-Quisiera comenzar preguntándole sobre la reflexión que hizo en Pascua de Resurrección, expresando su preocupación por todo lo que está sucediendo en el país y su invocación a las autoridades, a los partidos, a todos a tender puentes. ¿Por qué es tan difícil hacerlo?
Para nosotros, como Iglesia, es un principio, primero, de dignidad humana. Todos, ante Dios somos iguales. Y esa igualdad ante Dios nos lleva a respetar al ser humano en su integridad. Yo hablaba hace poco de una mística política, o sea, una aparente contradicción entre la política y la mística. Se necesita tener principios sólidos, no tener una política barata, por decir así, sino grande. Y el punto es que pensemos en el Perú. ¿Queremos al Perú o nos queremos a nosotros mismos como persona, o como partido, o como grupo político o social? El Perú ha sido muy grande, pero ¿quiénes enriquecen al Perú? ¿quién construye la casa? nosotros, los peruanos. Tenemos que construir o reconstruir el Perú. La problemática del Perú es muy grande, no solamente es pobreza crítica, está el problema político, el problema de la minería ilegal, el problema de las cárceles, el problema de la educación, el problema de la salud, el problema del trabajo. Todo un abanico completo de realidades. Hay niveles de corrupción grande, y hablamos de democracia. ¿Qué democracia? Hay que reconocer que hay una democracia débil, tenemos que fortalecerla. Hago una invocación a trabajar por el Perú, a amar al Perú, y eso significa abnegación, bien común, interesarse por los demás. Hoy existe una autorreferencialidad muy grande. El Papa Francisco habla de, justamente, evitar esa autorreferencialidad... El ser humano también necesita de Dios, no podemos vivir sin Dios, no podemos vivir sin un espíritu religioso, y a veces eso es lo que no hacen; y la gente pobre, la gente sencilla, como que está más cerca y busca. Necesitamos esa sensibilidad grande frente a los grandes problemas del Perú.
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-Quien tiene el poder para hacer cambios son el Ejecutivo, el Congreso. ¿Usted diría que ellos están pensando en el bien común con las decisiones que están tomando?
No sé si lo están pensando o no, porque ahí es ya fuero interno, pero lo que se ve es falta de interés auténtico por el bien común. En vez de hacer leyes autorreferenciales, deberían dar leyes en bien de la población. Lo hemos dicho bien claro, en varias oportunidades, ¿no? Educación, colegios destruidos, ¿los niños en qué condiciones estudian?, enfermedades, hospitales, centros de salud. Hay una gama enorme de la problemática y se nota que no se están pensando en ellos. Volvemos al tema: pistas, calles destruidas, basura, delincuencia, delincuencia grande, sicariato, o sea, inseguridad ciudadana y tantos otros problemas. ¿Están pensando en el bien común? ¿Están pensando en el Perú? No es una crítica negativa, porque al final creo que también es una especie de una invitación a una responsabilidad y corresponsabilidad. Todos somos corresponsables.
-¿Cómo puede sentirse un ciudadano cuando ve a una presidenta con relojes y joyas tan caras o un Congreso que se autoriza bonos?
Es una falta de sensibilidad muy grande. “Estoy bien yo y bueno, eso basta”. Y creo que no es así. El político tiene que pensar en los demás. Fue elegido para eso. Sea quien sea, el nivel que tenga de autoridad política debe pensar en los demás. Para eso fue elegido. O para eso pidió los votos. Y la gente ha depositado su confianza. Pero ahí hay principios grandes: Pensar en los demás, en el bien común, hacer puentes de coordinación. Necesitamos de Dios. Necesitamos de las cosas de Dios que nos iluminen, que tengamos la capacidad de reflexionar seriamente, de hacer un mea culpa.
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-Las iglesias se unieron para que los candidatos hicieran un compromiso de transparencia, no corrupción, etc., pero no se ha cumplido.
¿Sabe qué? Es el gran principio de la libertad, que no se puede negar. Se invita, invoca, y la gente firma, pero no tiene el interés de cumplirlo. Y ahí es el principio también grande de libertad. Pero es un error. La mentira tiene vida corta y todo pasa. Y ahí viene la desilusión de la población, que se refleja en las encuestas. Pero esas encuestas deben hacernos pensar ¿qué se puede hacer? ¿cómo podemos mejorar? La Iglesia tiene este famoso principio “Ecclesia semper reformanda”. La iglesia debe de reformarse permanentemente, porque está compuesta por seres humanos. Pero lo mismo vale para toda la sociedad. Lo mismo vale para el Ejecutivo, para el Legislativo, para el Poder Judicial. Tenemos que mejorar, tenemos que actualizarnos, tenemos que pensar en el futuro, un futuro de esperanza. No podemos vivir solo el presente, porque todo se acaba, todo termina. El poder termina, la gloria termina, todo termina. Quedan las obras, lo que hagamos, pero las obras no para nosotros, sino para los demás.
-Sin embargo, hay un problema de corrupción muy grave, tenemos presidentes que casi todos terminan procesados por corrupción.
