¿Quién le pidió a Vizcarra que reciba a un cutrero?,Si la presencia de Óscar Medelius en la oficina del presidente Martín Vizcarra produjo preocupación por la fragilidad de la estructura básica de Palacio, enterarse que la trayectoria del empresario chino al que acompañaba es incluso peor que la de este abogado, debiera generar alguna reacción mayor que solo responder, como dijo el premier César Villanueva, que “este gobierno no tiene alianzas con la corruptela”. Con todo lo que ha pasado en la política peruana, lo mejor es estar siempre alerta, pero hasta ahora el presidente Vizcarra proyecta la imagen de ser alguien honesto. Eso no está en discusión por esta cita que tuvo el presidente de la república en Palacio con un abogado como Medelius que integró el equipo de corrupción de Vladimiro Montesinos y que, luego de escaparse del país, ser traído, procesado y condenado, se ha dedicado al ejercicio de la profesión en defensa de mafiosos como Gerson Gálvez Calle (a) ‘Caracol’, un capo de la organización criminal ‘Barrio King’. Algunos fujimoristas defendieron a este abogado diciendo que ya cumplió su condena, que puede ejercer el derecho, y que solo acompañaba a un empresario, pero cualquier persona con un conocimiento básico de la política peruana, incluyendo, por supuesto, al propio presidente, debiera saber que es inaceptable que ingrese a Palacio alguien como Medelius en un contexto de preocupación por el avance de la corrupción en la política. Pero ahora resulta que nos enteramos por Caretas que la trayectoria del empresario chino que fue a Palacio es más oscura que la de Medelius. Se trata de Lin-Yun Yo, a quien con solo ‘googlearlo’ se le encuentran más chicharrones que un restaurante de Lurín y más anticuchos que a la salida del estadio, al punto que la prensa de Argentina —donde cometió sus tropelías— bautizó el caso en que estuvo comprometido como ‘cuento chino’. Antes que las respuestas de cliché que le gustan al premier, es urgente que el gobierno mejore el sistema para reservar el derecho de admisión en la oficina presidencial, hacer más transparente e inmediato el registro de visitas a Palacio, o establecer que el ministro del sector acompañe siempre al presidente en estas citas. Y, para empezar, el presidente debería hacer algo con la persona que le recomendó que reciba a un empresario cutrero con un abogado cercano a las mafias y sin apego democrático. Por ejemplo, informando quién le pidió que los reciba a solo dos semanas de iniciado su gobierno y preguntándose si ahí hay gato encerrado.