Por Raúl Egusquiza
Mercedes Cuadros se encontraba indignada y consternada cuando se enteró sobre la muerte de su esposo, el suboficial Marco Tulio Ojeda Feria, quien perdió la vida un 20 de julio de 1992 a manos del grupo terrorista Sendero Luminoso.
“Mi esposo trabajaba como resguardo del asesor del expresidente Alberto Fujimori. La tragedia sucedió en la noche, cuando mi esposo mantenía la seguridad en las puertas del Instituto Libertad y Democracia en Miraflores. De pronto, apreció que un camión es abandonado en la puerta. Él ya presentía que se trataba de un coche bomba, se dirige al camión, abre la puerta para tratar de desactivar el explosivo, pero en ese momento estalla y mi esposo muere en el instante. Yo me encontraba gestando con tres meses de embarazo, mi hija nunca conoció a su padre”, detalla Cuadros, con lágrimas en los ojos.
Asimismo, indicó que la muerte de Abimael Guzman, que fue reportada por el Instituto Nacional Penitenciario (INPE) este sábado 11 de setiembre, no le genera alegría alguna, sino todo lo contrario, ya que le traen sentimientos de indignación.
“A mí no me alegra la muerte de Abimael, me indigna porque ni siquiera pidió perdón, no pagó sus culpas. El esposo es la cabeza del hogar, yo tengo que ser padre y madre para mis hijos. La vida de un policía no está valorada, que ese asesino sea quemado, pero primero que muestren su cuerpo, no vaya a ser que no sea él y salga en libertad. No queremos que ninguna persona involucrada en terrorismo nos gobierne”, sostuvo.
Unas horas después de la muerte del suboficial Ojeda, en el Mercado Mayorista número 1 de La Victoria, el suboficial de primera Benjamin Chavez Jara fue víctima de un nuevo atentado terrorista, en el cual quedó gravemente herido y su compañero de guardia falleció en pleno puesto de defensa.
“Yo he sido abatido en puesto de defensa. Mis balas se acabaron, me han rematado en el piso, me tiraron dos balazos en la cabeza, una de ellas impactó en la vista y perdí uno de los ojos. Yo estaba moribundo, perdí masa encefálica, los médicos me desahuciaron. Quedé con discapacidad motriz, tuve problemas mentales, perdí la visión y no hablaba. Yo no sabía ni quién era cuando desperté después de un mes”, manifestó a La República.
El policía en retiro se encontraba a cargo de la seguridad cuando se percató que los terroristas ingresaron para hacer una acción psicosocial de tomar el Mercado Mayorista número 1 de La Victoria. Al notar la presencia policial, hicieron volar el lugar con un explosivo. En ese momento, los dos agentes del orden tomaron posiciones de combate tratando de repeler el ataque, pero sin éxito alguno, ya que perdieron el enfrentamiento contra el terrorismo.
“Yo salí tras la explosión para defender el sitio y es ahí donde quedo aturdido y recibo los impactos de bala en la cabeza, pero de milagro sobrevivo; en cambio, mi compañero de guardia, Antonio Rurush, sí fallece en el acto. Antes de ese día, en un atentado anterior, yo tuve que recoger con espátula los restos de otros compañeros policiales”, expresó Chávez Jara.
Las familias exigen al Estado peruano que se les dé una indemnización por el daño causado a sus seres queridos y por las secuelas que padecen hasta ahora, ya habiendo pasado 29 años del trágico momento que les tocó vivir. En esa misma línea, solicitan que ninguna persona vinculada por las organizaciones terroristas estén involucradas con el Poder Ejecutivo.