Se debe defender que la próxima elección sea limpia.,Está bien que el premier y vocero del gobierno César Villanueva haya manifestado su discrepancia con las iniciativas en el congreso para impedir candidaturas con menos de tres años de militancia, porque serían leyes con nombre propio que enlodarían las próximas elecciones. “No es democrático cerrar la puerta a aquellos que quieren y pueden participar”, comentó Villanueva, rectificando una declaración suya de hace un par de semanas sobre el mismo tema en la que prefirió torear la pregunta seguramente por estar en el contexto previo a la solicitud del voto de confianza al congreso. Esta declaración del premier es consistente con el comentario del presidente Martín Vizcarra hace una semana en Puno: “Garantizo, como presidente, elecciones limpias y transparentes, pero quiero que asuman el compromiso de elegir bien”. Ese compromiso presidencial debe apuntar, entre otras cosas, a impedir que se creen obstáculos para excluir a algunas candidaturas en beneficio de otras que andan de capa caída y que solo podrían tener una oportunidad si se limpia su camino mediante la exclusión de postulantes a través de la alteración de las reglas. Las iniciativas presentadas por los congresistas Mauricio Mulder y Richard Acuña, del Apra y APP, respectivamente, van en la dirección contraria de tener elecciones limpias pues sus proyectos, distintos pero coincidentes, apuntan a legislar, con el biombo del fortalecimiento de los partidos, con nombre propio y, específicamente, contra Julio Guzmán y Verónika Mendoza. En el caso del Apra hay una antigua tradición por la leguleyada para ganar en mesa lo que no pueden ganar en la cancha electoral, por lo que se entiende el proyecto de Mulder. Menos comprensible, sin embargo, es el proyecto de Richard Acuña si se tiene en cuenta que a su padre lo sacaron de la carrera 2016, junto con Julio Guzmán, con artimañas propias de abogados de la calle Azángaro. La eliminación de ambas candidaturas fue una vergüenza para el país, no vista antes en la región. En el caso de Guzmán es obvia la preocupación creciente del fujiaprismo por su ubicación en las encuestas, casi empatado con una Keiko Fujimori en caída, y una de las expresiones es la crítica coincidente contra él del jet set del ‘columnaje’ anaranjado. Un riesgo para la perspectiva peruana de los años siguientes es que, desde el congreso, se hagan cambios de la normatividad electoral con el único fin de apoyar a unas candidatura y perjudicar a otros.