funcionó en la noche del 28 de julio. Todos los miembros de mesa, el CNE, Plan República, los militares quienes cuidan el proceso, los testigos del candidato presidencial, y también la oposición, todos saben los resultados. Los resultados tienen evidencia primaria de las mesas. Treinta mil veintiséis mesas…

-Entonces, ¿qué pasó?

-Duró toda la noche, horas de espera, hasta que después de medianoche, el presidente del CNE, Elvis Amoroso, anunció el ganador: Nicolás Maduro, con 51%, Edmundo González con 44%, sin tener ninguna prueba de nada basado en la evidencia de estas treinta mil veintiséis mesas. Por eso, es imposible aceptar este dato del CNE sin explicación, sin la entrega de la evidencia que ellos tienen de su mismo sistema. Eso es lo que pasó en la noche del 28 de julio.

-El resultado en Venezuela no vino de la nada. Empezó con el ataque constante a la oposición y, antes, con la captura del CNE. En el Perú sucede otra cosa. Desde hace varios años existe un ataque incesante y sistemático -que va en aumento- contra los órganos electorales que apuntan a su deslegitimación ante la ciudadanía, basado en mentiras.

-Bueno, no es solo Perú. Hay una ola de desconfianza en procesos electorales en todo el mundo. En mis 40 años de observar elecciones, ahora yo veo una tendencia de desconfianza que, tal vez, en algunos muchos casos es injusto.

-¿Cuál es la medida de una elección creíble?

-Primero, hay que asegurar que la administración electoral está preparada y pueda garantizar transparencia a partir del cumplimiento de lo que establece la Constitución y la ley electoral nacional. La administración electoral tiene que representar todos estos marcos jurídicos para entregar las elecciones a la ciudadanía. Luego, hay una necesidad más amplia de educación cívica. Ahora se nota una falta de una cultura democrática en muchos países. Para tener confianza en la democracia, hay que entender sus principios que contemplan la participación amplia e inclusiva. Una cultura democrática se tiene que cultivar empezando con los valores de la familia, en la escuela, en la comunidad, llegando a las instituciones.

-Lo que se ve, en cambio, es una cultura democrática sin apoyo amplio hacia las autoridades electorales debido a una serie de bulos que constantemente, desde diversas plataformas digitales, incluso desde instituciones como el Congreso, hacen contra el sistema electoral ¿cómo llegamos a este punto?

-Por una parte, creo que depende del uso de tecnología. Hay una enorme diferencia entre la primera elección observada de una manera amplia, con una delegación amplia, como la que fue en las Islas Filipinas en los 80 o en Chile, con el referéndum de Pinochet, y lo que sucede ahora. El proceso electoral ha cambiado tanto con el uso de tecnología que, por un lado, ayuda con la rapidez de saber los resultados. Sin embargo, por otro lado, a la vez, el uso de la tecnología en las campañas de forma irresponsable hace que hoy estemos viendo en las redes sociales una cantidad enorme de desinformación, de fake news. Entonces, eso ha generado que se requiera más que nunca un fact-checking (validación de datos) enorme. No obstante, la influencia sobre la gente y sus valores está llegando de plataformas como TikTok. Ya no se forma una opinión pública ni política a partir de discusiones amplias entre la familia, dentro de las escuelas, en las instituciones, en las asambleas nacionales partidarias.

-Hay una ola de cambio que es preocupante, que pone a la democracia bajo riesgo. ¿Qué pasa cuando los mismos hacedores de leyes cambian las cambian para permitir que se capturen las instituciones?

-Por una parte, pienso que lo que usted está hablando tiene que ver con el proceso democrático, de la toma de decisiones de un Parlamento que está elegido por la voluntad popular. Vemos últimamente que a veces sus acciones no pertenecen a los intereses de la sociedad. En ese sentido, creo que es importante volver a los estándares internacionales. Un estándar clave es la participación plena de la gente, de no excluir a nadie en la participación, que debe ser constante.

-¿Cuáles serían tus recomendaciones para fortalecer la democracia y la credibilidad de las elecciones?

-Primero, hay que reconocer que esto es responsabilidad de las autoridades electorales, los partidos políticos y los miembros de la sociedad civil. Las tres partes tienen que defender el proceso democrático en cualquier país. En cualquier país. No solo Perú.

-Estamos en un evento que se tiene como título conflictividad electoral…

-¡Y eso me gustaría destacar! Es la primera vez que este término ha sido usado en una conferencia internacional como esta, lo cual es un signo de preocupación. Al escuchar a quienes participan de esta conferencia, que pertenecen a distintos países de América Latina, te das cuenta que son personas de toda la región que están realmente preocupados para que las elecciones que sean tomadas de manera responsable y con la suficiente credibilidad hasta el punto de que la ciudadanía confíe en el proceso electoral como tal. Lo que se ha perdido es la confianza en las instituciones, en los procesos y en la democracia en muchos lugares de la región. Si eso es justo o no, cada país tiene que decidir. Pero es muy preocupante ver esta falta de confianza y de confianza en un proceso electoral. En cualquier proceso electoral.

-La evidencia muestra que esa desconfianza aumentando año tras año.

-Colombia en el 2023. ¿2023? Sí. Brasil en el 2022. Sí. Venezuela en el 2024. También. Bing, bing, bing. La falta de confianza en el proceso fue central. México incluso tuvo desafíos en el suyo, pero los superaron. Así que la pregunta que creo que viene de esta conferencia es no solo debe ser para las autoridades electorales, sino también para la sociedad civil y los partidos políticos.

-¿Cómo en esta era de inmenso desarrollo tecnológico, que puede amenazar a la democracia, podemos aprovechar las tecnologías para protegerla?

-Parte de eso es la educación civil. Algo que no era muy visible en Venezuela fue la educación civil por parte del CNE para explicarle a la gente acerca de la apertura de nuevos centros o el proceso de votación o dónde y cómo se registran para ello. Ahí cambiaban cada día. Así que no había buena información. La información es fundamental que vengan de las autoridades, de las instituciones, y de la sociedad civil. La sociedad civil puede ser el más gran agente de monitoreo y guardianes de la democracia. Los grupos de observadores domésticos en Latinoamérica son fantásticos en ayudar a defender la democracia. Uso la palabra defender la democracia a propósito, porque hemos estado haciendo esto desde hace décadas, y lo que vemos actualmente es crítico. Hace 20 años no escuchabas campañas sobre la defensa de la democracia. No era un requisito defenderla tanto como ahora. Si los países salían de una dictadura militar y tenían ejercicios democráticos, entonces habían logrado un sistema democrático.

-Entonces, ¿qué pasó a lo largo del camino para llegar a un punto en el que tenemos que defender la democracia tanto como ahora? ¿Defenderla de qué o de quiénes?

-Defenderla de la desinformación, de la incompetencia en autoridades y la corrupción, del sistema. Hay nuevas amenazas contra la democracia que están haciendo cada elección más difícil. El próximo año habrá elecciones en Bolivia y en Honduras. En 2026 en Perú. Estos países tienen un contexto político muy desafiante. Para el Perú esto debe ser una alerta. ¿Cómo se preparará el Perú para sus siguientes elecciones democráticas?

-Sobre este punto, si pudiera dirigirse a los ciudadanos peruanos de a pie, ¿cuáles serían sus recomendaciones para lograr este objetivo?

-Defiendan la verdad. Estén alertas ante la desinformación y cualquier interferencia en el proceso electoral. Protejan sus instituciones las cuales deberían estar capacitadas para llevar a cabo el siguiente proceso electoral con autonomía y participación de todos.