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Política

Elvia Barrios: “La corrupción ha golpeado a nuestra institución”

Entrevista a la presidenta del Poder Judicial, en donde comenta sobre los inicios de su carrera, hasta llegar a su actual cargo, y los retos que afrontará en su gestión.

La recientemente electa presidenta del Poder Judicial, Elvia Barrios, conversó con La República sobre los retos inmediatos que asumirá en su gestión. Señala que se enfocará en dos ejes: la transformación digital y el combate contra la corrupción.

El sistema de Justicia en el Perú tiene problemas, muchos. ¿Qué espera poder cambiar o mejorar en este par de años que tiene por delante como presidenta del Poder Judicial (PJ)?

Fundamentalmente en transparencia y transformación digital. En transparencia, vamos a combatir la corrupción porque vamos a tener una apertura y exposición hacia la ciudadanía de todas las actividades que desarrollamos. Ya hay recursos para implementar el expediente judicial electrónico en todas las áreas. Por lo menos daremos los primeros pasos, los más importantes, para sentar esos pilares de una justicia fortalecida.

Eso, en transparencia.

Que es fundamental. Todos coincidimos en que una gran debilidad del sistema de justicia está sentada en no haber podido transparentar todos sus logros pero, también, sus debilidades.

El no comunicar, el no haber tenido una línea de apertura con la ciudadanía sobre aquello que hacemos pero también sobre estas debilidades, ha hecho que se genere esta desconfianza ciudadana, legítima, por cierto.

¿Se justifica la desconfianza ciudadana hacia el Poder Judicial?

Es legítima, por supuesto. No podemos dejar de desconocer ello. A puertas del bicentenario tenemos que aprender a reconocer las debilidades institucionales que tenemos.

¿Es solo un problema de comunicación? ¿No hay algo más de fondo?

Son varias cosas a la vez. No es solamente no haber sabido comunicar, es también no haber sabido efectuar un control decidido. No todos los jueces han estado premunidos de integridad en el trabajo que realizamos.

No hemos sabido cuestionar determinadas selecciones de jueces y juezas que no estaban en la línea de lo que corresponde al PJ. Hemos tenido muchos errores pero, también, hay que decir que hemos tenido muchos logros, en la justicia intercultural, en el acceso a la justicia para las personas vulnerables, en el enfoque de género, en el combate contra la trata.

También somos el PJ que -lamentablemente- puede exhibir a muchísimos altos exfuncionarios procesados y privados de libertad con medidas coercitivas. También hay disfuncionalidades porque la corrupción ha golpeado a nuestra institución.

¿Qué ofrece en concreto para combatir la corrupción en el sistema judicial?

Primero, un decidido apoyo a todas las acciones disciplinarias. Segundo, reforzar la actividad que realizan los órganos jurisdiccionales dedicados a juzgar la corrupción. Y fortalecer a la Sala Penal Especial, que en la fecha presido, a cargo de juzgar a altos funcionarios.

Cuando fue electa, se reconoció su papel en el caso Cuellos Blancos. ¿Le genera algún tipo de preocupación que, por ejemplo, permanezcan colegas suyos en la institución vinculados con esa organización criminal?

A mí me genera preocupación el que haya personas que pudieran no estar identificadas dentro de la institución. Pero eso corresponde al Ministerio Público (MP). Por cierto, debo señalar que no se puede etiquetar a priori a cualquiera como “cuello blanco”.

Tiene que haber una investigación seria con un caudal probatorio adecuado para establecer si esta persona estuvo o no en la organización. Recuerde que nosotros por la interacción diaria conversamos y votamos y despachamos con todos nuestros colegas.

Es como usted, que tiene que tener una relación con todos los periodistas. Una relación o conversación producto de las actividades no puede terminar de establecer que se está en un círculo determinado. Nosotros hacemos alta política judicial dentro de la institución y necesitamos comunicarnos, lógicamente en líneas estrictamente laborales.

Imagino que espera que las investigaciones avancen rápidamente.

No solo yo, todas las personas están interesadas. Es una demanda ciudadana. Las acciones están hoy en el espacio del MP. Hay que entender que son investigaciones complejas. Tampoco es que se encuentre la información de manera fácil.

¿Cómo está la situación de la provisionalidad en el PJ? Siempre es un tema que causa preocupación, aunque no se hable de eso mucho ahora.

Causa preocupación la provisionalidad y los jueces supernumerarios. Lo primero es cuando un juez tiene un cargo titular, pero que asume uno superior de manera provisional. Y lo segundo es cuando los jueces no tienen cargo de origen y vía un concurso administrativo se les selecciona para ocupar una plaza determinada.

Lamentablemente, tenemos una alta provisionalidad y jueces supernumerarios, y ello es nocivo para el sistema de justicia. No nos da mucha garantía.

