¿Qué pasó con todos estos líderes de la izquierda latinoamericana? La situación es multicausal y compleja: hay grandes diferencias entre ellos, además.,La impresionante masa humana que acompañó a Luiz Inácio Lula da Silva en su entrega a la policía de Brasil saliendo del Sindicato de Metalúrgicos para ser detenido por presunto delito de corrupción fue la portada de los diarios del mundo al día siguiente. Contrasta con la entrega del ex presidente Ollanta Humala y Nadine Heredia en total orfandad popular. La política son gestos. Es obvio que este contraste demuestra el total apoyo popular y la falta del mismo y no tan obvio que, a pesar del descalabro de la clase política brasileña, el sistema de partidos sigue existiendo y es el marco de la política. En nuestro país confianza y sistema de partidos se derrumban hacia el infinito. El gran dirigente del trotskista Partido de los Trabajadores ha sido acusado por un colaborador eficaz con delación premiada como Leo Pinheiro de aceptar “un departamento en primera fila” en una playa como soborno por apoyar a la empresa OAS. ¿Es cierto esto? Al parecer las pruebas no son concluyentes, pero la decisión del tribunal es una sentencia firme. El juez Sergio Moro, a su vez —una persona con credibilidad fuera del Brasil pero cuestionado internamente por “judicializar la política”— se apuró en activar la sentencia, en una situación política de antagonismos y tensiones. El Supremo Tribunal Federal votó seis a cinco por rechazar el hábeas corpus la misma noche que un general del Ejército tuiteaba sobre el apoyo de su arma ante una probable situación de impunidad. Zumbido de golpe en el horizonte. Parecer ser que, para cierto sector de poderes fácticos en Brasil, la prisión de Lula era de “seguridad nacional” quizás por el 34% de aprobación en las encuestas. La prisión del histórico líder es un duro golpe para las izquierdas diversas de América Latina. El descalabro que trae a las izquierdas las experiencias negativas de un Maduro hiper-autoritario y financiado por Odebrecht (ver artículo de Joseph Poliszuk); un Evo Morales en su cuarta temporada en el poder; una Cristina Fernández con dudosas relaciones con La Cámpora y un Lula preso por corrupción son el festín de la derecha también corrupta (Gustavo Gorriti ha dicho “Una altísima autoridad investigativa brasileña me dijo, en off, que tenía absoluta claridad de que Temer era el jefe de la mafia de la corrupción en Brasil”). ¿Qué pasó con todos estos líderes de la izquierda latinoamericana? La situación es multicausal y compleja: hay grandes diferencias entre ellos, además. Pero creo que el capital y su modus operandi per secula seculorum, los tocó convirtiéndolos en seres totalmente funcionales al capital. Poliszuk informa sobre la estrategia de Odebrecht para consolidar el MERCOSUR con el ingreso de Venezuela con la única finalidad de ampliar sus potenciales mercados para megaobras: ¡a eso llegamos! La obsesión del crecimiento por país para mostrarse como “mercado emergente exitoso” y la labilidad ante las negociaciones bajo la mesa han sido nuestros despeñaderos. ¿Es posible ser alternativa de izquierda y evitar la corrupción? Estoy totalmente convencida de ello. Pero se requiere una auténtica actitud autocrítica y una nueva generación de líderes latinoamericanos que no estén marcados por las oscuras relaciones de sus antecesores: ni deudas de gratitud, ni financiamientos ocultos, ni fans enamorados y sin sentido crítico. No es fácil, pero es posible.