Robarle tiempo a Pilar Mazzetti para que responda a una entrevista es tarea difícil. Comprensible. Su agenda explota con los compromisos asumidos como jefa del Comando Covid-19. A continuación, responde sobre la situación de la pandemia en el país.
¿El Perú está ganando o perdiendo el desafío impuesto por la Covid-19?
Si no hubiéramos hecho nada, nuestra situación sería terrible. Empezamos bien, tomando medidas lo más rápido posible, y las primeras tres semanas fueron realmente buenas, en medio de una desgracia. Personas contagiadas y fallecidas ha habido en los países con sistemas de salud cien por ciento operativos. Luego, diría que empezamos a fallar cuando no fuimos capaces de controlarnos y mantenernos con el aislamiento debido, y eso ha repercutido mucho. Nuestro sistema está debilitado de muchos años. Yo sirvo en el Estado 30 años, trabajo en Barrios Altos, en ciencias neurológicas, que si bien es un tercer nivel me permite ver, día a día, las dificultades.
¿Me puede dar un ejemplo de esa debilidad?
En este momento, el Minsa tiene entre el 50 y el 60% de su personal fuera de combate.
¿Tanto?
Me temo que sí. Los establecimientos más nuevos tienen personal más joven y ahí se puede encontrar a un 70% (operativo). Pero hay otros muy antiguos, con gente con muchos años de trabajo. Por decirle, en ciencias neurológicas tenemos 175 camas, 11 consultorios, y unos 900 trabajadores, de los cuales el 56% somos mayores de 50 años.
Entonces, empezamos bien. Luego, el problema de la informalidad complicó todo.
Una parte tiene que ver con nuestra forma de ser. Siempre hemos sido un poco desordenados, no seguimos las normas. Otra parte tiene que ver con la realidad. Hay un hecho real que es la falta de liderazgo y es difícil manejar a nuestro país. En circunstancias como esta, lo ideal sería lo que ocurre en China, donde se da una orden y todo el sistema cumple.
¿Y acá?
En nuestro país, el Minsa saca una indicación y las regiones no necesariamente cumplen.
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¿Hay falta de liderazgo del Estado?
En términos generales, sí. Pienso que en nuestro país, el Estado -no específicamente este gobierno- tiene un problema de estructuración, de continuidad, de liderazgo, y eso nos afecta desde hace unos diez años, si no más. Y eso es a nivel nacional, regional. La corrupción ha afectado el liderazgo, nuestra falta de previsión también.
¿La cuarentena funcionó o no?
Yo creo que sí ha funcionado. Las dos primeras disposiciones funcionaron y las cifras lo muestran. Luego, todo el mundo salió de manera desordenada. No hemos sido conscientes del peligro.
En el diario El País salió un informe según el cual el Perú presenta el mayor exceso de muertes durante la crisis del coronavirus. Hay una brecha, se sabe. ¿Se puede calcular el tamaño de esa brecha entre el número real de muertos por Covid-19 y los datos oficiales?
Solo saber al dedillo las camas de UCI y de hospitalización nos tomó tres semanas. Con el aplicativo que hemos hecho, por primera vez en 80 años tenemos las cifras de camas públicas y privadas. Solo piense en eso. A ver, calcule a los fallecidos.
Entonces, es imposible intuir el tamaño de la brecha.
No soy estadística ni epidemióloga. Hasta donde logro entender, y en mi experiencia práctica, hay brechas y muchas. En fallecidos hay que tener en cuenta un detalle: el registro de muertos que está por fuera del diagnóstico con prueba va a ser bien difícil de precisar, porque se tendría que ir a las historias clínicas, si las hubiera, para determinar si hay patrones Covid. Otros países catalogan poco a poco y añaden a las muertes confirmadas (por coronavirus) las sospechosas. En el Perú es muy difícil, ¿ah?
¿Apoya usted la versión de que estamos en una meseta? ¿O prefiere mantener sus reservas?
La estadística es la estadística. En la mayor parte de los países que ya pasaron por esto, tienen entre 10% y 25% de positividad en su población. En el Perú somos 31 millones, el 10 por ciento son 3 millones, y ahora mismo no tenemos 3 millones de contagiados, ¿verdad? Mientras más pruebas hagas, más idea tendrás de cuántos son positivos, y la cifra va a seguir subiendo. ¿Pero qué es lo que cuenta para conocer si estamos o no en una meseta? El momento en que la persona tiene síntomas, es decir la fecha de inicio de esos síntomas. Si se ve eso a nivel nacional, se aprecia una estabilización. No digo que (la curva) esté bajando. Le quiero mostrar una lámina muy interesante que me pasaron de nuestro centro de control de enfermedades (la entrevistada busca en su teléfono y muestra dos gráficos). ¿Puede ver?
Sí.
