No a costa de las vidas
Armando Mendoza, economista.
En principio, se justificaría que el sector minero siga operando, pues en la actual situación es necesario minimizar el daño a la economía y mantener funcionando, en lo posible, a sectores clave. Por supuesto, ello no puede ser a ciegas ni a costa de la seguridad de las personas. Se debe aprovechar el aislamiento en que operan muchos campamentos mineros para imponer estrictas medidas sanitarias, así como establecer una bonificación extraordinaria para los trabajadores por este periodo. Lo justo es lo justo, señores de Confiep. Además, urge reevaluar y corregir el marco tributario minero, pues sería inaceptable que en un año en que el Estado necesita más ingresos, la minería tenga un aporte negativo, tal como sucedió el 2015.
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“Confiep ganó el pulseo”
José de Echave, exviceministro de Gestión Ambiental.
La Confiep ganó el pulseo. La minería seguirá operando en la emergencia. Si bien en un comunicado el MEM habla de operaciones críticas, lo cierto es que se incluyeron todas las operaciones mineras y sin la posibilidad para que un organismo de fiscalización haga su tarea. El Covid-19 es un problema urbano en Perú: 99% de los casos se presentaron en ciudades. Los territorios rurales no fueron tocados. La minería se ubica, sobre todo, en zonas rurales, pero sus trabajadores provienen de ciudades y por los sistemas de trabajo, tienen gran movilidad, entran y salen de campamentos, se trasladan a sus ciudades de origen. La decisión tomada representa un retroceso y aumenta el riesgo de expansión del virus.