¿Lo va a tratar de solucionar?

Eso depende de la Junta Nacional de Justicia. Ellos tienen que proveer al sistema de jueces titulares. Se entiende que la JNJ es una institución nueva que ha empezado de cero.

Habrá que pedirle a la JNJ que ayude a resolver este asunto. La provisionalidad genera desconfianza.

Genera una imagen en el ciudadano de inseguridad. Uno se siente más seguro cuando el juez es titular porque siempre surge esa idea de que el supernumerario puede hacer cualquier cosa.

Precisamente, la JNJ está por elegir al jefe de la Autoridad Nacional de Control del Poder Judicial, que reemplazará a la OCMA. ¿Cuál es su expectativa sobre esa jefatura? ¿Qué tipo de profesional debe ser el que se elija para ese cargo?

Compete a la JNJ y ellos han desarrollado un perfil. Desde el PJ queremos que sea una persona premunida de valores e integridad y que conozca del sistema de administración de justicia, que es muy complejo.

Tiene que ser alguien que haya estado estrechamente vinculado a él. Sin ánimo de perjudicar a nadie, me preocuparía si es que advierto a alguien que no tiene nada que ver con el sistema, o solo se ha dedicado al campo teórico, sin dejar de valorar sus conocimientos.

¿Ha detectado a personas que estén postulando y que no cumplan con ese requisito que plantea?

Eso le corresponde decidir a la JNJ. No estaría bien que me pronuncie. Pero respetando la independencia de aquella, le pediría que la persona seleccionada esté premunida de integridad y que conozca al sistema de justicia y su funcionamiento.

Usted ha hablado de una deuda de género en el PJ. Dijo que promoverá la paridad en su gestión. Ahora bien, el Juzgado Penal Colegiado Supraprovincial Transitorio Zona Sur emitió una sentencia absolutoria a favor de un sujeto de 22 años acusado de violación sexual, porque la víctima usaba prendas íntimas que, según la valoración del juzgado, hacían suponer que estaba dispuesta a mantener relaciones sexuales. También leí en el portal Ojo Público que la Corte Superior de Madre de Dios absolvió a dos mujeres acusadas de trata de personas que mantuvieron a una adolescente de Puno en el bar que administraban y donde le asignaron la labor de beber cervezas con los clientes. ¿Cómo se combate esta clase de sentencias?

Con relación a la sentencia que dice que portar una determinada prenda, bueno… lo primero que tengo que decir es que es una sentencia en primera instancia y que ha sido recurrida.

Esperemos la decisión del tribunal superior. No puedo adelantar opinión. Pero de manera general, lo sabemos, y no es materia de discusión, vivimos en una sociedad machista, patriarcal, donde todo ha sido visto desde la égida de lo masculino. ¿Correcto?

De acuerdo.

Es nuestro día a día. Y todos a través del proceso de socialización de género hemos internalizado que a los hombres y mujeres corresponden determinados atributos, roles, espacios: la mujer para la casa, el hombre en la calle, la mujer cuidadora de hijos, el hombre proveedor. Y con eso, los calificativos que se nos adjudican a las mujeres: que somos lloronas, sensibles, débiles.

Entonces, somos una sociedad cargada de estereotipos y los jueces no somos inmunes a ellos y es algo difícil de erradicar. ¿A qué estamos abocados en el PJ? Y yo se lo garantizo, porque presido la Comisión de Justicia de Género…

Lo sé.

Estamos abocados en institucionalizar el enfoque de género en todas las estructuras del PJ. No puede usted erradicar la estereotipación si no sensibiliza a la persona, la educa. Hay que decirlo, debe haber jueces machistas y deconstruir ese sistema es complejo, pero estamos en esa línea de trabajo.

Y sobre la trata, le digo que no comparto esa sentencia que ha mencionado. Le puedo decir que a través de acuerdos plenarios sentamos precedentes vinculantes para todos los operadores judiciales de cumplimiento obligatorio, incluidos los jueces.

Hay acuerdos plenarios sobre cómo se debe valorar la prueba en delitos sexuales, en feminicidios, en trata. Yo quiero recalcar mi compromiso como mujer: estamos trabajando en la capacitación con relación a la trata.

¿No hay un tema generacional? Jueces más jóvenes, más capacitados en enfoques de género, podrían tener un papel más activo en el combate contra estos problemas.

Precisamente, en estas capacitaciones hemos seleccionado no solo a jueces jóvenes sino a los que tienen vocación académica y son profesores.

Ya que hablamos de género, ¿cómo ha sido su carrera en el PJ? Sé que es extensa. Por ser mujer, ¿siente que la tuvo más complicada?