El (gráfico) de la izquierda, que sube, corresponde a las tomas de muestras. ¿Ve el de la derecha? No considere el descenso, porque es engañoso. Faltan ingresar datos.
¿Esos son los casos confirmados, cierto?
Casos confirmados por inicio de síntoma. Entonces, la tendencia es esa, a que la curva sea así (dibuja con la mano una línea horizontal). Eso nos da esperanza. Los epidemiólogos manejan esto por regiones.
Claro, la situación cambia por zonas.
En Iquitos, al inicio del desastre iba así (dibuja con la mano una línea hacia arriba). Ahora tienen camas libres y ha calmado un poco la cosa. Es más, han desarmado ventiladores y los han pasado a otros lados.
Ha dicho que la cuarentena se extendería si hubiera un “desastre epidemiológico”. ¿A qué se refiere con un desastre?
Imagine que se levanta la cuarentena y encontramos fiestas en todas las esquinas y todos nos cruzamos y nos apachurramos en el micro. Bueno, eso es un desastre epidemiológico. O asumamos que hay una reapertura descontrolada de fronteras. Si salimos y a la vez mantenemos la ecuanimidad, probablemente tendremos un rebrote, pero pequeño. No obstante, nos puede pasar lo de Chile, y eso que allá obedecen indicaciones más que nosotros y tienen un sistema de salud mucho más potente que el nuestro.
Entonces, la concepción de “desastre epidemiológico” tiene que ver más con las actitudes de las personas. Pensaba más en números.
¡Ojalá se pudiera hablar de cifras! Es muy difícil. No era consciente, pero me he dado cuenta de que la población y la prensa quieren cifras exactas y eso es imposible en salud. A mí me parecía muy raro que la gente se preocupara por saber cuándo llegaríamos al pico, mientras que a lo que a mí me interesa es que el pico se vaya corriendo mientras pongo ventiladores y camas. A mí me interesa ganar tiempo.
Vayamos al tema que la ha tenido ocupada estos días: el oxígeno. Dijo que las personas que han especulado deberían ser acusadas de traición a la patria.
Yo acusaría de traición a la patria a todos aquellos que no usan mascarilla, a todos aquellos que especulan con las mascarillas, los medicamentos. ¡Nos estamos muriendo!
¿A las clínicas?
¿Por qué a las clínicas solamente? A ver dígame.
No digo solo a las clínicas. Pero si ya metió usted a los de las mascarillas y medicamentos, le pregunto si las incluiría.
Si las clínicas están haciendo cobros indebidos, también deberían ser acusadas (de traición a la patria). Y si nosotros los ciudadanos no hacemos las cosas bien, lo mismo. Y a mis colegas que en un hospital esconden un ventilador, también, ¿verdad? Y si yo pido un ventilador y no lo conectan al día siguiente, eso es también traición a la patria.
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Vamos a tener a varios acusados de traición a la patria en esta pandemia.
Me temo que el concepto de “patria” anda medio debilitado. Yo pido que me manden una foto del ventilador conectado.
¿A ese nivel?
¿Y usted cómo quiere que me asegure de que lo pusieron?
Volvamos a lo del oxígeno. ¿Cómo lo ve?
Es un asunto delicado. Hemos encontrado a gente muy correcta, a empresas chiquitas que vendían al precio que debía ser. Y también hemos visto en Iquitos balones a 4,800 soles. ¿Dígame si eso no es traición a la patria, pues? Es un crimen. El tema es que el Minsa no negocia como ministerio, sino por establecimiento.
Porque nuestro sistema de salud está partido, ¿cierto?
Mi hospital, que pertenece al Minsa, llama a un proveedor y discute el precio con él. Y el 2 de Mayo lo mismo, y la maternidad. La negociación debería ser en conjunto.
Y así baja el precio.
Elemental. Y ahí empezó nuestro drama. Ha sido bravísimo esto. Nos ha tomado tres semanas juntar la información para ver la demanda y se ha elaborado otro aplicativo multisectorial. Otro tema: la concentración. El Perú se guía por el estándar europeo, que es de una concentración de más del 99%, cuando en la mayor parte de los lugares es del 93%, en adelante. Tuvimos que bajar el estándar, ¿o cómo nos íbamos a dar abasto? El aire que usted respira tiene una concentración del 21%. Está muy bien pensar en estándares europeos, pero nadie respira el 100% de lo que entra por la nariz. Nosotros consumimos 216 toneladas de oxígeno al día.
Y se espera llegar a 394 con la ampliación, ¿cierto?
Exacto. Se están construyendo camas por diferentes lugares.
¿Se podrá llegar a cubrir la demanda?
Le preguntamos solo a las grandes empresas y llegaban hasta 268 toneladas como máximo, lo que significa un déficit de 136 toneladas. Por eso, el decreto aprobado nos permite comprar fuera, si es necesario.