Bueno, ya conoce la famosa frase: el Perú es famoso porque destituye presidentes y los pone en la cárcel. Dicen que no hay ningún otro país que hace lo mismo. Es una particularidad peruana, pero eso refleja el descontento de la población. Pero ese descontento hay que pensarlo integralmente. Yo no haría un llamado solamente al Poder Ejecutivo, al Poder Legislativo, sino al Poder Judicial, a todos los ministerios, a todas las entidades públicas. Es un llamado que hacemos a todos y también debemos hacerlo a nosotros mismos. Si no, no tendría sentido una invocación. Estamos llamados a ser corresponsables de la situación que hay. La indiferencia es grande y la indiferencia es muy mala. Un pueblo insensible es un peligro.
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-Usted invocaba a la peruanidad, a actuar pensando en el Perú. ¿Cómo se puede expresar el hecho de pensar primero en el país?
Yo creo que hay que hacer dos niveles. Uno, las autoridades, pero también está la otra parte, el pueblo peruano. Por eso hablamos de corresponsabilidad. Deben sentarse seriamente o tener un encuentro auténtico para hacer un análisis, una evaluación de la gran problemática peruana. Porque no basta resolver los problemas, como dice, punto por punto. Aparece un problema, lo resuelvo. Pongo tal persona, no resulta. Sino a fondo, una reflexión a fondo y hacer prioridades, pero para el pueblo peruano.
-¿No se supone que eso se hace en el Acuerdo Nacional?
El Acuerdo Nacional, y es una observación muy personal, no es vinculante. Y al no serlo, podemos reunirnos horas de horas, hablar, pero queda ahí. Por eso pienso que debe haber alguna entidad con capacidad de análisis, con una agenda de prioridades y decir vamos a enfocarnos al Perú, pero juntos. O sea, autoridades y población. Valga la redundancia, ¿no? Amar al Perú. Amar al Perú. Y retomar la frase: un congresista antiguamente era padre de la patria. ¿Qué significa padre? El que cuida, el que protege, el que piensa en sus hijos. Pensemos en el Perú. Peruanidad no solamente es cantar el himno o hacer vivas por el Perú. Peruanidad es algo mucho más profundo.
-¿El Congreso se está comportando como un padre de la patria?
Es una invitación a reflexionar: ¿Verdaderamente soy padre de la patria? ¿La población me siente como padre de la patria? Que me preocupo por ellos...
-Con la norma que afecta a la ley forestal, el tema de las mineras ilegales…
Por eso, la población percibe como una especie de una legislación autoreferencial. Hacia adentro. Hay que gobernar para el bien de la población.
-Hay un sector que está pidiendo que se derrumbe el Ojo que Llora, que es un monumento para las víctimas de la violencia política. ¿Qué opina sobre eso?
La historia no se puede borrar. Ha habido problemas serios de terrorismo, de muertes. La historia no podemos cancelarla. El Ojo que Llora se hizo en un momento determinado en memoria... No hay que tenerle miedo a la historia ni a la verdad. Así nos cueste. Eso pasó en el Perú. Pero el Perú también tiene fama porque prácticamente venció al terrorismo. Y eso es un logro. Siempre va a haber posiciones controvertidas, pero debe prevalecer la verdad, cuál es lo correcto y el bien común...
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-Quieren que se olvide lo que sucedió. Eso implicaría no sanción para los responsables. ¿Está de acuerdo en eso?
El Evangelio dice, ¿cuántas veces tienes que perdonar? 70 veces 7. O sea, tienes que perdonar siempre. Pero perdón y reconciliación está unido a una justicia... Dios es justo y aplica su justicia en su momento. Por eso tiene que haber perdón, reconciliación, pero también justicia. Porque la vida no se devuelve. Una vez que se mató a alguien, ahí quedó. ¿Cómo le devuelve la vida a una madre, a un padre que perdió a su hijo, o a un ser querido? No solamente basta decir hay que olvidar y perdonar. No. Porque también es una invitación a cumplir mi responsabilidad de lo que es injusto. ¿Dónde está lo que cometí? Por eso la Iglesia, el Evangelio invita siempre a una conversión personal.
-Sino se puede repetir, como las muertes en las protestas sociales...
Puede repetirse. Tiene que haber siempre verdad, justicia. Cuando la Iglesia habla de perdón, es porque si no se perdona de corazón, hay una especie de envenenamiento interno y hace daño. Pero la Iglesia habla de perdón, de reconciliación, pero también de justicia.
-El Papa aceptó la renuncia del obispo de Piura. ¿Cómo lo ve la Conferencia Episcopal?
El arzobispo de Piura ha hecho su reflexión, ha tenido sus elementos y ha presentado su carta de renuncia. Y el Santo Padre también tiene sus elementos, sus puntos de reflexión y ha aceptado la renuncia. Hay que ser objetivo: Hay una carta de renuncia, hay una aceptación por parte del Santo Padre y ahí quedó.