Vizcarra cometería el error de su vida y de su carrera política si cree en los cantos de sirenas y armonía que el fujimorismo se ha encargado de diseminar en público. ,El peor enemigo de Vizcarra en este momento es la ingenuidad. El mejor amigo, la esperanza – aunque tenue, esperanza- que su encargo ha desatado en muchos peruanos. El daño al país infligido por el fujimorismo a este periodo ya está hecho: el fujiobstruccionismo y su obsesión con el poder nos ha hecho perder 1 año y 8 meses como nación. Pero Vizcarra debe mantener presente cada segundo de esta oportunidad –oportunidad para él como político y para el país como posibilidad– de que el enemigo del Perú no ha cambiado, ni va a cambiar. El enemigo del Perú, el fujiaprismo, sigue su plan en marcha acechando el primer poder. Si Vizcarra cree por un segundo que su debilidad de no tener un partido o casi bancada que lo respalde se soluciona entregando más espacios de poder al enemigo, cometerá el mismo craso error que llevó a PPK al suicidio. Vizcarra cometería el error de su vida y de su carrera política si cree en los cantos de sirenas y armonía que el fujimorismo se ha encargado de diseminar en público. Keiko no lo ha “invitado” a la presidencia para “dejarlo gobernar” hasta el 2021 por una razón muy sencilla: Keiko no tiene tiempo para esperar hasta el 2021. Las investigaciones de lavado de activos contra ella, su esposo, su partido, su financista principal (Joaquín Ramírez) y sus más cercanos colaboradores (Yoshiyama y Bedoya) están – como no sucedía en años – en manos de un fiscal incorruptible, insobornable, impermeable a la compra de su ejercicio de la justicia e impermeable al amedrentamiento, como ya hemos visto cuando allanó el local del partido y todos los lobos fujimoristas se le echaron prepotentemente encima. Keiko sabe que esas investigaciones, cuando aireen todos los manejos oscuros y los dineros ilegalmente camuflados o lavados, le harán un gran daño político, quizá incluso irreparable a la luz de Odebrecht, que también la involucra de manera directa. Solo esas dos espadas de Damocles serían suficientes para que ella tenga apuro en capturar el mayor poder para sí, y frenar las investigaciones cambiando de fiscales, posicionando jueces a su conveniencia, haciendo control de daños desde las instituciones de justicia para poder decir lo que siempre ha dicho cuando sus obedientes cómplices dilatan, archivan, trastocan: mucha investigación y no me han encontrado nada. Pero el otro asunto de urgencia que la compele a apurar el paso para capturar mayor poder es la lucha de poder con su hermano. Es cierto que con las grabaciones montesinescas de Keiko y Mamani, Kenji ha quedado bastante golpeado, pero no está muerto y como dijimos, no se quedaría quieto. Menos si se considera que golpear a Kenji ha sido al mismo tiempo golpear y desafiar abiertamente ya a su padre. Entonces, sea que Kenji en verdad atestigüe en su contra o no, su sola amenaza es una carta de negociación que su hermana no podrá ignorar. Es decir, esta guerra de poder continúa y mientras Keiko vaya viendo disminuido su poder en el Congreso –como ha estado sucediendo– su debilitamiento a la interna del partido continuará. Algo que cambiaría automáticamente, si ella accede al primer poder de la nación. Entonces, el flamante presidente sería ingenuo hasta el suicidio si no ve la foto grande de Keiko y su agenda. Que no se crea ni por un segundo los halagos y sonrisas de Troya. El fujimorismo de Keiko no va a parar hasta entrar a Palacio. Si Vizcarra no se convence de esto, estamos perdidos. El presidente debe tener un equipo de gente muy aguda que funcione como un Think Tank en permanente sesión, solo para pensar las jugadas y trastadas fujimoristas que se vienen y poder plantar cara y adelantarse, poder mantenerlos a raya usando la fuerza y el poder político, no la concesión que hizo que PPK fracasara. Es imprescindible también que Vizcarra tenga al pueblo de su lado, ya que no tiene partido y solo una cuasi minibancada. Pero no solo por estrategia política, sino porque eso es lo que se demanda de un presidente: acercarse, entablar conversación y diálogo con la sociedad civil, los gremios, colectivos, representantes del pueblo. Es la gente que a la hora de su asesinato lo va a respaldar. Es una situación bien complicada, pero Vizcarra y el Perú ganarán mucho más para sí, si Vizcarra es inteligente, estratégico, radical, muestra fuerza al enemigo y muere dando batalla. Muere defendiendo los principios en los que todos confiamos que nos fundamentan mejor como país; haciendo lo correcto y no lo que le place o cree que calmará al enemigo que es incalmable en sus ansias y urgencia por el poder. De cómo elija proceder Vizcarra dependerá que pase a la historia como un demócrata que defendió a la patria, pese a la ignominia fujiaprista, o que quede como PPK, solo defendiendo una cuota de poder que solo nos hará seguir agonizando.