Las farmacéuticas se han ahorrado 34 millones de soles en impuestos para 11 medicamentos contra el cáncer en los últimos dos años. ,Juana tiene 24 años. Vive en una provincia de Amazonas en un caserío sin posta médica. Para ver a un médico debe viajar 4 horas hasta la capital de la provincia. La última vez que se hizo un examen de Papanicolau fue hace un año. Entonces, el médico le indicó que sus resultados estarían listos en un mes, pero ha pasado un año. Lo más probable, intenta explicarle el médico, es que la muestra o los resultados se hayan perdido o traspapelado. Casi cualquier otra persona hubiera desistido, pero Juana tiene miedo porque su vecina, Rosa, también murió de cáncer. A los 14 años, la hija mayor de Rosa tuvo que hacerse cargo de sus 4 hermanitos. El hijo mayor de Juana solo tiene 5. Rosa se murió porque Lima es el único lugar en todo el Perú en el que puede tratarse un cáncer avanzado como el que ella tenía y ella no tenía dinero para pagar dónde quedarse durante el tratamiento ni cómo mantenerse. Pero, más importante, no podía dejar a sus hijos, sus animalitos y su tierrita descuidados tan lejos. El médico le dijo a Rosa que su tipo de cáncer avanzaba lento, que a veces pasan hasta 20 años para que le pase algo malo a una. Rosa pensó que 20 años le alcanzaban, que para entonces ya tendría todo listo, sus hijos encaminados y su chacrita segura. El cáncer se la llevó en 8. ¿Cómo se va a morir alguien de algo diagnosticado 8 años antes? En el Perú pasa todos los días. El cáncer de cuello uterino se lleva una mujer cada cinco horas, mata mil cuatrocientas mujeres al año y es la principal causa de muerte entre las mujeres que tienen entre 15 y 44 años que constituyen la mitad de la población de mujeres en el Perú, el 25% de la población total. La tragedia no se circunscribe a la responsabilidad que tiene el Estado por su ausencia o falta de medios materiales para cubrir y atender el problema. En efecto, los recursos con los que cuenta el Ministerio de Salud para hacerse cargo son la mitad de los que reporta necesarios y la logística e inversión deficientes e insuficientes. Pero también está la política de compras de los medicamentos necesarios para tratar estos y otros males mortales: desde el 2001 los medicamentos para el HIV, la diabetes y el cáncer no pagan IGV ni aranceles. La razón es simple: por poner un solo ejemplo, una sola ampolla de Pertuzumab de 420 mg (una infusión para quimioterapia indicada para cáncer de mama avanzado o metastásico) cuesta nueve mil doscientos soles. Es imposible que nadie que no sea el Estado (o algún millonario) pague un tratamiento de más de 60 mil soles en 4 meses. Lo curioso son los precios que cobran las farmacéuticas al Estado por estas medicinas. El propósito de desgravarlos era reducir su precio porque el ahorro permite comprar más y atender a un mayor número de pacientes con el mismo presupuesto. Sin embargo, en este período, algunos de esos precios se han incrementado y en algunos casos se registran incrementos de hasta 140% entre el precio de importación (CIF) el precio al que ese medicamento le fue vendido al Estado. Es decir, importarlo me costó 2 y se lo vendí al Estado a 5. En algunos casos, el margen de ganancia de las farmacéuticas se incrementó en 64% incluyendo las exoneraciones. Pero más curiosa aún es la falta de transparencia: conseguir esta información es carísima cuando se encuentra y si es que está disponible. ¿Por qué? Las farmacéuticas se han ahorrado 34 millones de soles en impuestos para 11 medicamentos contra el cáncer en los últimos dos años. El Estado ha pagado eso mismo en las que ha comprado. El costo para el Estado, entonces, entre lo que dejó de recibir por impuestos y lo que compró fue el doble: S/ 68 millones. El rol del sector privado en este tema es incierto. Dirán que, si los dejan, ellos pueden vender piedras a precio de diamantes. Y es cierto. Sería bueno que la ministra de Salud y el presidente de la República les den una mirada a esto.