Bueno, claro que sí. Para mí el desafío era mayor que el de un varón. Los casos que veía en Ayacucho, con el terrorismo, demandaban una acción decidida. Tenía que salir al campo, hacer intervenciones, pernoctar en lugares alejados desenterrando fosas y, eso, me obligó a que por razones de seguridad tuviera que seguir un curso de supervivencia para saber manejar armas.

En ese entonces, en 1985, en Ayacucho todo era trocha y entre Huamanga y Huancapi me demoraba 10 a 12 horas y había siempre riesgo…

De una emboscada.

De ser atacada y tuve que aprender a usar un arma de fuego. Me nombraron un instructor y con otros dos colegas hacíamos cursos de tiro para poder defendernos. Puede sonar duro y hasta no creíble, pero nos decían: “recuerde que la última bala es para usted”.

Se nos enseñaba que en el caso de un ataque no podíamos permitir que se nos capturara porque los métodos de tortura de Sendero Luminoso eran terribles. Esa era nuestra realidad, así vivíamos en esa época, que no debemos olvidar, por cierto.

¿Le fue complicado ascender en su carrera?

Hubo dificultades al inicio. Cuando me enviaron a Ayacucho como fiscal hubo un cuestionamiento porque era mujer, pero la ventaja era que nadie quería ir. Era bastante joven, 26 años, era impetuosa, sanmarquina, con el alma de San Marcos encima. Entonces, una sale a luchar por la justicia, a defender las causas justas, ‘yo voy donde los hombres no van’.

Ese empuje me sirvió de mucho. Sí, a veces había ese micromachismo de protección, de ‘pobrecita, es mujercita’. Hay que decirlo, las mujeres teníamos que masculinizarnos un poco para que se nos respete, ¿no? Por eso mi lucha por el enfoque de género es un compromiso

Una curiosidad sobre el proceso de votación en el PJ, y es que es algo secreto. No hablo solo del acto del voto mismo, sino del proceso completo. ¿No debería ser más transparente? Como que todo se mueve a puertas cerradas. ¿Cómo hace un candidato para buscar sus votos? ¿Usted ha cabildeado con sus colegas?

Por supuesto, absolutamente con todos. Con tirios y con troyanos tienes que hablar para que te den el voto. Uno trata de conseguir una cita con el colega porque, aunque parezca mentira, el trabajo en la Corte Suprema es bastante arduo y duro.

Se trabaja más que estando en las instancias inferiores, esa es la verdad. Entonces uno tiene que ir y convencer al colega y señalarle ‘mira, quiero postular a la presidencia, ¿tú me puedes apoyar?’. Es más difícil, lógicamente, para una mujer que para un hombre.

Me imagino.

Es más difícil. Recuerde usted que esta es la tercera vez que yo postulo, porque dije ‘hay que abrir camino’. Y he dado el primer paso, y vendrá otros pasos de otras mujeres. Una va tocando puertas, absolutamente con todos, aunque una sepa que el colega no va a apoyarte.

Me ha pasado, yo sabía que no iban a votar por mí, pero (decía) ‘quiero que conozcas mi trayectoria, que me mires como una opción y en la posibilidad de que pase a segunda vuelta te decidas por mí, aunque ya tengas un compromiso con otro colega’.

El voto indudablemente es secreto, pero algo inédito y positivo para este año es que, por primera vez, los candidatos hemos expuesto nuestro plan de trabajo dentro de un plan estratégico institucional. Lo que he hecho para ganar el voto de mis colegas es, simplemente, presentar mi trayectoria de vida.

Algunos me han señalado que han valorado mucho que haya luchado contra el terrorismo, que haya estado en procesos emblemáticos. Lógicamente, hay un compromiso, el desafío es mucho mayor.

¿Es cierto que Rocío Barrios, la ex ministra, es su hermana?

Es mi hermana menor.

Han advertido que por ese motivo usted no podría ser imparcial en las investigaciones a Martín Vizcarra. ¿Qué responde?

Fíjese. Mi hermana ha demostrado su desarrollo profesional y sus capacidades en esta pandemia. Ha estado al frente. Pero ello no me compromete a mí, absolutamente para nada. Porque cada una tiene una línea de trabajo y de vida.

Cada quien vive sus propios espacios y tiene sus propias aspiraciones profesionales. Es verdad, integraba la Sala Penal Especial pero tenga usted la absoluta seguridad de que mi compromiso era mayor por ser más transparente y actuar sujeta a ley. Ya no está mi hermana como ministra así que ya nadie puede cuestionar nada.

“En Ayacucho, para el Ejercito, yo era una ‘tuca’”

¿Qué piensa de todo este clima que hemos vivido últimamente? En una entrevista dijo que las protestas de los jóvenes han sido un reclamo al que tienen que responder. ¿A qué se refiere?