Mencionó el tema de las camas. El gobierno se comprometió a tener 2000 camas UCI al final de mes. El presidente de la Sociedad Peruana de Medicina Intensiva dijo que solo existen 700 médicos UCI. ¿De dónde saldrán los que se necesita?
Usted no puede fabricarlos de la nada.
¿Cómo hacemos entonces?
Pues en el extranjero se hace un manejo por equipos. El centro va el médico UCI, que trabaja con cuatro colegas como internistas, cardiólogos, neumólogos que sepan manejar los equipos. A su vez, cada uno de esos cuatro tiene a su cargo cuatro equipos de ventilación asistida. En resumen, cada equipo dirigido por un médico UCI ve 16 camas, como máximo.
¿Es cierto que en un escenario de copamiento de camas se decide por posibilidades de recuperación? ¿O es por orden de llegada?
Las decisiones limítrofes en medicina están establecidas desde hace mucho tiempo. Si su familiar mayor hace un infarto cerebral masivo, ¿qué le van a decir, así haya cama disponible? Que su familiar tiene esto en el pulmón, esto en el riñón, que el tamaño del infarto es tal, por lo que su pronóstico de vida es este. Y eso ocurre con Covid o sin él.
¿Qué quisiera para usted misma?
¿Qué quisiera para mí? Yo no quiero encarnizamiento terapéutico. Si yo veo que mis chances de sobrevivir en una UCI en condiciones adecuadas son malas, para mí y mi familia lo que quisiera es una vida digna. Justo lo conversé con una persona ayer, que me consultó por su decisión de que su familiar no ingresara a la UCI.
Qué duro.
Me explicó la situación y le dije que estaba de acuerdo con ella. Le comenté que la vida tiene un límite y que su papá, por la edad que tiene y la forma en que está reaccionando a los cuidados iniciales, posiblemente sobreviva varias semanas en una UCI aunque no sé en que condiciones. Hay que entender, también, que un médico no dice “este no entra”. No. Son cosas que deben conversarse con la familia. Yo tengo pacientes con parkinson, alzheimer, en condiciones muy difíciles, y cuando sus familias me preguntan qué hacer yo les respondo que deben ponerse de acuerdo. Hay familiares que piden pelear hasta el final y eso se debe respetar.
Desde que asumió el Comando Covid, ¿alguna vez pensó en dejarlo?
Por mi experiencia de vida, es muy difícil que yo diga algo como “hasta aquí llegué”. Sí he dicho “¡maldita sea!”, y otras cosas que no pueden ser publicadas. Es tan doloroso. Gente de mi promoción ha fallecido. Una colega de nuestro equipo de acá, joven, muy jovencita, que viajó a Iquitos varias veces para pelearla allá, casi se nos ha muerto. Pasó un sábado y domingo entubada y ventilada, le empezó a bajar la presión, y todos dijimos: “se nos va”. Gracias al cielo y a su fortaleza, salió adelante. Otra cosa complicada: los ventiladores. El Estado compró 501 y teníamos un cronograma de llegada. ¿Y qué ocurrió? Que el primer lote no eran los que tenían que ser.
¿Y el lote siguiente?
Llegó ahora otro grupo de ventiladores, los correctos, pero dos aditamentos no llegaron con ellos. Y nos hemos quedado mirando los 50 ventiladores durante diez días.
Imagino, soltó algo más fuerte que “maldita sea”.
Exactamente. Es que es la frustración. Recién anoche (viernes) hemos enviado ventiladores a Arequipa y Sullana. Imagínese la angustia, sobre todo cuando viene la noche, porque los pacientes se descompensan por insuficiencia ventilatoria sobre todo de noche.
Usted fue ministra. Lo que uno observa en el sistema de salud es responsabilidad de quienes tuvieron poder para cambiar las cosas. ¿Qué responsabilidad tienen los ex funcionarios en lo que se ve hoy?
Regresamos al problema del Estado. Para empezar, cuando uno quiere ganar elecciones ofrece el cielo, la tierra y el infierno. Lo que más vende es la salud, ¿no?
Y educación.
Junto a seguridad. Esas son las tres cosas que más venden. Y yo diría que son los tres sectores menos atendidos. Y no le hablo de presupuesto. Si fuera directora de mi institución y nos dieran 10 millones de soles, renunciaría al cargo porque sé que no los gastaríamos. ¿A qué voy? A que el Estado, como estructura, está tremendamente debilitado. Necesitamos trabajadores capacitados, con una verdadera carrera de servidores y estándares de cumplimiento, aunque todos los sindicatos se me echen encima a continuación. Tenemos que ser medidos de acuerdo a nuestra capacidad. A partir de esta desgracia, debemos pensar en lo queremos para nuestra patria, en nuestra responsabilidad como funcionarios. Y necesitamos que todas nuestras autoridades políticas, y espero que no se molesten los que me van a leer, no hagan politiquería, que no aprueben normas por aprobarlas y no tomen decisiones superficiales. Acá voy a personalizar mi respuesta. Cuando fui ministra, éramos el primer gobierno democrático en mucho tiempo y no había dinero para nada. Lo único que se pudo hacer fue reestructurar el sector. Se elaboró un marco normativo, se levantaron normas de calidad. Pero lo que más recuerdo fue la aproximación intercultural a la salud. Yo en el comando me encargo de hospitales y las UCI, aunque cada vez que puedo apoyo todo el plan de comunidades nativas. Hay una deuda moral ahí.
