La exministra de Justicia Ana Neyra cuestiona en esta entrevista la manera express en que la Comisión de Constitución del Congreso aprobó el martes 7 un predictamen para retornar a la bicameralidad, que implica modificar medio centenar de artículos de la Carta Magna, y permite la reelección inmediata de los parlamentarios.
El mismo Congreso que rechazó el referéndum para cambiar la Constitución ahora aprueba un predictamen para modificar 50 artículos de la Constitución. ¿No es una contradicción?
Yo creo que si vamos a hacer la modificación de casi la mitad de la Constitución sería importante que tuviéramos unmayor debate y no solamente en una comisión con algunos especialistas invitados que piensan como ellos. Y eso podría ser en el contexto de una Asamblea Constituyente o en el contexto de un grupo más extenso con un debate mucho más objetivo. Por un lado (en el Congreso) quieren mantener la Constitución como está y por otro modifican diferentes temas.
¿Es irresponsable lo que hacen en el Parlamento?
Yo creo que incluso en 2018, cuando se debatió esto de la bicameralidad, se debatió más. Cada uno de los artículos (del dictamen aprobado el martes) plantean cambios importantes. Hay varios otros que implican cambios estructurales que no se han debatido. Están incluyendo al Jurado Nacional de Elecciones (JNE), la ONPE y el Reniec en el listado de autoridades que pueden ser inhabilitados por el Congreso. En el contexto en el que estamos, parecería una manera de removerlos, pese a que el supuesto fraude electoral no se ha cometido.
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¿Por qué es peligroso eso?
Porque estamos tocando cambios estructurales sobre cómo funciona el Estado sin haberlos debatido. No hablo solo de la bicameralidad, pero hay muchas cosas que le están cambiando sobre cómo se relacionan los poderes, sin que se haya debatido mucho. Otra cosa que me llamó la atención fue la cuestión de confianza: para disolver el Congreso tendría que negarse la confianza a tres consejos de ministros. Eso hace más difícil la disolución en un contexto en el que ya se hizo muy difícil la cuestión de confianza. Estamos hablando de un contexto en el que es imposible disolver el Congreso. Esto es válido, pero debería ser producto de un debate amplio y no solo con 12 personas (de la Comisión de Constitución) que se sientan.
La Constitución no contempla actualmente que los representantes de los organismos electorales sean denunciados, pero en el Congreso, con la bicameralidad, quieren incluirlos. ¿Qué riesgo implica ello?
Es peligroso porque en la práctica siempre habrá personas desfavorecidas por los resultados de los organismos electorales y esto podría ser una manera de pretender establecer un control de sus decisiones y eso les quita autonomía.
Si se aprueba esto, ¿el JNE, la ONPE y el Reniec pueden hacer una demanda competencial?
Más que una demanda competencial sería una demanda de inconstitucionalidad (...) Me parece que no es posible intentar un competencial contra una reforma constitucional.
En 2018, la ciudadanía rechazó la bicameralidad porque el proyecto también incluyó la reelección congresal. ¿Qué mensaje le da el Congreso a la población al dejar de lado esta decisión popular?
Ya pasaron cuatro años desde que se aprobó el referéndum. Es cierto que tanto la bicameralidad y la reelección son reformas impopulares. Yo igual creo que es importante plantear algunos retos: que en el caso de la bicameralidad se puede poner dos cámaras y que eso no genere mayores gastos, y en el caso de la reelección se pueda poner una especie de candados para que no haya reelecciones indefinidas. (...) Si queremos que esto no sea tan criticable, el Congreso debería dar gestos y uno sería que los congresistas solo puedan reelegirse por un periodo.
El Congreso aún no debate la reforma de la vacancia y la cuestión de confianza, y tampoco el adelanto de elecciones. ¿Por qué cree que se ha instalado esa criollada de solo debatir y dictaminar lo que les convenga a los congresistas?
Es peligroso haber dado la Comisión de Constitución a un grupo político que actúa según sus intereses. La Comisión de Constitución, desde que ha iniciado sus funciones, se ha dedicado a aprobar todos los proyectos que un sector del Congreso y a ignorar los otros. Por eso es que no debaten el proyecto del Ejecutivo que intentaba establecer un balance entre Ejecutivo y Legislativo, o por eso es que hasta que el Ejecutivo presentó el proyecto de Asamblea Constituyente tampoco se debatieron los demás sobre el mismo tema. La agenda la determinan los presidentes de las comisiones. En la práctica es que solo la agenda de cierto sector del Congreso está llegando a la comisión.
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Porque pareciera que, más allá de la razón, al final lo que se impone es la fuerza de los votos en el Congreso, ¿no?
Esto es algo que ha pasado en muchos congresos. Y ahora que tienen cierta cantidad de votos conseguidos para determinados temas, los utilizan. No estamos encontrando espacios de debate. Lo que está pasando también con la reforma educativa es sintomático. No estamos ante un debate técnico y eso es preocupante porque al final se buscan ciertos consensos, pero no representativos. Por ejemplo, no se escucha a la gente cuando se habla de la necesidad de pensar en el adelanto de elecciones, a pesar de que es un clamor.
Con lo visto hasta ahora en el Congreso, ¿nuestro sistema está en camino a ser parlamentarista?
Yo creo que sí. Tenemos un sistema que si bien es presidencialista, hay mucho poder en el Congreso. Y hay que pensar que el contrapeso que teníamos a eso, que era el Tribunal Constitucional, probablemente ya no lo tengamos en los próximos años.