El gobierno español ha decidido crear ministerio de universidades y encomendar al sociólogo catalán Manuel Castells –una eminencia de prestigio mundial en lo relativo a la sociedad en red– la conducción del proyecto. Castells se propone poner a España a la vanguardia en la producción del capital más importante de la era de la información: el conocimiento. Hacer una revolución educativa radical, que permita no sólo el acceso y la difusión del conocimiento sino sobre todo su producción, a través de una agresiva política de promoción de la investigación ligada al desarrollo.
Mientras tanto en el Perú, apristas y fujimoristas nos pusieron como presidenta de la comisión de educación del fenecido congreso a la inenarrable Tamar Arimborgo, una fundamentalista para la que el ministerio de educación es “Sodoma y Gomorra”, que proscribe el uso de la razón y la reemplaza por la sujeción a los dogmas religiosos.
La estratega que permitió poner a Arimborgo de presidenta de la crucial comisión de educación fue Rosa Bartra. Una decisión plenamente compatible con la posición que Bartra viene exhibiendo en sus recientes declaraciones en torno a la educación en el Perú, donde, muy suelta de huesos, afirma que las cartillas del ministerio de educación enseñan a niños y niñas de 9 y 11 años a masturbarse usando artefactos con cuchillas y tornillos (https://www.youtube.com/watch?v=Vd1VgYDsNe0). Declaraciones de este tipo deberían llevar a preguntarse por la salud mental de quienes pretenden ser nuestros representantes.
La señora Bartra comparte la admirable doble condición de ser, al mismo tiempo, parlamentaria fujimorista integrante de la Comisión Permanente del Congreso, y cabeza de lista de un partido diferente: Solidaridad Nacional. Aparentemente en el JNE se olvidaron de decirle que la condición para mudarse de un partido a otro es renunciar previamente al primero. O la señora Bartra renuncia a Fuerza Popular, y por lo tanto a su condición de integrante de la Comisión Permanente, o retira su candidatura por Solidaridad Nacional. ¿Tomarán cartas en el asunto o todo permanecerá igual?
Se especula con que el fujimorismo implementa la estrategia de distribuir sus candidatos en los primeros puestos de varios partidos para esquivar el rechazo popular que se ha ganado durante esos años. De esa manera, Rosa Bartra, número uno de la lista de Solidaridad Nacional, y Yeni Vilcatoma, integrante de la misma lista, una vez reelegidas, se reintegrarían al fujimorismo, devolviéndole parte de la fuerza que tuvo en el parlamento anterior. ¿Será así? Mi opinión es que Bartra y Vilcatoma son ante todo oportunistas, y por lo tanto, si el partido de Keiko Fujimori muestra cierta fuerza, se integrarán encantadas al coche ganador. Pero, en caso de que los resultados electorales muestren un fujimorismo debilitado, buscarán constituir a Solidaridad Nacional en su tienda política propia; una especie de partido neofujimorista que buscaría ocupar el espacio del fujimorismo clásico.
Esta alternativa tendría algunas evidentes ventajas. Rosa Bartra no tendría que disputar la dirección del fujimorismo con Martha Chávez. Por otra parte, previendo en el futuro próximo de Luis Castañeda Lossio una muy probable temporada en la cárcel, heredarían un partido que, por su naturaleza y sus antecedentes, calza perfectamente con sus habilidades.
A estas alturas lo único seguro es que, con las elecciones del 26 de enero, no va a haber espacio para el aburrimiento.