Vocación invicta por discutir tonterías por los políticos.,La propuesta de restablecer la pena de muerte –no prevista en la Constitución– es una película muchas veces vista en el Perú y siempre con el mismo final de su inviabilidad, pero los políticos siempre la reponen. Nuestros políticos nunca pierden oportunidad para encarar los problemas importantes con enfoques que, en vez de buscar su solución, pretenden resolver las dificultades de su propia falta de prestigio, y eso es lo que vuelve a suceder con este debate sobre la implantación de la pena de muerte para violadores de menores. Las violaciones –de niñas, niños y mujeres– es un problema grave en el Perú que debe ser encarado desde el más alto nivel político, y que produce gran indignación en la gente, la cual siempre busca soluciones facilistas pero no siempre convenientes. Pero los políticos debieran tener la capacidad para no ser seducidos por la vocación de hacer lo que la gente quiere, sino lo que se debe hacer. No es, lamentablemente, lo que está sucediendo. Fuerza Popular ha lanzado la propuesta, a través de la congresista Karla Schaefer, para establecer la pena de muerte para violadores de menores, y ha sido respaldada por su colega de bancada y presidenta de la comisión de Constitución, Úrsula Letona. En el mismo sentido se ha pronunciado el congresista aprista Javier Velásquez Quesquén, a quien le preocupa el costo de tener gente presa, y destaca el ‘ahorro’ que se podría generar con la pena de muerte. Y en coincidencia con el fujimorismo, saltó al debate el ministro de Justicia, Enrique Mendoza, cuya voz es, por su cargo, relevante en el tema. Sin embargo, el presidente Pedro Pablo Kuczynski tuvo que enmendarle la plana señalando que esa no es la posición del gobierno, lo cual ha sido respaldado por el titular de Educación, Idel Vexler, y matizado por Carlos Bruce y Carlos Basombrío con su planteamiento de la cadena perpetua. Este debate se ha planteado muchas veces en el Perú con el mismo resultado. La pena de muerte es inviable, pues implica salir de convenios internacionales que traen otros beneficios para el país; porque su aplicación demoraría por tenerse que cambiar la Constitución; y porque no está demostrado que la pena de muerte reduzca la criminalidad. Que el fujiaprismo lance la propuesta es consecuente con su comportamiento populista, haciendo ‘lo que le gusta a la gente’, pero estas discrepancias en el gobierno evidencian otra vez la importancia de contar con ministros que jueguen en equipo y que, como el de Justicia, no crean que su jefe es Alan García o Keiko Fujimori.