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Sin embargo en la pandemia los nativos son la última rueda del coche, de nuevo.
Son muy poco visibles en el imaginario nacional, es verdad. Algo que agradezco es que en este decreto del oxígeno se permite la compra de concentradores para nuestras comunidades.
Ha habido demora en reaccionar, doctora.
En nuestro país siempre hay demora para todo. Todo funciona a una velocidad no-Covid en tiempos Covid. El marco normativo es el de antes y yo molesto a todo el mundo porque da la impresión de que aquí estamos en Disneylandia. Todos quieren el papelito A, el papelito B, el C, y si no están la firma y el sello entonces ya fuimos. Y encima, los que nos auditan, las “ías”…
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¿Las “ías”? ¿Qué es eso?
La Contraloría, la Fiscalía, la Policía y la Defensoría. Las “ías” muchas veces, no siempre, nos auditan como si no hubiera Covid. ¿De dónde vamos a sacar un médico de salud ocupacional por cada veinte trabajadores? No hay. ¿Cuántos ministerios tienen un médico ocupacional por cada veinte trabajadores? ¿En la empresa en donde usted trabaja tienen un médico ocupacional por cada veinte personas? No creo.
¿Le averiguo y respondo?
No me conteste. Yo no audito. Solo mire lo ilógico. Se toman decisiones absolutamente ilógicas. Nos demoramos por eso. Vamos a otra velocidad. En el ascensor del ministerio hay un letrero, bien grande, que dice “la salud no espera”. Pero yo diría que no espera salvo cuando tiene que cumplir con el marco normativo. Y mire el revanchismo. A mí me llamó mucho la atención una foto que salió no sé en qué medio, de filas de sillas de ruedas bien separadas con su balón de oxígeno personal.
¿No era una foto del Almenara?
No sé en dónde fue. A lo que voy es a la foto. Si yo tuviera un problema ventilatorio, ojalá encontrara una silla de ruedas con mi balón al pie. ¡Estamos en pandemia! Si alguien cree que vamos a tener espacios individuales con lamparitas y cable, está en Disneylandia. Esa foto es un ejemplo de orden en una situación crítica. En mi consultorio tenemos banquitos de plástico, que hemos comprado nosotros mismos, haciendo “chanchita”.
Hay mucho por cambiar en nuestro sistema de salud. De todo eso, ¿qué quisiera que se modifique apenas esto pase?
Lo de las cifras, para empezar. Por eso hemos hecho aplicativos, de camas, oxígeno, y se está haciendo uno para ambulancias. Yo quisiera dejar algo más de orden, con información en tiempo real para adoptar decisiones, un primer paso hacia la unificación del sistema. Y un segundo asunto, quisiera que los de salud encontremos el verdadero sentido de nuestro trabajo.
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¿A qué se refiere?
Con el perdón de mis colegas y trabajadores de salud en general, me parece que estamos perdiendo el lado humano, algo más terapéutico que la pastillita como la relación médico-paciente, esa capacidad de ponerle la mano en el hombro al enfermo. Yo recuerdo cuando niña y vivía muy lejos de Lima, una vez me sentía pésima en mi cama y de pronto por la puerta entró el doctor Chamochumbi, que atendía en la zona, y me sentí mejor. Ahora nos controlan la hora, tenemos que llenar un kilo de papeles. ¿Y cuándo enganchamos con nuestros pacientes? En algunos sistemas ni siquiera los miran. No sé si es porque con los años yo miro las cosas de una forma medio cuadriculada. Tengo pacientes que se me van a morir, pero la enfermedad no les va a ganar si dejan la vida con tranquilidad, habiendo arreglado sus cosas. Todo eso ya no existe en medicina, es muy limitado. Anda tan parametrada la salud que no da tiempo para hacer esto que le digo, acompañar al paciente.
¿La relación entre el paciente y el médico es mínima?
Es mínima, cuando la mano en el hombro y la mirada también ayudan. En pandemia, dicen, sale lo mejor y lo peor de nosotros. Hay gente sacrificada que atiende como sea, que no para hasta que se enferman, mientras otros van a sus casas, “dizque” en aislamiento, y están trabajando en otros lugares, ¿verdad?
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