Quizás yo tomo como ejemplo que tengo un hijo joven, contestatario, ambientalista, vegano, con una mirada diferente del mundo y que nos atribuye a los adultos mayores la responsabilidad de tener al país en la circunstancia en la que lo tenemos.

Lo escucho mucho, porque lo que él dice es el reflejo de lo que necesitan los jóvenes peruanos. Cuando yo miraba a esos jóvenes en las calles, me preguntaba qué les ha causado indignación. Y claro, cuando miro al país hundido en una pandemia sanitaria, con una crisis económica, con instituciones débiles, con perfiles difíciles, me pregunto: ¿cómo podemos hacer para reforzar la institucionalidad, qué país les estamos dejando a estos jóvenes? Y los jóvenes quieren un cambio.

Nos invitan a la reflexión, quieren instituciones sólidas, gente premunida de integridad. Pero, finalmente, quieren que dejemos un país de paz. Mire lo que está pasando en el país, es dramático, nos duele. Yo he visto la miseria en su nivel extremo en Ayacucho, he visto la muerte día a día, he recogido no un cadáver sino cientos de ellos, he cargado 69 cadáveres en bolsas en Accomarca.

He visto el dolor. Yo soy huancavelicana, y provengo de un lugar muy pobre y remoto, de la provincia de Castrovirreyna, del distrito de Huachos. Conozco las necesidades de las gentes y, por eso, siento el reclamo de los jóvenes. ¿Qué obligación tenemos?

La de refundar nuestro país, de trabajar por el país, pero también de reconciliarnos porque, ¿sabe qué se ha generado? El odio. Nos miramos como enemigos, no sabemos reconocer en el otro el oro que tiene, porque nos estamos volviendo miserables, porque no estamos siendo capaces de conversar como seres humanos y de mirarnos frente a frente.

Tenemos en la puerta de nuestras casas la muerte tocándonos por la pandemia y seguimos siendo conflictivos. Perdone que me emocione.

Por su propia vinculación con la historia del terrorismo, como fiscal en Ayacucho, no puedo dejar de tocarle este tema. Tiene que ver también con lo visto en estas semanas. Me refiero al “terruqueo”, que se está haciendo una constante para desacreditar la protesta. Ahora a cualquiera le dicen terrorista por alzar la voz. ¿Qué piensa?

Yo quiero resaltar que tenemos que tener mucho cuidado en caracterizar o categorizar a las personas. Parto de algo que a mí me pasó. Cuando llegué a Ayacucho, lógicamente era una mujer bastante joven, iba imbuida de Mercedes Sosa, Atahualpa Yupanqui, Víctor Jara, adoraba las canciones de Violeta Parra.

Soy sanmarquina de corazón, de alma. Vivíamos por seguridad en el hotel de turistas, porque se nos atacó varias veces con bombas, y escuchaba esas canciones y para el Ejército yo era ‘tuca’. Y encima investigaba, me quedaba, dormía en las fosas, levantaba cadáveres, denunciaba, entonces yo era ‘tuca’. Me categorizaban por el rol que desarrollaba y por los pensamientos que yo tenía.

Y por la música que escuchaba.

Y prohibieron escuchar muchas canciones en Ayacucho. Por ahí se enteraron de que yo en mi cassette ponía mi Mercedes Sosa, o ‘Te recuerdo Amanda’ (de Víctor Jara). Una vez un colega me hizo llegar un informe de inteligencia y me dijo: ‘oye, piensan que tú eres ‘tuca’’.

Terrible, claro.

El hecho de estar en la línea correcta, de tener sensibilidad, hacía que te categoricen. Hoy, entonces, hay que tener muchísima responsabilidad en categorizar a los jóvenes.

Lógicamente puede haber rezagos del terrorismo que ha sido muy lesivo para el país, pero hay que tener mucho cuidado con categorizarlos, hay que tener pruebas contundentes y elementos serios para poder decir que están en eso. No es bueno categorizarnos. Aprendamos a reconciliarnos, por Dios. ¿Puedo decir algo final?

Por supuesto.

No está de más pedir algo a los peruanos y peruanas: que nos den la oportunidad de sentar las bases de un Poder Judicial legitimado. Y también quiero aprovechar para dirigirme a todas las personas que no han tenido la oportunidad de lograr un espacio social por sus carencias económicas.

Quiero decirle a las niñas que cualquiera sea la circunstancia adversa que tengan, la educación es un arma eficaz para combatirla. Y la educación pública, en mi caso, niños y niñas y adolescentes, fue buena. Yo provengo de una gran unidad escolar, de una universidad nacional. A mí, el Estado me educó y estoy donde estoy gracias al Estado.

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